El Ermitaño (Capitulo #5)

  

Adán estaba a mitad del invierno, seguía refugiado en su cabaña, saboreando un trozo de carne de castor, había llegado a la conclusion que los seres humanos tenían el mismo parentesco y deleite por la carne de otros seres vivientes, en otras palabras, depredadores y oportunistas como cualquier animal de caza, sediento por mas sangre y hambriento por mas carne, que diferencia hay! concluía Adán, alzando sus  dos hombros y curvando sus labios hacia abajo, como queriendo decir: a los únicos que les importa eso, son a las presas.
 Tomaba un sorbo de vino tinto, después del último trozo de carne, era la segunda copa de vino, sentía como el vino iba bajando en su organismo.. quema como fuego, así como la vida humana, decía Adán en su mente; después como si fuera un hechizo, el licor se mezclaba en su sangre y se iba directo a su cerebro... es alentador como apacigua mi mente, como hacer una pausa en mi vida, como decirme a mi mismo: Hey Adán! No lo tomes tan a la ligera! se decía a sí mismo. Divagando en sus recuerdos memorables, motivado por el licor, Adán ya no era dueño de sus pensamientos, el licor motivaba el subconsciente de Adán, a tal grado de recordar la vivencias de su antigua familia, su madre y su padre.... tomando otro trago de vino tinto, Adán empezó a divagar nuevamente en sus recuerdos mejores escondidos: vaya que fiasco se llevó mi padre con esa maldita guerra - se decía Adán en sus adentros, solo se le dibujaba una sonrisa sarcástica en sus labios, se tomó otro trago de vino para pasar la impresión de lastima y repudio de aquellos que engañaron a su padre con esa guerra, bueno, no solo a su padre, si no a muchos miles de cientos de soldados que lucharon por una causa perdida, y lo peor de todo, estupida.... Adan recordaba cada tono y cambios de voz de su padre cuando recordaba sus vivencias en ese infierno llamado guerra... hijo: era una guerra nada parecido a otras, esta era muy diferente, no había terreno o territorio que ganar, era una guerra de guerrillas, así como aparecen, desaparecen de la nada; así que la única manera que podíamos saber si estábamos perdiendo o ganando la guerra, era contabilizar los cuerpos sin vida de los enemigos comparados con nuestros soldados, si hijo! es espantoso, macabro y surreal; apilar los cuerpos destrozados de los que a nosotros los habian dicho que eran nuestros enemigos, y apilar los cuerpos también destrozados de nuestros compañeros y amigos, era dantesco! nos sentíamos eufóricos cuando a la semana siguientes teníamos el doble de cuerpos muertos de los soldados enemigos; la verdad hijo, no nos sentíamos humanos en ese infierno; y pensar que me sentía tan orgulloso cuando me gradué de la marina, me creía invencible, un superhombre, vaya hijo! que fiasco, si lo hubiera sabido antes, las atrocidades que tenemos que hacer en un país extranjero, quemar viviendas, destruir y quemar el único sustento que tiene los pobres, al punto de exiliarse de sus propias tierras y país, asesinar niños y ancianos porque a todos los considerábamos enemigos... maldito gobierno mentiroso! nido de víboras! ese es el gran orgullo nacional? Pues no lo quiero! no quiero ser un superhombre! Apesta! hijo mío, no crean en las palabras del gobierno y los medios de comunicación, todos están confabulados para proteger la dignidad de nuestro país, y sobre todo su gran orgullo nacional.... Adán se levantó de su asiento para ir atizar mas el fuego de la chimenea, su mirada estaba perdida en esa fogata, mirando como salían las pequeñas chispas de fuego de la leña y su sonido tan peculiar, se tomó el último trago de vino, y en su mente solo recordaba cuando unos oficiales de la armada llegaron a su casa a dar malas noticias, su madre al verlos se echó a llorar inconsolable, dos años después su madre murió de tristeza....