La Pequeña Lisa (Quinta y Última Parte)

   

Como era de esperar la relación creció entre mi amigo Pepe y Lisa, todos los compañeros de trabajo estábamos felices que al fin Pepe había encontrado una mujer que lo apreciara como hombre. El padre de Pepe, don Patricio estaba feliz por el noviazgo de su hijo, trabajaba con nosotros en la misma empresa, tenía 64 años, ya sólo le faltaba un año para jubilarse, era todo lo contrario de su hijo Pepe, a pesar de su edad era jovial, bromista y travieso como un niño, don Patricio decía que su hijo Pepe había salido serio y aburrido así como su madre; un día en el trabajo faltando unos minutos para salir, se me acercó y se miraba muy feliz, me confesó: Sabes, estoy contento que mi hijo Pepe haya encontrado una buena mujer, yo me aburría diciéndole que dejara de salir con tantas mujeres baratas de la calle - me quedé sorprendido de su franqueza, y le dije: vaya son fuerte sus consejos - si pero creo que al final sirvieron y hoy que tan sólo me falta un año para jubilarme, estoy más que feliz, tengo la corazonada de que ahí hay boda en un futuro no muy lejano - eso lo puede dar por hecho, le respondí - bueno, es hora que me vaya a mi dulce hogar, me daré una ducha, beberé dos cervezas, le haré dos veces el amor a mi querida esposa, después me masturbare y luego me dormiré; me dijo don Patricio - al escucharlo con aquella seguridad y sinceridad, le pregunté: Y todo eso hace a su edad? - Y todos los días, el espíritu nunca envejece, me respondió don Patricio - ni su cuerpo por lo que me doy cuenta, se mantiene en forma, y también su amada esposa doña Berta; ni yo que estoy en mi mejor apogeo hago todo eso, le confesaba a don Patricio, tal vez come mucho afrodisíaco? - Que va!!! El mejor afrodisíaco es mi amada esposa, me decía don Patricio, pero es mejor que ya me retire, se me hace tarde... haya iba don Patricio, al cumplimiento de su deber.
  El tiempo paso como es costumbre, la pequeña Lisa y Pepe hicieron un hogar bello, con dos hijos como lo quería Lisa, grandes, tuvieron altos y bajos como en todo matrimonio pero lo pudieron sobrellevar con respeto, confianza y amor; a pesar que la vida de Lisa fue una dura lucha por su tamaño y la discriminación de que son objeto por personas que sólo buscan ofender y denigrar, pero la pequeña Lisa es un claro ejemplo de como sus vidas se pueden sobrellevar con coraje, determinación e inteligencia. Pero siempre recordaré el día de su boda, Lisa estaba más bella que nunca e irradiaba felicidad que a todos los que la acompañamos en ése día tan especial para ellos nos contagio, y ahí estaba su padre al píe del altar, entregando a su hija, llevaba su cartuchera dentro de su traje formal, en el su mágnum calibre cuarenta y cinco, y en su automóvil su escopeta de doble cañón por si Pepe se arrepentía.