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Novato de la literatura y de la vida...

September 12, 2014

El Pelotón de Fusilamiento (Parte #3)


El día del bautismo había llegado para el pequeño Humberto, su padre Antonio y su Madre Marta estaban muy nervioso por el festejo, pero habían planeado desde hace muchas semanas de anterioridad éste gran evento; habían sacrificado una vaca, dos cabras, siete gallinas y dos cerdos, ya que la celebración por lo general duraban dos o tres días. Aunque los campesinos no vivían uno cerca del otro, se ayudaban mutuamente para esos eventos, con más ahínco las mujeres, que eran la encargadas de cocinar y servir a todos sus invitados, por suerte Marta tenía mucha ayudas de sus amigas y se repartían las faenas; el papel de los hombres en esos eventos eran sacrificar a los animales y destazar, sin faltar la fabricación de el aguardiente hecho en casa, o como decían ellos: hecho en el monte. Fermentaban cáscaras de piña y manzanas, haciendo agujeros en la tierra quedando sepultados por días hasta que el ciclo de fermentación terminaba, después lo destilaban, quedando una bebida embriagante digna de dioses.
 Bajando los cerros a tempranas horas de la mañana iba Antonio con su familia en la carreta con su yunta de bueyes, con su pequeño hijo Humberto vestido todo de blanco para la ceremonia del bautismo, su esposa iba muy inquieta y le dijo a su esposo: sabes Antonio lo que no me gusta es que la fiesta la haremos en nuestra casa - ¿Y que? le respondió Antonio - pues es el cerro más alto de San Petunio dónde vivimos y será una tortura para nuestros invitados subir, hubieras buscado otro lugar dónde vivir -   Le reprochaba su esposa con frustración - Antonio un poco enfadado le contestó: son tierras fértiles para nuestras cosechas y animales, recuerda que nos fueron heredadas por mi bisabuelo, son tres generaciones y con nuestros hijos serán cuatros generaciones, es bello nuestro cerro y si lo piensas bien tiene otra ventaja, si Dios manda otro diluvio seremos nosotros los primeros sobrevivientes - Marta se le quedó mirando con fastidio pero pensó que era mejor quedarse callada, pues a su marido no se le podía presionar mucho. Llegaron al claro donde se divisaba el centro del pueblo y la imponente Iglesia colonial de San Petunio.
 El padre Pedro comenzó la homilía solemne, leía algunos pasajes de la biblia dónde hacia énfasis en
la importancia del bautismo; su sermón trataba de lo mismo, que todos sin excepción éramos llamado hacer hijos de Dios todopoderoso, que como las fuerzas del mal se cernía en el pueblo de Dios pero teníamos que ser fieles a la Iglesia y sus dogmas, para poder encontrar la redención, y al final de los tiempos el bien iba a prevalecer contra el mal. Cuando terminó la homilía el padre Pedro se dispuso a bautizar al pequeño Humberto, su padre Antonio y su esposa Marta con su hijo se pusieron enfrente de la pila bautismal, inclinaron a su pequeño hijo desnudo de su diminuta cabeza y el padre Pedro tomó una pequeña charola de plata con agua bendita y dijo: Humberto es tú nombre y yo te bautizo en el nombre, del Padre, Hijo y Espíritu Santo. El bebé lloró cuando fue mojado su pequeña cabeza que hizo eco dentro de la Iglesia de San Petunio, las palomas que estaban afuera sobre el techo de la Iglesia volaron a plenitud. Salieron de la ceremonia bautismal, en frente de la Iglesia su bello parque, era todo tan mágico y hermoso, sus comerciantes artesanales esperaban que la multitud de los fieles salieron de misa para comprar sus productos, todas clases de comidas típicas y un buen conjunto de músicos con marimba; Humberto y su familia salieron directo a su cerro, pues no había tiempo que perder, los invitados ya estarían ansiosos.
 La fiesta del bautismo de Humberto ya había comenzado en lo alto del cerro, los invitados llegaban poco a poco, apareciendo en medio de la vegetación con sus sencillos pero bellos regalos, hecho con mucho amor y sinceridad. Las mujeres estaban en su dura faenas de servir y estar atenta que nada faltara, aunque algunas de ellas tomaban aguardiente a escondidas de sus esposos, porque decían que eso les daba mayor energía, pero como sea Marta se sentía feliz por tener tan buenas amigas.
 Todo era felicidad y dicha arriba de aquel cerro, ahí estaba el padre Pedro con su gente celebrando también, aunque el sabia que ellos tomaban aguardiente eran rudos y toscos, pero a Pedro eso no lo incomodaba y menos le daba importancia, pues estaba con su gente que él amaba y que daría su vida si fuera necesario por ellos: al padre Pedro le servían a plato lleno de todos los manjares que ahí habían, con frutas y refrescos, pues el era la voz divina encarnada en la tierra, el padre Pedro se sentía halagado pero le suplicaba a las mujeres que ya no le sirvieran mas comida, pues le decía que si seguía comiendo así, bajaría el cerro rodando; También estaba ahí Pascual el veterinario del pueblo, festejado en medio de todo los hombres, comiendo y bebiendo aguardiente, Pascual devorando con sus manos unas deliciosas costillas de cerdo asada con leña, les decía a todo ellos: esto es lo bueno de ser veterinario, te comes los animales que curas pero con la seguridad que están sanos, pues llevan mi firma de garantía y así todos somo felices; todos se reían a carcajadas, así pasaban las horas tomando y comiendo, disfrutando los frutos de su esfuerzo y la bondad de la madre tierra, los hombres se emborrachaban y hablando de sus buenas cosechas, y embriagado se echaban a la imaginación también, contado de las almas en penas que ellos miraban por la noche en el monte y como salía una mujer vestida de blanco que llamaba a los hombres para seducirlos, pero si no eras precavido te llevaba a los confines de la locura, los niños que estaban ahí presente temblaban de miedo por los cuentos de terror que los adultos contaban, fue así que la fiesta del bautismo de Humberto se prolongo por tres días.








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