La Ouija (Cuarta Parte)

 

El tío de Antonio llegó con furia, pero no estábamos seguro cuál era el motivo o si lo había; enfrente de nosotros había un escaparate con algunos libros y unos adornos, dos libros fueron lanzados sobre el suelo con gran arrebato, de inmediato el triángulo sobre el tablero Ouija se empezó a mover con frenesí sin que Miguel y Antonio lo soltara, había un perro en el patio quien cuidaba la casa y empezó aullar con desespero, una de las ventas estaba en dirección de ese patio, pude ver que el perro aullaba en dirección de nosotros, de pronto sentí el espíritu que estaba a la par mía, no lo podía ver pero sentía su presencia; Miguel y Antonio me miraban con desespero, sabía que estaban desesperados y con mucho temor, casi a grito les dije: hagan preguntas!!! Sabíamos muy bien que no podíamos entrar en pánico púes perderíamos el control de todo; ambos amigos le hacían preguntas algunas atinadas y otras desatinadas, de pronto cayeron unos adornos del escaparate que se fueron a estrellarse sobre el suelo y el triángulo no paraba de dar vueltas de forma descontrolada y el perro aullaba con más ahínco, a Miguel y Antonio se les notaba cada vez más su miedo; en esos instantes recordé a los ancianos de nuestra época que conocían muy bien a los espíritus, aconsejaban que nunca hay que demostrar miedo a los espíritus aunque lo tuvieras porque una vez fueron seres humanos y saben muy bien que si les demuestras miedo se aprovechan de eso para quererte someter, y las más sensato es gritarles e insultarlos para demostrarles que no les tienes miedo a nada; fue así que empecé a insultar al espíritu con una gran furia tomaba objetos y los lanzaba gritando malas palabras diciéndole que no le tenía miedo y que se fuera a la m.... pero en todo esos arrebatos mío como un niño haciendo berrinche, llegue a un punto que de verdad estaba furioso y con ganas de hacerlo picadillo si tuviera la oportunidad de tomarlo con mis propias manos; de inmediato el triángulo se posicionó en la palabra adiós, azotó una de las puertas que no podíamos ver por el lugar donde estábamos, el perro daba sus últimos aullidos cuando vio el espíritu alejarse, cuando observé a mis dos amigos estaban blanco como papel. Y si no era mi tío? Preguntó Antonio - Podría ser, le respondí ya que se dicen que algunas veces llega otro espíritu que no es el que estas llamando - Y podría ser que tu tío ya esta donde debería estar y no mas en esta dimension, por eso quizás vino otro espíritu, concluyó Miguel - es muy buena hipótesis, le dijo Antonio, porque lo dudo mucho que ese era mi tío ya que a mi tío lo conocí muy bien - Como sea, creo que es suficiente por hoy- Pasamos todas la noche sin tomar importancia a lo vivido esa noche pero atento por si el espíritu hubiera quedado dentro de la casa, pero pasaron los días y jamás Miguel escuchó o vio nada irregular en su casa, estaba claro que ese espíritu se había ido para nunca más regresar.
  En pocas semanas tanto en nuestro barrio como en el colegio donde estudiábamos, empezamos  hacernos populares, todos nos querían conocer y hablar con nosotros sobre nuestras experiencias con los espíritus y otros se querían incluir en nuestras momentos espiritistas, pero tuvimos mucha precaución porque sabíamos muy bien que se invitábamos a la persona equivocada podría terminar todo mal, porque sugestionar nuestras mentes no es ningún juego, la salud mental es algo que deberíamos cuidar con recelo. Se nos unió nuestro gran amigo Hércules, un joven de diecisiete años, flaco tirando a raquítico, pero con un gran valor que muy poca veces se ve en los jóvenes de nuestra edad.