La Tierra De Nadie (Monólogo)

  En esa senda abandonada y triste, que recorren con frecuencia tan sólo ángeles malos, una extraña Deidad de la negra noche, ha erigido su trono solitario y cruel; donde las esperanzas se pierden así como todas las buenas intenciones. ¡Allí estuve una vez! cruce atrevidamente aquel lugar, que cualquier mente sensata pensaría que es un reino mitológico; sus contornos son vagos y grises, sus confines están fuera del tiempo y fuera del espacio. Que es el lugar perfecto para cualquier valiente que quiera realizar sus sueños de ser un héroe, o simplemente querer destruir y desmembrar el mal en todas sus expresiones.
 Valles sin límites, mares sin riberas, cavernas, bosques densos y titánicos; montañas que a los cielos desafía, hunden cualquier cimiento moral y racional; lagos insolubles, siempre mudos, siempre misteriosos, guardando cientos de almas inocentes, cuyas muertes tienen un denominador común: tétrico y extrañas muertes... Orillas de esos lagos que reflejan siempre un cielo fatídico y huraño; cerca de aquellos bosques gigantesco llenos de idealismos falsos; enfrente de esos Océanos oscuros e infinitos de tanta ignorancia; al pie de aquellos montes formidables con sus cavernas en lo hondo de esas montañas, llenos de fantasmas que sollozan fúnebres y dolientes.... Son aquellos amigos que olvidamos, o mas bien, no tuvimos el coraje de defenderlos por el maldito miedo paralizante.. ahora ellos están fuera de tiempo y fuera del espacio.
 ¡Almas nutridas de desesperanza! - ¿A caso es el asilo de la paz suprema? - ¡Yo el viajero inesperado! he cruzado esa región demencial, contemplando tanta barbaridad sin ningún espanto, que si tuviera mis ojos mortales sellaría mi mayor terror; así lo quiere y lo exige la Deidad sombría, que tiene allí su imperio, que ha erigido su trono solitario de terror. 
He pasado en pos de los que huyeron fuera del tiempo y ¡fuera del espacio!