El Monólogo De Una Infancia Feliz

Recuerdo los juegos de mi infancia, eran únicos y singulares; donde la tecnología solo se miraba en automóviles de combustión fósil y en las televisiones en blanco y negro; que por cierto, quien tenía esas dos cosas se podría tomar como privilegiado. Los barrancos era para nosotros los juegos extremos, o colgarse desde el árbol mas alto para tirarse con una soga a las profundidades de una posa; la subida de adrenalina experimentamos en cada juego, pero tomábamos mas en cuenta el valor y la hombría entre los futuros machos alfa, cosas que enloquecían a las futuras hembras en celo; para nosotros los juegos que no exigían valentía y desafíos al extremo, solo eran juegos para niñas. En mi barrio viví mil aventuras, aprendí a valorar la naturaleza y mis amistades, porque todo rebosaba de vida; también tengo en mi mente los diferentes olores, de los: matorrales, caracoles, la tierra mojada, los árboles podridos como aquellos frondosos, los olores de las diferentes frutas frescas

como podridas también, el olor agradable de Carolina que se asemejaba al jazmín y el mal olor de Teresa que se asemejaba al fruto del carao. Aquellos lugares era para nosotros como lugares encantados donde existía la magia; allí nos reunimos todos los amigos, que cada uno tenía su propio espíritu rebelde, que nos pondriamos a prueba con nuestros juegos extremos, uno eran mas cobardes que otros, que cada quien luchaba por no ganarse el título de "Gallina"; pero teníamos a Pablo, no era: gallardo, osado, bizarro, bravo ni mucho menos valiente; pero sí era bastante atrevido y resuelto; nuestros padres nos habían dicho que era un afeminado, por eso todos los amigos nos íbamos escondidos de nuestros padres a esos lugares solitarios y aislados; ya que nuestros padres le tenían mas miedo a Pablo que las serpientes y cocodrilos del lugar. Pero la verdad es que Pablo no era homosexual, si tenia unos modales algo afeminados que hacían dudar a cualquiera, pero a nosotros no nos importaba porque era un fiel y buen  amigo, que por cierto, hoy por hoy, eso vale más que cualquier dinero del mundo.

 Siempre cada generación ha dicho que cualquier tiempo pasado es el mejor, pero es que todo lo que he vivido y lo he comprobado que fue la mejor infancia de todos los tiempos, y me refiero a los de mi generación, los nacidos de 1,970 y un poco atrás.....