El Monólogo de una juventud añorada

  Eres la novia que nunca fuiste fiel en el tiempo, juventud añorada, antiguas glorias... te convertiste en mi hada para filtrarse en mis sueños de Otoños. Fuiste la juventud en tiempos dichosos, complicados, llenos de incertidumbre pero sobretodo de luchas constantes y me enorgullecisteis cada vez que te levantaste cuando creías que todo estaba perdido, ¡fueron innumerables caídas! ¡Carajo! pero así  forjaste tu propio carácter, juventud añorada.  
 Perdí tiempo de ese tesoro llamado juventud, por: arrogancia, falta de experiencia, ingenuidad, falta de coraje  y por poner la confianza en personas que nunca se lo merecieron, que en todo caso, fueron una verdadera pérdida de tiempo. Pero las experiencias de esos años mozos, fueron hermosos recuerdos de: drama, romances, acción y hasta ciencia ficción, ¡Ja! Jurando amores con esas bellas flores, flotando sobre sus polen... ¡vuelve juventud! vuelve aquellos tiempos de bellos y fortuitos amores....
 Hoy que me siento feliz, veo musas inspiradoras y enjuga sus lágrimas en mi corazón; canto por la memoria de mis recuerdos, de una música lejana que embargo mi espíritu varonil, inquieto como el niño que fui y nunca volveré a ser. Nunca quise hacerme mayor, ni envejecer, ni decaer mis ánimos reflejado en una sonrisa llena de incertidumbre, cautivadora de aquella vergüenza a flor de piel, que ha descubierto la plenitud del silencio, y el excelso cielo y el mar...
 Pero mi espíritu se estremece al sentirse atrapado en este cuerpo envejecido, que en sus mejores tiempos le servio para andar como potro salvaje, explotar toda su energía y hasta darse el lujo de andar a la deriva; pero algún día no muy lejano será libre nuevamente, porque para el espíritu no hay tiempo ni cuerpo humano que lo detenga, porque sólo le basta desarrollarse de esas hermosas vivencias que un día, su cuerpo fue el vehículo para transcender....