El Teorema (Capítulo 6)

  Unos de los feligreses entró corriendo al templo dónde se reunía toda su congregación, pero sólo se encontraba el reverendo allí, que se alarmó cuando miro el rostro de su feligre casi sin aliento y un rostro de preocupación; el reverendo se le acercó muy preocupado, sabía que no eran buenos noticias - cálmate, que pasó? Le dijo el reverendo sujetándolo con sus manos sus hombros - es que Flavio está bebiendo en el bar del pueblo, está borracho y no reconoce a nadie, es como si otra vez el demonio hubiera entrado en él, por favor haga algo reverendo, es uno de los nuestros, un hijo de Dios!! Le suplicaba el feligrés - el reverendo agachó su cabeza, midiendo las palabras de su feligres, sabía por experiencia que una persona embriagada no se podía razonar con él y era peligrosamente volátil; pero a la misma vez no quería defraudar a los suyos, como sea, él era su pastor.

  El reverendo entró con mucha desconfianza en el Bar del pueblo con la biblia bajo su brazo, sabía que era un lugar de perdición y pecado, pero tomando valor se dirigió donde estaba Flavio sentado en la barra con su espalda dando hacia afuera de la calle; Flavio vió venir al reverendo que se reflejaba en el espejo que estaba enfrente de él, agachó su cabeza dando una señal de desaprobación, tomó con su mano la pequeña copa de whisky y se la bebió de un sólo sorbo. Cuando tenía al reverendo detrás de su espalda, mirándolo en el reflejo del espejo, Flavio le preguntó muy molesto: Que hace aquí reverendo? - sólo quiero decirte que Dios te ama, respondió el reverendo - vaya, si me amara no hubiera permitido que pasara lo que le pasó a mí esposa y a todo lo que tenía, le decía Flavio con sarcasmo - los designios de Dios no son los nuestros Flavio, decía el reverendo - Flavio se volvió donde estaba el reverendo quedando frente a frente, todos los presentes hacían silencio, sólo eran unos simples espectadores - o sería los designios del diablo como afirma el libro de Job? Escuché reverendo con todo el respeto que usted se merece y representa, estoy muy agradecido con usted por preocuparse por mí, pero sólo hay dos clases de hombres en esta vida, los que se dejan pisotear y humillar, y los que no se dejan pisotear ni humillar, yo soy de los que no se dejan reverendo, se metieron con la persona equivocada, perdón reverendo soy quien soy, y si lo he decepcionado como seguidor suyo o de Dios, puede ya no contar con migo como miembro de su iglesia, lo siento, le decía Flavio con determinación - La vida es de decisiones Flavio y tú ya tomaste la tuya, pero las puertas de la iglesia siempre estarán abiertas para tí cuando quieras regresar, le dijo el reverendo, dando la vuelta consternado por la situación de Flavio.