El Profeta (Tercera Parte)

 

Tanana, tres meses después de la llegada de Mateo al Ártico... el invierno estaba a la vuelta de la esquina y como era de esperar Mateo no se preparó con provisiones alimenticias, agua y leña para soportar el crudo invierno que se avecinaba, sino lo hacía en las pocas semanas del verano, su supervivencia en esa región no estaba garantizada; tenía un generador de energía pero el problema era la compra de gasolina y él había gastado casi toda la herencia que le había dado su padre, sabía que si se quedaba sin un centavo tenía que arreglárselas por sí mismo. Mateo desde que llegó a Tanana se dispuso a querer evangelizar a todas las personas de esa región, pero se llevó una gran sorpresa; son personas muy cerradas y herméticas pero con una muy buena razón, ellos saben que si no son unidos y se ayudan entre ellos mismo la supervivencia en ésa región es casi nula; ellos viven en un constante balance entre la naturaleza salvaje y las bajas temperaturas, si hay un quebranto en ése balance todos corren un gran riesgo para sobrevivir, eso incluye forasteros que no se sabe a ciencia cierta con que clase de intenciones llegan a querer vivir entre ellos, es un poblado un poco más de doscientas personas y todos muy unidos, conviven en constante ayuda entre ellos para sobrevivir; si quieres ser aceptado en ése pequeño círculo se tiene que ganar la confianza de ellos, pero Mateo había comenzado muy mal, todos lo miraba con desconfianza, ignorándolo por completo; sólo hubo uno que se le acercó más por lástima que por querer ser evangelizado, le dio un pequeño consejo en voz baja: prepárese que ya viene el invierno.
 En pleno invierno Mateo se dio cuenta que necesitaba de lo más esencial para sobrevivir, se acercó a una de las viviendas para pedir algunas provisiones para poder sobrevivir el crudo invierno, los que ahí vivían no se lo negaron pero sólo era una pequeño suministro de comida y leña para calentarse, él sabía que eso no le alcanzaría, en un par de semana empezó a tener hambre y frío, decidió no pedir más cosas a los pobladores, al fin comprendió que tenía que demostrar a los pobladores y a él mismo que tenía el coraje suficiente para enfrentarse con la dura realidad del Ártico. No fue nada fácil para Mateo aprender a sobrevivir ya que ahí no era como las grandes urbes donde había de todo al alcance de su mano siempre que tuviera algunos ingresos, no había supermercados donde ir a comprar comestibles, agua, medicamentos, leña, etc.
  Salía a cazar para comer y vender sus pieles de los animales salvajes para tener algo en efectivo, así compraba leña o gasolina para la calefacción. No sabía los trucos para cazar animales y no conocía cuando el clima empeoraba y el peligroso río Yukon, así que se aventuraba hacia lo desconocido, algunos días tenía éxito y otros días no; pasaba las semanas tratando de sobrevivir. Un día como muchos se fue a cazar pero no se percató que pronto caía la noche, llegó al lugar donde se había dispuesto a cazar, sigilosamente había seguido el rastro de un zorro Ártico, lo había localizada a muchos metros donde él se encontraba, se agachó sigilosamente sobre la nieve, apuntó con su rifle de caza y cuando estuvo seguro que daría en el animal disparó, el zorro cayó sobre la nieve, fue un tiro perfecto, Mateo muy feliz por su suerte salió corriendo en busca del animal, llegó donde estaba y lo levantó, se dio cuenta que era un hermoso ejemplar, salió de regreso donde estaba su moto de nieve, puso el animal dentro del saco y se dispuso arrancar la moto de nieve pero nunca le encendió, el frío intenso de esa hora había descargado la batería, lo intento encender varias veces pero sin ningún éxito, se puso a llorar como un niño, él sabía que no había transporte más que sólo su moto de nieve y carecían de comunicación moderna, y a quien llamaría? Se preguntaba, Mateo sabía muy bien que ahí estaba sólo, recordaba los consejos de su padre pero ya era muy tarde para él, tenía que caminar varios kilómetros para llegar a su pequeño hogar, pero con el frío de la noche lo más seguro que moriría de hipotermia; Mateo recordó que había visto por televisión en un programa de supervivencia que lo mejor es hacer un agujero en la nieve y dormir ahí adentro en esos casos, así es que se dispuso hacer un agujero en la nieve como un montículo lo suficiente grande para que el durmiera ahí. Estando ahí adentro se sentía a salvo del intenso frío de la noche, aunque a veces temblaba del frío pero era mejor que nada; antes de quedar dormido se preocupaba que tal vez jamás despertaría como suele pasar cuando se muere de hipotermia, pero se dio un momento para reflexionar sobre lo que había hecho de su vida, aunque no dudaba de la existencia de Dios, se daba cuenta que en verdad estaba completamente loco por creer que él era un profeta elegido por Dios, la inmensidad, la soledad y el clima del Ártico, había disipado la mente de Mateo, él había creado una burbuja de mentiras del cual se creía seguro y a salvo del mundo exterior, pero ahora en ése lugar miraba la vida tal cuál era y de la cual no tenían ni la más mínima idea, pidió perdón a su familia que tanto daño le había ocasionado por su locura y le pidió misericordia al creador, que le diera una oportunidad más..
 Mateo lo despertó el ruido de los motores de unas motos de nieve, salió del lugar donde había improvisado pasar la noche y vio unos que venía, eran pobladores de Tanana, se alegró mucho y con entusiasmo les hacía señas y gritaba para que lo vieran que él estaba ahí, eran tres pobladores y de inmediato se acercaron donde estaba Mateo - salimos en busca de ti, no te vimos en tú casa por la mañana, sólo te vimos partir ya muy tarde ayer, pensamos que algo malo te había pasado y por eso estamos aquí - Mateo muy feliz les daba las gracias por interesarse e ir a la ayuda de él, ellos respondieron: la vida aquí es muy dura y arriesgada, hay que mantenernos siempre unidos y ayudarnos unos a otros.