La Ouija (Segunda Parte)

   

Como en algunas ocasiones lo he dicho crecí en mi niñez en un ambiente machista y que si en verdad te hacías llamar hombre tendrías que demostrarlo y hacerte respetar a como diera lugar, para ése entonces no existía medias tintas, o eras un hombre o eras un cobarde, así de simple. Estábamos en la edad de la adolescencia donde empezábamos a dar los primeros signos de la edad adulta, como por ejemplo: bigote ralo, voz ronca, bellos en las piernas y axilares, etc. Mis amigos de infancia que oscilamos por las mismas edades nos estábamos unos a otros para saber quién era más hombre o valiente del grupo de amigos, como era de esperarse ya nos queríamos sentir como unos hombres adultos, empezamos a fumar cigarrillos y beber cervezas a temprana edad, siempre a escondidas lejos de la mirada de otras personas que nos pudiera comprometer con nuestros padres de familia. Para ése entonces era muy común y de fácil acceso comprar un tablero Ouija, los podías mirar en todos los escaparates de las tiendas o kioscos, según la propaganda era un juego espiritista para todas las edades: niños, jóvenes y adultos. Pero como era de esperarse las diferentes congregaciones religiosas lo empezaron a señalar como un juego que atraía demonios del propio infierno a esta dimensión, sumado a diferentes casos de trastornos psicológico por medio de la sujeción mental, rápidamente ese tablero se convirtió en un tema tabú, que de sólo pronunciar su nombre era motivo de terror y miedo. Pero nuestra juventud rebelde nos exigía poner a prueba nuestra valentía y poder así subir un escaño más a lo que sería un hombre valiente, sin temor a nada ni a nadie, donde el honor y la valentía era el único objetivo a seguir.
  Un día como era de costumbre nos reunimos los tres amigos que posteriormente se nos sumaría otro más; Miguel se encontraba sólo en su casa ya que su familiares se fueron de paseo por el fin de semana, fuimos a la tienda de la esquina que por un pequeño soborno el dueño nos vendía cigarrillos y cervezas a escondidas de los otros clientes, pero había reglas específicas sólo nos vendía en dos ocasiones por día, porque no se quería arriesgar por las autoridades locales; lógicamente lo teníamos que tomar muy en cuenta y abastecernos lo más que pudiéramos. Fui a ver el refrigerador y cuando abrí la puerta veo que en su interior estaba repleto de cervezas, Miguel, Antonio y yo nos pusimos más que felices ya que teníamos con que festejar el fin de semana, aunque no era preciso tener un motivo para festejar; empezamos a tomar ya muy tarde cuando el sol se iba perdiendo en el ocaso y entraba la noche. Estábamos escuchando Heavy Rock que era la música de la cual crecimos y la más popular para ese entonces, a Miguel lo notamos algo callado y reservado, de un momento a otro nos dijo: Les tengo una sorpresa!!! Se fue directo a su cuarto y cuando regresó traía un bolsa, se sentó en el sofá de la sala donde estábamos festejando, metió su mano derecha en la bolsa y de allí extrajo una caja impresa el dibujo de la Ouija, Antonio y yo nos quedamos atónitos sin saber que decir con la botellas de cervezas sobre nuestras bocas como si el tiempo se había detenido en ésos momentos, Miguel al ver nuestro asombro nos dijo con voz desafiante: Que? No me digan que le tienen miedo a esto par de gallinas... Antonio y yo nos quedamos mirando sin saber que responder, de inmediato y al mismo tiempo se nos vino a la mente lo del hombre macho, con mucha vacilación y sin miedo (pero procurando que no se nos notara mucho) le dijimos en coro: claro que no!!! No le tenemos miedo ni a los vivos ni a los muertos, aunque sonaba bastante bien, pero el problema era que ni nosotros mismos nos creímos ese cuento. Miguel abrió la caja y extrajo de ella el tablero y un triángulo de plástico con una mirilla circular en el centro del artefacto, a continuación nos preguntó: Están listo? Yo fui el primero en responder, como si quería o no quería esa cosa: no me lo tomes a mal Miguel o no vayas a creer que soy un cobarde, pero dicen que eso puede traer malos espíritus, ya tú sabes, demonios con cuernos, cola y todas esas cosas del mundo infernal, pero mi pregunta es: que haremos si uno de los espíritus queda atrapado en tú casa? nosotros no tenemos experiencia en eso ni mucho menos somos espiritistas; Miguel me miró con recelo y dijo: ven tú Antonio ya veo que tienes miedo; fue así que ellos dos empezaron las sesiones espiritistas.... Antonio preguntó: Y que espíritu llamaremos? Y que le preguntaremos? Ambos acordaron en llamar al espíritu de Juana de Arco, y hacerle preguntas del futuro de nuestra humanidad; ambos se sentaron enfrente del tablero mágico puesto en una pequeña mesa de centro, pusieron sus puntas de los dedos sobre el triángulo de plástico pero sin hacer presión, empezaron a invocar el nombre de Juana de Arco, esa legendaria mujer que fue quemada en la hoguera como pollo rostizado, ni más ni menos por la santa inquisición, que por cierto de santa no tenía ni el apellido; pasaron quince minutos y nada, pero mi cerveza se me había acabado así que fui por otra al refrigerador que se situaba en la cocina, abrí la puerta y saque otra cerveza fría, vi el destapador del corcho de metal sobre la mesa de ahí cerca, cuando lo iba a tomar se movió por sí sólo no me asuste pues buscaba una explicación lógica por el cual se había movido, pero no había viento adentro de la casa ya que todo estaba cerrado, puerta y ventanas, decidí no entrar en pánico solamente no le tome importancia al asunto, me fui de regreso a la sala y para mi sorpresa el triángulo de la Ouija ya estaba en movimiento sin que Miguel y Antonio le quitaran sus puntas de sus dedos, al principio pensé que ambos me querían jugar una broma de mal gusto como suele pasar entre amigos, así que decidí seguir el juego, bebía sorbos de cervezas sin quitarle la mirada al tablero por si acaso....