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Novato de la literatura y de la vida...

April 27, 2017

La Diosa Bruja (Capítulo 6)

 Año: 1,550 Oaxaca México.... Los indígenas del nuevo mundo se habían comportado de una forma hostil con sus nuevos señores; la imposición, la sumisión absoluta, hacia los nuevos dueños de sus tierras era la gota que había hecho rebalsar cualquier paciencia; todo era tan irracional para los antiguos habitantes, ya que lo normal es que los extranjeros se adapten a su nueva realidad y antiguos habitantes, no lo contrario; pero lo más espeluznante imponerse​ como los nuevos amos y señores de los antiguos habitantes. Por eso muchos nativos resistía a los nuevos invasores con guerras de guerrillas, ya que los extranjeros contaban con armas potentes y mortífera, hechas de hierro; pero necesitaban de otra arma más despiadada, conquistar sus mentes en base a torturas, sangre y muerte. Pero para llevar tal empresa despiadada tendría que ir de la mano con un verdadero psicópata, sediento de sangre, lleno de Imaginaciones malévolas, un deleite sin presente ante la tortura, mutilaciones y muerte de otro ser humano; el candidato idóneo era Tomás el inquisidor, un verdadero lobo disfrazado de oveja; que había perfeccionado durante muchos años su cruel reputación en Castilla; como en todo reinado era un mal necesario, una buena reina o rey lo sabía que para mantener su imperio privado, todos aquellos súbditos de siempre y los futuros, eran necesarios persuadirlos de una forma o de otra, el fin justifica los medios.
 Tomás el inquisidor miraba fijamente la hoguera que salía de ella gritos desesperado de auxilio de unos pequeños cuerpos envueltos en llamas, amarrados en troncos gruesos puestos en forma horizontal, a pesar de su postura indiferente, tosca e inflado de autoridad; en el fondo de su ser malvado se deleitaba con cada acto de crueldad, le causaba placer torturas y sobre todo ver morir en agonía a seres humanos indefensos. Tomás el inquisidor sabía muy bien que a lo mejor, todos los indígenas iban a morir bajo su reinado de sangre y muerte; puesto que para ellos​ todo lo que hacían e imponían era algo que los indígenas no podían comprender ese proceder, creer en su Dios y desde ahora eran la máxima autoridad de las tierras que habían invadido y profanado; pero que más le daba, para Tomás el inquisidor sabía que los reinos se formaba en base a sangre, algo que para él era algo comprensible. Alzó su cabeza entre los allí presentes para buscar a sus dominicos, les dió la orden asignada con anterioridad, moviendo su cabeza afirmativamente; los dominicos iban apresurados con escritos antiguos en sus manos de los indígenas que para ellos eran sagrados, los tiraron en la hoguera para que ardieran junto con los cuerpos incinerados de los indígenas condenados a muerte; pero entre ellos estaba el fraile Pedro, que no estaba de acuerdo con las ejecuciones de los habitantes de esas tierras, pero poco podía hacer ante la máxima autoridad eclesiástica; entre su hábito guardó unos manuscritos de los indígenas sin que nadie lo vieran, algo muy arriesgado ya que también lo podían acusar de herejía y llevar la misma suerte de aquellos habitantes; se apresuró para echar a la hoguera aquellos manuscritos que no puedo salvar, miraba con lástima como lo consumía las llamas juntos con sus antiguos dueños, su fé iba disminuyendo, quien eran ellos para imponer un Dios que a toda luces era aborrecible.
  Un mes después, en alta mar.... Tomás el inquisidor estaba sobre la borda mirando las nubes grises que se acercaba al barco donde viajaban, miraba sobre el mar como se iban agitando sus olas una tras otra;
mirando la carta que tenía sobre sus manos, donde su majestad le pedía navegar de regreso a Castilla; Tomás el inquisidor creía que era un mal momento hacer ese viaje hacia ese trono de sangre y saqueos, pero contra su voluntad tenía que obedecer. De un momento a otro cayó un rayo cerca de la embarcación que todos los que estaban a bordo cayeron sobre el piso de madera tapándose sus oídos con sus manos por el impacto, de la misma forma estaba Tomás el inquisidor cuando miró arriba de él una inmensa ola que se empeñaba en destruir el barco; algunos hombres cayeron al mar por la potente ola, dando gritos de auxilio, Tomás el inquisidor se aferraba al mástil con toda sus fuerzas, pidiendo la intervención de su Dios; torrente lluvia caía en esa zona del mar que no había mucha visibilidad, el cielo estaba completamente cubierta de nubes grises de donde salían potentes y mortíferos rayos; de un momento a otro, Tomás el inquisidor miró que de bajo del mar surgía una enorme figura de una mujer, pero sabía que no era de este mundo puesto tenía aspecto de una diosa, que para él era brujería; la diosa con furia y determinación, puso una flecha de fuego en su arco, apuntando a la embarcación y disparo, el barco se hizo añicos como si le hubiera lanzado una bomba potente, jamás construida por el hombre de su tiempo. Tomás el inquisidor fue lanzado por los aires por el impacto de la explosión, sentía que su inútil cuerpo giraba a toda velocidad por los aires hasta ser impactado por el enorme Océano; Tomás el inquisidor se iba hundiendo en dirección del abismo oceánico, luchan con toda sus fuerzas para salir a flote sobre la superficie pero todo era en vano, pero antes de perder la respiración y a la vez su vida, miró que dentro de la oscuridad Oceánica salió una enorme sirena, era más gigante que cualquier pez conocido en los siete mares; Tomás el inquisidor miraba horrorizado aquel ser tan imponente y a la vez tan poderoso, sintió una gran agitación en las corrientes oceánicas que hizo girar su cuerpo, la sirena iba en dirección de él, atrapandolo con sus enormes y afilados dientes, lo trituraba sujetándolo con su mano derecha, aún con vida Tomás el inquisidor daba los últimos gritos de vida adentro del océano, pero sus lamentos se ahogaban junto con su vida..

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