Los días iban pasando y la incertidumbre iban creciendo mas y mas, como era de esperar en estas clases de situaciones tan desagradables, siempre uno espera lo peor y las esperanzas se van desvaneciendo poco a poco cuando no hay una luz al final del túnel. Era el tercer día que mi esposa estaba hospitalizada por segunda vez, de un momento a otro me empezó una tos incontrolable, mientras las horas iban pasando se iba haciendo mas intensa, al principio me quería negar que efectivamente me había contagiado, recordé las palabras de mi esposa que me aconsejaba que me hiciera la prueba de COVID, que seria lo mejor; así es que hice una aplicación y una cita para que me hicieran la prueba de COVID. Al día de la prueba el resultado no fue alentador, yo estaba contagiado también de COVID, y exactamente ese día los síntomas eran mucho mas fuertes, la sensación de asfixia era muy evidente, en lo que llevo de vida solo dos veces me he infectado de virus, no mortales pero les puedo asegurar que han sido muy fuerte, pero nada comparable al COVID19. Sentía el virus que estaba atacando mis pulmones (están evidente) con una ferocidad endiablada, están agresivo que lo primero que se te viene a la mente es que moriras sin lugar a dudas; pero la primera dosis de la vacuna estaba surgiendo efecto, sentía la sensación que se había formado una especie de barrera en mis pulmones, algo que no dejaba que el virus 🦠 invadiera por completo mis pulmones, el primer día estaba en la expectativa si efectivamente la vacuna iba aguantar la envestida del virus 🦠 que dura más de una semana antes que muera de forma natural; pero pasó algo insólito que me hizo dudar de eso, me costaba respirar y me fatigaba mucho más cuando platicaba por teléfono o con mis hijos que estábamos guardando cuarentena; sentía como si me estaba ahogando en una piscina llena de agua, y en vez de sentir ese olor y sabor a agua que es tan particular; sentía el sabor y el olor de mi propia sangre 🩸 así de maldito es ese virus 🦠
