El Lado Sur del Cielo (Octava Parte)

 

 Eran las tres de la madrugada y Nicolás despertó sin poder conciliar el sueño, se quitó la sábana que cubría su cuerpo y se sentó sobre la cama, volvía a tener esa extraña sensación que lo ponía inquieto, se levantó de la cama y fue a tomar un poco de agua del jarrón que mantenía sobre su pequeño comedor, bebió grandes bocanadas de agua sentía su garganta reseca y áspera, de inmediato volteó su mirada sobre su venta de vidrio sentía que alguien lo observaba, en la cortina de tela miró una silueta de un hombre adulto que pasó rápidamente enfrente de ella, como quién llevará prisa; a Nicolás se le aflojó la mano donde tenía el vaso de plástico donde estaba bebiendo el agua, rápidamente se puso en alerta, vistiéndose apresuradamente pensaba que un intruso había entrado en el cementerio con quien sabe con que intenciones, pero Nicolás pensó que no era nada bueno; Nicolás salió de su hogar a esas horas de la madrugada con revólver y linterna en mano con suficientes municiones, no se podía dar el lujo de confiar en nadie y menos de un perfecto desconocido. Buscaba en todos los alrededores donde estaba su hogar pero no miraba a nadie allí, hasta que pudo divisar como a unos veinte metros donde él se encontraba otra vez esa silueta que se perdía entre las lápidas de las tumbas; Nicolás encendido la linterna y la puso en dirección donde había visto por última vez esa sombra pero no encontraba nada, estaba indeciso si ir en busca de esa persona o no, temía que fuera una trampa, Nicolás miró al cielo estrellado y vio que había luna llena que alumbraba todo el panteón, tomó valor y con un suspiro de resignación fue en busca del intruso. Había caminado un poco más de quince metros cuando todo el panorama cambió tan repentinamente, la luz de su linterna hizo unos destellos luchando por no apagarse para fue en vano, Nicolás maldecía su suerte y le daba golpes con su mano a la linterna para ver si encendía de nuevo, se repetía una y otra vez: lo mismo me pasó con el espíritu del Obispo....
 El amanecer fue como el atardecer, el cielo se puso gris por las nubes de tormenta que se avecinaba, las ráfagas de los vientos hicieron que los cuervos alzaran vuelos con notorio bullicio; de un

momento a otro Nicolás se miraba en medio de ese huracán en el centro del cementerio, Nicolás quiso regresar a la seguridad de su hogar, pero cuando se voltio su rostro para dirigirse a la dirección de su hogar, enfrente de él se abrió una pequeña ventana del mas allá; la dimensión de las almas inquietas que su mayor deseo es regresar donde un día pertenecieron; Nicolás miraba con gran asombro y escepticismo ese pequeño orificio que se había abierto de esa dimensión desconocidas para los mortales, cuando de un momento a otro salió un rostros espeluznante, Nicolás dio un grito ahogado y se le doblaron las rodillas perdiendo el balance impactando sobre el suelo, el espíritu en pena salio de allí sin mas preámbulos, el cielo se cerró poniéndose gris por completo - Nicolás! Yo no quería morir!!! nunca acepte mi muerte, confesaba el espíritu - Nicolas se incorporaba, tomando valor le pregunto: Por que no? - Nunca quise dejar a mis pequeños hijos e hijas solos, no temía por mi vida, sino por las de ellos, decía el espíritu - Están en peligro? preguntaba Nicolás con cautela - el espíritu con su apariencia temible respondió: en tu mundo todos corren peligro, nada es seguro allí; ellos apenas son unos niños y he visto a mi esposas llorar con ellos, sin saber que serán de ellos en el futuro - Nicolás se preguntaba, cuánto espíritus de padres de familias estarán en las mismas condiciones? Sabes que tu espíritu se esta marchitando? Preguntaba Nicolás - Lo se, pero es algo que no lo puedo evitar, sabes lo que dicen en tu mundo? Nunca dejaras de ser un padre de familia, yo te lo digo hoy, ni después de la muerte, no me importa entregar mi espíritu por ayudar a mis hijos e hijas...