En la soledad se eleva la agonía en una vida de realidades... vivo mientras la voz del futuro clama y augura; para carecer de credibilidad, para mi desventura mi profecía no es mas que una locura para todos...
Mis palabras proféticas sombrías de amenazas trágicas futuras; pero los hombres se niegan a escuchar, ¡Que Locura! tener unos sordos por vigía.
¡Oigo los gritos de horror! en cada canto de terror de escenas futuras, detrás de sus sonrisas veo sus tristes llantos, y en sus opulencia sus futuras miserias...
¿Para que fin se me a dado estas visiones? ¡Soy la adivina de las mil destrucciones! ¿Será por eso que nadie me escucha? que me consideran menos que un simple rumor.
¡Perdón dios Apolo! ¡Perdón por engañarte, por mi falso amor! Para obtener mi propia maldición. Tu Apolo me enseñasteis que cuando hay una ilusión o un sueño futuro, la muerte de ellos es cuando se pierde la confianza y credibilidad de sus palabras....
¡Escuchad infame Cupido! - ¡Escuchad Ave rapaz! ya que mi mal te complace, y mis tormentos quieres, que ya no me da miedo tus tiros de tus infames flechas. De las saetas crueles con que mi pecho triste tan sin piedad me hiere; y si te gusta atormentarme y burlarte siempre de mi, hiere también a Irene, que dos cautivos tendrás.
¿¡Donde estas infame Cupido!? - ¿Siempre en la linea del fuego? - ¡No todos son tus siervos! Irene se resiste a tu imperio. Deja ya tu arco flojo y tu lánguido fuego, que la joven que adoro se resiste a tu imperio de apego y desconsuelo. Antes bien desciende a la tierra de los mortales, busca un buen arco y flechas mas certeras, para después ascender a los cielos y apuntar a la joven que mas quiero, porque Irene se resiste a tu imperio; y porque no me hice amarrar al mástil cuando divisé a Irene a lo lejos por vez primera, porque iba resuelto a perderme en ella....
Allí estaba el Diablo, parado en la esquina de mi barrio.. ahí donde dobla el viento y se cruzan los atajos.. a la par del Diablo estaba la Muerte, con una botella de mezcal en la mano, me miraba de reojo y se reía por debajo... y yo que esperaba aun no se quien en esa esquina que se transformó en noche; vi la Luna pintarse de sangre y ese silencio sepulcral, mirando al otro lado del frío otoñal.... esa noche de desvelo y espanto, entre dientes escuche a la Muerte murmurar: cuantas veces se a escapado.. se deslizaba como trucha... y esta noche que no cuesta nada, ni siquiera fatigarme, podemos llevarnos al cordero tan solo cruzar la calle. Yo trate de esconderme por el filo de la esquina, alce mis ojos y mire al infinito esperando un milagro, pues bien sabía que al cruzar la calle era fácil pronosticar la hora y el día de mí deceso.... temblaba como una hoja de otoño, que el viento mueve a su antojo, me avergoncé de mi mismo, de mi cobardía, de mí falta de valor, en no creer en mí mismo; y decidí cruzar la calle para encararlos con la frente en lo alto... y bajo de ese Otoño nos cruzamos las miradas: El Diablo, La Muerte y Yo; me hablaron de mis triunfos y mis fracasos; de como el mundo andaba loco, y que los seres humanos hasta el cielo habían comprado..... y mas miedo que ellos dos, me daba el propio ser humano. Quizás yo no esperaba a nadie en aquel camino, y entre las risas de aquel Diablo y aquella Muerte, se me fueron haciendo mas amigables... ahí donde dobla el viento y se cruzan los atajos... aquí en esta vida... allí en la esquina de mi barrio....
