El Monólogo De Un Hombre En Frente De Su Retrato

  Mire a un dulce niño del pasado, con mirada ansiosa y con los ojos puros de inocencia; dibujado en ese muro donde el amor lo había acabado.. ¡maldita sea! ¡era yo mismo! con un cuerpo ya olvidado; recordando los consejos de mi padre: "La mayor locura que puede hacer un hombre en esta vida es dejarse morir, sin mas ni mas, sin que nadie lo mate, sin otras manos que lo acaben, que las de la melancolía"...
Estoy allí en mi propio pasado, dueño del mundo, de mis sueños, de mi vida, a mi parecer como una hermosa poesía, en ambos extremos hermoso... simple inocencia, pero la vida adulta es como un canto de inauguración con el afán oscuro y secreto.
 Pero recuerdo muy bien a esa edad, cuando me gustaba ver las películas de terror, creía que todos esos monstruos, brujas y hechizos; solo se daba en las pantallas del televisor o el cine, ¡Ja! ¡Qué  iluso Yo! los verdaderos monstruos y brujas tienen una apariencia muy distinta en la vida real, tal vez por eso sus hechizos son tan eficaces y mortíferos. Pareciera que los humanos solamente nacieron en el mundo para ser ladrones: nacen de padres ladrones, estudian para ser ladrones, se crían con ladrones, y finalmente salen con ser ladrones, corrientes y molientes a todo ruedo; y la gana de hurtar, y el hurtar son en ellos como accidentes, inseparables que no se quita sino con la muerte.... hay que desconfiar de todos los humanos, como en el caballo por detrás de él, del toro cuando estés de frente de él, y de los clérigos, de todos lados.
 Me veo reducido en ese marco montado en esa pared, tantos buenos recuerdos, tantos sueños disipados por el tiempo y las malas experiencias... y ahora estoy en ese marco encajonado, tal cual como me siento ahora; ¡Ah, Si! mi maldito sitio comfort, mi propio espacio inviolable, ¡Ja! Tenía que ser una zorra astuta para volverme a encajonar, porque cuando la zorra llega no están seguro los pollos, ni las crías de nadie.
 Ahora tomo este cuadro con mis manos, mirándome desde mi infancia, y te digo mi niño: si abrazas en tu vida a la virtud, y te aprecias de hacer hechos virtuosos, no hay que tener envidia a los que tienen en este mundo: princesas, reinas ni señoríos; porque la sangre se hereda, la virtud se conquista, y la virtud vale por si sola, lo que la sangre no vale.