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Novato de la literatura y de la vida...

September 19, 2015

El Profeta (Cuarta Parte)

   
Mateo estaba muy agradecido con los habitantes de Tanana, pero aún tenía que ganarse la confianza de ellos; le habían circulado rumores los habitantes de Tanana que tuviera mucha precaución con unos seres que tenían mucha apariencia humana y no animal, que eran muy inteligentes pero eran caníbales, raptan a niños que algunas veces lo descuidaba sus padres, se lo llevaban a las montañas para comérselos, pero no se atrevían atacar a los adultos porque muy bien sabían que tenían armas de fuego; un día cansado de tanta inseguridad fueron en busca de ellos a los cuales les llamaban "caníbales del Ártico" se dieron cuenta que vivían en cuevas y se apresuraron a tenderles una emboscada con sus rifles de caza, le prendieron fuego a su madriguera y salían despavoridos para no ser alcanzado por las llamas, sólo se pudieron salvar cuatro de ellos; después de ése día que fue hace cuatro años no los volvieron a ver por la región pero siempre los habitantes de Tanana estaban en alerta por si regresaban; eran de poca estatura con más pelos que un ser humano normal, pero no tenían aparecía de ningún simio conocido hasta ahora, más bien tenían aparecía de hombres prehistóricos.
  Una noche Mateo lo despertó un gran alboroto en el poblado de Tanana, encendió las luces y fue por su linterna, escuchaba gritos y disparos, los rugidos de las motos de nieve no se hicieron esperar, Mateo vio por su venta y lo que vio lo dejó impactado para siempre, al parecer era un hombre pequeño con pelaje marrón pero no muy poblado en su cuerpo, pasó enfrente de su vivienda con un niño del pueblo en sus brazos, como sujetando un Fardo de leña, el infante iba llorando a toda pulmón, Mateo lo vio muy bien, parecía un hombre prehistórico se cubría de frío con piel de oso, muy robusto y sus ojos que parecían dos brazas incandescente, al percatarse más al fondo donde corría con el infante se percató que habían otros de su misma especie con lanzas listos para atacar, pero al escuchar las motos nieve salieron despavoridos, eran muy ágil en su ambiente. Mateo se apresuró a vestirse e ir por su rifle y municiones, era el momento de devolverles el favor a la gente de Tanana y poder ser aceptado como uno de ellos; salió rápidamente de su cabaña con rifle en mano y encendió su moto nieve, era una noche oscura y muy fría, encendió las luces y aceleró al fondo iba con los demás hombres en busca del niño, Mateo sabía que había pocas posibilidades de encontrarlo porque era un lugar inmenso y tenían la ventaja de la oscuridad de la noche; en un momento dado de tanto buscar y no encontrar ni rastros de ellos, Mateo tomó la decisión de aventurarse él solo más en la profundidad del bosque, era una decisión bastante arriesgada que le podría costar la vida, pero Mateo en esos instantes sólo pensaba en el niño raptado. Mateo llevaba una hora en medio del bosque con su moto de nieve, alumbraba el camino con las luces de su transporte y en su mano izquierda llevaba la linterna inspeccionando los alrededores, de un momento a otro vio a una corta distancia que alguien pasó sigilosamente, se detuvo con rifle en mano se adentro más al bosque alumbrado la oscuridad con su linterna, no se había percatado que era una zona donde los habitantes de Tanana ponía sus trampas para la caza de animales salvajes, iba caminando despacio y con mucha cautela sus pisadas iban directo donde una trampa que estaba sobre el suelo para atrapar lobos, Mateo dio el último paso escuchado un chasquido de metal del cual de inmediato se accionó atrapando el pie derecho de el, grito con fuerza soltando de sus manos el rifle y la linterna, Mateo se tiró de inmediato al suelo y sujetaba la trampa con sus dos manos para poder abrirla, sentía de su tobio se partía en dos, rasgando toda su piel, era un dolor intenso que sentía que se desmayaría de un momento a otro; la luz de la linterna que estaba sobre el suelo daba en dirección de la espesura del bosque, de inmediato se percató que de ahí surgían los caníbales del Ártico, caminando dos de ellos en dirección de Mateo, iban apuntando con sus lanzas puntas de piedra hacia él, cuando estaban bastante cerca de Mateo se dispusieron a lanzar sus lanzas para matar a Mateo, pero en esos instantes se escucharon una fuerte ráfagas de disparos muy potentes que impactaron en los dos caníbales del Ártico, cayendo de inmediato sus cuerpos inertes sobre el suelo haciendo un sonido seco; luego Mateo vio que de la espesura del bosque venían tres hombres con trajes blancos como camuflaje para la nieve, tenía aspectos de militares, con sus armas de grueso calibre y linternas pequeñas sobre sus pasamontañas blancos; los tres hombres se acercaron donde estaba Mateo, uno de ellos se inclinó para ayudarle a quitar la trampa donde había caído Mateo, la pudo abrir, el hombre se quitó su pasamontañas descubriendo su rostro, y dijo: Hola Mateo, éstas a salvo no te preocupes; Mateo lo recordó de inmediato, era la misma mirada profunda y su tono de voz no tenían acento alguno, era el mismo hombre que un día se le acercó cuando él era predicador, y le dijo que si buscaba un pueblo noble y donde la modernidad caminaba a paso lento, que se fuera a Tanana, al círculo Ártico. Mateo no podía creer que ese hombre estuviera ahí, todo le parecía una verdadera pesadilla, Mateo no podía asimilar todo aquello que le estaba pasando y más aún con su pie desgarrado, así se que sucumbió ante su nueva realidad, quedándose desmayado...

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