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Novato de la literatura y de la vida...

December 29, 2014

El Hombre Pájaro (Tercera Parte)

 
El gorrión pasó una noche espléndida en su nido con su madre, después de su primer vuelo estaba mas que feliz por estrenar sus alas que lo llevaba a todas partes y a ese cielo tan lleno de paz y libertad, pero en la mañana siguiente sería todo distinto para el pequeño gorrión, era hora de la independencia su madre tomó su propio camino sin mirar atrás, y el gorrión desconcertado también tenía que tomar su propio camino y conseguir sus propio alimentos. El gorrión solo conocía ese barrio empobrecido y lleno de tanta miseria, se fue en busca de gusanos al pie del edificio viejo que había aterrizado en la ventana un día anterior, sobre las grama había unos muy deliciosos gusanos, el pequeño gorrión se estaba dando un verdadero banquete cuando vio al joven del día anterior que estaba llorando en su habitación y con una carta familiar en sus manos, pero iba vestido como siempre con harapos muy inapropiado para una salida informal, pero el joven no se preocupaba en nada de su aspecto, ya que todos los del barrio eran castigados con el mismo látigo de la miseria, y las vestimentas eran la última preocupación que tenía esas personas, sus prioridades: los alimentos y el alquiler, exactamente en ese orden. Entro a ese viejo edificio descolorido y con olor a moho, donde estaba su habitación y mas arriba vivía la casera usurera, el pequeño gorrión lo siguió hipnotizado por la curiosidad, lo vio subir esas oscuras y húmedas escaleras, el joven se queda en las partes más oscuras de las escaleras, como queriendo ocultar su vergüenza y su desdicha, cada vez que avanzaba y la poca luz que entraba, se veía en su rostro la frustración y el desdén de sus ánimos, pero seguía escalera arriba, como a la inercia de su desgraciado destino; al llegar al apartamento de su casera, tocó su puerta, un sonido seco y misterioso se dejó oír en todo ese edificio viejo, la puerta se entreabrió en una pequeña rendija que asomaba un ojo curioso y lleno de indiferencia ante cualquier desgracia, salió un voz chillona que le preguntaba con toda autoridad: Traes lo que me debes muchacho? el joven le mostró un reloj de plata y le dijo: se lo quiero empeñar señora, la puerta se cerró y se volvió abrir a toda su anchura, pasa muchacho le dijo la casera con un tono de desprecio e indiferencia, la casera le tomó el reloj y lo observaba muy bien, sabia que tenia mucho valor aparte de lo sentimental, y le pregunto: Cuanto quieres por el reloj? Solo es un empeño señora, pretendo regresar por el reloj una vez consiga un empleo y le pueda pagar, solo quiero $40.00 por el reloj, la casera se le quedó mirando con mucho mas desprecio y hoy sumado el enojo, bueno dijo la casera guardándose el reloj de plata dentro de su escote donde escondía una tetas delgadas y frías, no te daré mas que $20.00 pero tomaré $15.00 de lo que me debes de alquiler y toma $5.00 se lo dio con desprecio y un ánimo de limosna, pero recuerda que esos $20.00 tienen interese, que suman $5.00 así que cuando vengas por tu reloj tienes que traer $25.00, si lo quieres, y recuerda la regla de oro, si no regresas por el dentro de un mes, es mio y lo pierdes del todo; en esos mismos instante al joven le entró unas grandes ganas de estrangular a esa vieja usurera, pensó que le haría un gran favor a la humanidad deshacerse de esa vieja que solo servia para hacer mas desgraciada las vidas de los desdichados, pero sus principios y su buena educación que había recibido a pesar de toda esa miseria departe de su familia, lo contuvo en no mancharse sus manos por esa vieja usurera.
 Bajo la escalera con mas vergüenza y frustración que con la habia subido, miro su habitación inmunda, pero no tuvo deseos de entrar y estar respirando el mismo aire que respiraba esa vieja déspota, así que bajó a toda prisa y salió a la calle sin rumbo fijo, el gorrión lo seguía árbol tras árbol, el joven no miraba para ningún lado por su frustración pero algo le llamó la atención, solo escuchaba unas risas, y vio la taberna, saliendo de el varios hombres borrachos y alegremente charlando como si todo lo demás de sus vidas desgraciada importara un rábano, el joven paró en seco, ahora si toda su atención estaba puesta en esa pocilga, fea y ruin, llamada taberna, se metió su mano derecha en su bolsillo del pantalón y saco los $5.00 que era lo único que le había quedado del reloj de plata que le había heredado su padre antes de morir, lo hizo puño y se dirigió adentro de esa taberna maloliente...







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