La Diosa Bruja (Capítulo 1)

                                                                                 INTRODUCCIÓN
    El siguiente relato que será escrito en varios capítulos, narra una​ fascinante historia de terror; a la vez puntualizar los ultrajes, las injusticias y la deshonra que fueron sometidas cientos de miles de mujeres en la Europa antigua, América y se remonta a nuestra actualidad con casos diferentes pero no menos importantes; una persecución sin precedentes que abarcó hasta el Continente Americano en su debido tiempo; para hacer constar quienes eran los verdaderos adoradores del diablo o herejes como a ellos les gustaba calificar a todas aquellas personas que no comulgaba con sus creencias divinas. Un relato no apto para personas puritanas, ya que será entrelazada la magia, sadismo, crímenes, torturas, dominio salvaje con aquellas almas nobles e indefensas; todos los hechos que serán narrados son reales que a lo largo de nuestra historia humana nos han dejado impactado; tampoco es apto para niños o niñas porque​ leerán escenas bastante fuertes que podría perturbar y confundir sus mentes juveniles, cada cosa a su tiempo; pero a la vez es importante conocer nuestra historia humana del lado más oscuro, para sacar nuestras propias conclusiones, si en verdad los actos de abominaciones que nos han marcado en nuestra historia oscura, son obra de demonios o de nosotros mismos, los seres humanos. Nuestra protagonista será ni más ni menos una de las grandes deidades de la antigua Grecia "Hécate" La Diosa Bruja, que ella se debe a iniciativa propia, aquellos mortales que la invocan, pero dado la complejidad de esa Gran Diosa Bruja sólo asiste aquellos mortales que son de su agrado e infunde hacía ella gran amor. Si te gustó los relatos del "Ángel de La Muerte" y "El Psicópata" este nuevo relato te dejará impactado, siguiendo la misma temática de injusticia, sadismo, venganza, crueldad y sobre todo, lo que parecía bueno a los ojos de aquellas almas ingenuas, en verdad era lo maligno, y viceversa..

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Hécate, a la que Zeus Crónida honró sobre todos y le procuró espléndidos regalos, la suerte de participar en la tierra y el mar estéril. Ella también obtuvo en lote la dignidad que confiere el estrellado cielo y es especialmente respetada por los dioses inmortales. [...] En nada la maltrató el Crónida ni tampoco le quitó nada de lo que recibió en suerte entre los primeros dioses, los Titanes; sino que sus atribuciones son las mismas que tuvo desde el principio.

Sus regalos a los humanos abarcan todo, según Hesíodo:

Al que ella quiere, grandemente le asiste y ayuda; en el juicio se sienta junto a los venerables reyes, y en el ágora hace destacar entre la gente al que ella quiere. O cuando armados de coraza marchan los varones hacia la guerra destructora de hombres, allí la diosa asiste a los que quiere decididamente concederles la victoria y encumbrarles de gloria. Es capaz de asistir a los nobles que quiere y con igual capacidad, cuando los jóvenes compiten en juegos, allí los asiste y ayuda la diosa; y el vencedor en fuerza y capacidad, fácilmente y contento se lleva un magnífico premio y proporciona gloria a sus padres. A los que trabajan en el mar intransitable y elevan sus súplicas a Hécate y al resonante Ennosigeo, fácilmente la ilustre diosa les concede pesca abundante y fácilmente se la quita cuando parece segura si así lo desea su corazón. Es capaz de aumentar el ganado en los establos junto con Hermes, y en cuanto a las manadas de bueyes, los extensos rebaños de cabras y las majadas de lanudas ovejas, si así lo desea en su corazón, multiplica los pequeños y disminuye los numerosos.

Hécate era cuidadosamente servida:

Todavía ahora, cuando alguno de los hombres de la tierra los propicia, celebrando magníficos sacrificios según costumbre, invoca repetidamente a Hécate. Muy fácilmente obtiene gran honor aquél cuyas súplicas acepta complaciente la diosa, y le concede prosperidad puesto que está en su mano.