La Diosa Bruja (Capítulo 2)

    Europa Antigua 1,484... Se había emitido una bula u orden papal, para dar persecución y castigar a todos aquellas personas que practicaban la brujería, gracias al diabólico libro Malleus Maleficarum; escrito por las mentes torcidas de:Jakob Sprenger y Heinrich Kramer; hoy inquisidores por el mandato papal de Inocencio VIII. El libro había sido escrito en base a leyes de fantasías que se transmitía de forma oral por todo el Continente, ya de varias décadas atrás; pero ahora era una realidad gracias a esos dos oportunistas, carente de comprensión humana y misericordia hacia otras personas. Pero el libro iba más haya, daba detalles espeluznantes como identificar a una bruja o brujo, por medio de torturas brutales y su inhumana ejecución; por si fuera poco la doctrina protestante se sumaba a tal persecución, que incluso tenían métodos más despiadados para exterminar, lo que ellos le llamaban "El Mal"; ese libro y más aún a todas aquellas personas que decidieron ejecutar lo que decía al pie de la letra, fue el detonante para empezar una de las grandes injusticia de la era Oscura de la humanidad, la caza de brujas, llevando a toda la humanidad a un laberinto de locura y persecución; se asumía que las mujeres eran las principales adoradoras de Satanás, ya que era más devotas que los hombres, una excusa más para mantener al género femenino, sumisa y en bajo perfil; la misoginia en su máxima expresión.

 Norte de Alemania... Margareth estaba en la selva buscando raíces y plantas para curar varios males, transmitido los remedios caseros por su abuela, le decía que la cura a muchas enfermedades humanas estaban en las plantas, sólo tenía que identificar muy bien los cientos de clases de planta que existía en su región y para que clases de males servía; el proceso de hacer la cura era otro detalle muy importante, sino no podía ser efecto la medicina o hacerle un daño contraproducente a la persona enferma, algo que pasó por alto Margareth hace algunos días con una niña que padece de asma; la niña había tenido espasmos muy fuerte al tomar el brebaje, Margareth se sentía​ culpable, pero había hallado el error del procedimiento; la familia de la niña la había acusado de bruja, pero ahora buscaba de nuevo las raíces y esta vez no habría errores. Margareth se había quedado viuda cuando su esposo murió de una pulmonía tan fuerte que no lo pudo salvar con sus remedios caseros, hoy se dedicaba de lleno hacer una especie de curandera en su pueblo natal, pero lo que no sabía ella que hoy eran objeto de persecución a todas aquellas personas que se dedicaban a esa profesión tan milenaria.

 Margareth estaba de rodillas hurgando entre la tierra fértil la raíz que tanto había buscado por la mañana, eran muy escasa porque muchas personas sabían de su poder curativo y siempre iban en busca de esas raíces; agachó más su cabeza para mirar mejor entre la tierra, su cabellera despeinada le cubría su bello rostro, con sus dedos de su mano izquierda se hizo para atrás la parte de la cabellera que no dejaba ver entre sus ojos, un acto de delicadeza muy femenina que a pesar que era pobre reflejaba su hermosa belleza; estaba tan concentrada en lo que buscaba que no escuchó unos pasos que venían detrás de ella, sólo sintió un fuerte tirón en su cabellera de una mano tosca y fuerte que sólo los hombres poseen; todo su cuerpo se flexiono hacia atrás con un fuerte quejido que salió de su delicada boca, quedando acostada sobre las hierbas, mirando hacia arriba; miró tres hombres corpulentos con sus trajes de autoridad del rey, uno de ellos le gritaba: estás acusado de brujería maldita zorra!!! te llevaremos a que te enjuicie; Margareth les gritaba que la soltaran con clemencia y llantos en sus ojos, que ella no era bruja y no tenía culpa de nada de lo que se le acusaba, pero los hombres se hicieron oídos sordos y la sujetaba con más fuerza su cabellera arrastrándola sobre el suelo, como si se tratara de un animal salvaje, la montaron en uno de los caballos y se la llevaron a rumbo desconocido...