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Novato de la literatura y de la vida...

December 30, 2014

El Hombre Pájaro (Cuarta Parte)

 
El joven jamás había entrado a una taberna ya que pensaba que eran lugares insalubres, lleno de rufianes de toda calaña, haraganes y personas con un coeficiente mental tan pobre como sus bolsillos, pero ante toda tentativa y pronóstico entró ya que su frustración podía más de su orgullo... el gorrión que lo observaba arriba de un pequeño pero frondoso árbol, decidió ir detrás de la taberna y efectivamente había una pequeña ventana en la localidad, donde su patético vidrio manchado y empañado dejaba poco ver todo lo que ocurría adentro, pero sin ser así el gorrión se posó al pie de la ventana y en lo poco que pudo divisar, fue la entrada del joven a la taberna, el gorrión podía escuchar los pensamientos de ése joven... maldición aquí apesta se dijo para sí mismo el joven, adentro era un hedor insoportable, a un sinfín de olores bucales castigado por el alcohol y la gingivitis, el joven se quería tapar la nariz con sus manos pero temió ofender a los allí presentes, aunque a esas horas no había mucha clientela, pero había dejado sus malos olores en el lugar, como una huella indeleble, y los olores a sudor de todos tipos no se podía pasar desapercibido, era como si hubieran llegado bucaneros de alta mar, perdidos en los siete mares y después de muchos meses de lucha y a la deriva, al fin encontraron tierra firme; el aire que allí se respiraba está cargado y húmedo, todos los que estaban allí bebiendo tenían caras grasientas, como si se acabarán de untar aceite en su rostro y todo su cuerpo, el joven no pasó desapercibido ya que era nuevo en el lugar, aunque no era primera vez que bebía porque no era un bebedor empedernido, tan solo la soledad, la impotencia y la misma frustración lo habían llevado a lo mas profundo de las desgracias, llego enfrente del cantinero a lo que parecía la barra del lugar, o al menos lo simulaba, se sentó en una silla, vieja, ruidosa, con manchas de noseque, y maloliente como todo lo de allí de la taberna, le pidió al cantinero un trago de $0.25 de un licor desconocido así como su calidad, el cantinero con su mirada y expresión de desconfianza se lo sirvió y no lo dejaba de mirar ni un minuto, era un viejo zorro que sabía muy bien que clase de alimañas entraban en su establecimiento, así que desconfiaba hasta de su misma sombra - Está usted de paso? le preguntó el cantinero - el joven se le quedó mirando con desconcierto, se llevó la primera copa a la boca y de un tirón se zambulló el primer trago, todo al principio fue fuerte, pero mientras el licor iba bajando tambien iba haciendo su efecto en todo el organismo, su mente la sentía más despegada, sus frustraciones se iban alejando, sintió un momento de euforia y elocuencia - no cantinero yo vivo no muy lejos de aquí, pero si estoy de paso en esta taberna, mi nombre es Ismael - el cantinero solo asistió un un ademán de aceptación y se alejó no muy lejos de Ismael, no se podía fiar de nadie, y menos de un perfecto desconocido; cuando Ismael iba por el segundo trago, se sentó a la par de Ismael un hombre con expresión desconcertante, miraba fijamente la pared vieja, descolorida y rota, lo poco que dejaba ver su mirada, era de desprecio hacia la misma humanidad, a su misma naturaleza, como maldiciendo el mismo día que lo había parido - no invitas a un trago forastero? la pregunta era mas como una obligación que de un pedido, pero Ismael rápidamente entendió la indirecta, llamó al cantinero pidiéndole un trago para el hombre que estaba a la par suya, ahora el cantinero miraba con desconfianza y mucha preocupación a ambos individuos, presentía que de un momento a otro todo iba a ir muy mal adentro de su taberna, se alejó de ellos prudentemente, a la esquina de la barra, debajo de ella tenía un rifle de doble cañón que no se dejaba ver por los cliente allí reunido, pero el cantinero solo estaba a un palmo del rifle, listo si en cualquier momento se abría las puertas del infierno en su establecimiento; el hombre alzó su codo donde tenía la copa e hizo un solo trago, dejo el vaso en la barra con un golpe seco, sin mirar a nadie, se dio la vuelta y salió de la taberna sin dar las gracias a nadie y menos un adiós o tal vez un hasta pronto, Ismael sentía que en esos momentos estaba sentado la misma muerte a la par suya, su cuerpo le temblaba aunque no se dejaba que se le notara, llamó al cantinero como pudo, ya que sentía como un nudo en la garganta seca, producto del miedo, le pidió otro trago al cantinero, afanosamente el cantinero le sirvió una copa y una más para el mismo. A los pocos minutos se levantó de una de las mesas que estaban depositadas tristemente en la taberna un hombre que al parecer había sido o al menos aparentaba ser un hombre respetable y de muy buena educación, iba vestido de una traje un sombrero que al parecer lo usaba en todas la ocasiones de su vida pueril, estaba bastante descolorido, el traje como el pantalón estaba remendado de una color que no daba con el tono de la elegancia, con un botón de su traje por caerse si no le daban unas puntadas de hilo con urgencia - Joven perdone por el atrevimiento, pero me parece que usted no es habitual en estos lugares de locura y olvido, se nota que usted es una persona educada y de muy buenos sentimientos, me permití en hacerle una invitación a mi humilde mesa tan solo para quitar una poco de peso a la soledad que hoy me agobia... Ismael se lo agradeció, con un buen gesto de amistad y se levantó de la barra para dirigirse a su nuevo colega del infortunio....

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