El Teorema (Capítulo 4)

   Flavio

despertó a media noche sobre su cama y a la par de él, al parecer su esposa llamada Mary; su mirada iba dirigida al techo de lo que al parecer era su casa, o al menos eso se imaginaba. De un momento a otro empezó a recordar su verdadero pasado como un mal sueño, poco a poco su mente le hacía otra mala pasada, todo aquello que había vivido en su vida pasada tan sólo era un recuerdo borroso del cual daba gracias a Dios que tan sólo fuera eso, un mal sueño. 

 Al amanecer Flavio se sentía que había recobrado la memoria y con ello la cordura, su pasado apenas era como destellos de aquél sueño que le parecía bastante extraño, se dispuso a trabajar la tierra en su rancho con sus animales de trabajo que muy bien le sabía sus sobrenombres, su esposa se le acercó con un tarro de agua fría para calmar la sed - te sientes mejor ahora? Preguntaba su esposa con mirada de desconfianza - Si mucho mejor, respondía Flavio - no se que te paso en la iglesia ayer pero creo que fue un mal espíritu, lo extraño es que nunca te noté nada extraño en tu comportamiento hasta el día de ayer, aseguraba su esposa Mary - Yo tampoco no se lo que me pasó, sentí como si algo dentro de mí despertara, pero no puedo asegurar que fuera un mal espíritu, respondió Flavio - después de terminar la faena iré al pueblo a comprar algo de comestibles, le decía Flavio - esta bien, sólo ten cuidado, le respondió su esposa retirándose pero todavía con incertidumbre por lo que le había pasado a su esposo Flavio.
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tarde, Flavio iba cabalgando de regreso a su rancho y se detuvo para admirar el hermoso paisaje y las imponentes montañas, no dejaba de asombrarse, de sus labios salieron sonidos de sus cuerdas bucales buscando lógicas a las consonantes que se convirtieron en palabras: Dios es poderoso y misericordioso... de un momento a otro como indicándole un mal augurio volteó su rostro en dirección donde estaba su rancho y vió salir de el una enorme columna de humo, abriendo sus ojos al máximo con su boca abierta pensando lo peor, le dió un tirón a las riendas del caballo y con toda su fuerza exigió a la bestia lo mejor de sí, el animal dando un pequeño salto con sus patas delanteras y quejándose de tal exigencia, salió a toda velocidad donde su amo lo dirigía; el corazón de Flavio iba desbocado, sentía que su corazón le iba a salir por su boca, su mente trabajo de igual manera pensando lo peor; de un momento a otro sentía que todo iba en cámara lenta como sí el tiempo le estuviera jugando una mala broma, todo lo miraba y sentía tan surrealista, pensaba que sólo era otro mal sueño pero al llegar a unos cuantos metros de su rancho se dió cuenta que todo era realidad, sus peores pesadillas se había cumplido; se bajó de su caballo lo más rápido que pudo, corriendo y buscando entre las cenizas, en ese momento se tropezó en una viga medio calcinada, callendo al suelo mezclándose entre el barro y las cenizas, gritaba con todas sus fuerzas el nombre de su esposa Mary, se quiso levantar cuando vió el cuerpo calcinado de su esposa, retrocedió con sus pies entre el barro con mucho terror, jamás había visto tal escena dantesca, era la muerte personificada que no tiene ningún reparo cuando arrebata las vidas, más aún cuando es causado por los propios seres humanos; Flavio tomó el cuerpo de su esposa con delicadeza y determinación, llorando como un niño sin ser consolado, miraba al cielo con furia, reclamando al todo poderoso por la falta de su protección, pedía a gritos una Justicia divina sin ser correspondido, ante tal silencio juró vengarse con sus propias manos, no importandole la condena eterna.