El Ángel de la Muerte (Séptima Parte)

 

Nicolás iba de nuevo en el portal del tiempo, miraba todos los tiempos humanos a gran velocidad, miles de estrellas iluminaba todo el lugar, pero miró una especie de agujero negro muy diminuto con una luz en el fondo más pequeña, le entró curiosidad y doblando sus enormes alas se dirigió allí. No pudo entrar allí ya que al parecer era una pequeña habitación, así que se quedó enfrente de ella extendiendo sus alas hasta quedar suspendido en el tiempo; ajustó su visión y miró que allí había una alma de una hermosa doncella, desnuda sentada en una silla de madera, su cuerpo estaba flexionado para poder caber en esa oscura habitación, en el techo de la habitación estaba suspendido un bombillo, iluminando la habitación con su luz tenue; la bella mujer miraba a Nicolás con mucha atención, callada pero sin sorprenderse - Quien eres? Y Por Que estas aquí? Preguntaba Nicolás - Me sacarás de este feo lugar? Respondía la doncella con otra pregunta - Podría ser, aseguraba Nicolás - Una vez me llamaron Juana de Arco, escuchaba voces que me hablaban en mi mente; era tú el arcángel Miguel? Preguntaba la doncella - No lo soy ni lo conozco, pero se mucho de esas voces que algunos humanos escuchan, respondía Nicolás - Te pareces mucho al arcángel Miguel; me desnudaron porque decían que era pecado vestirse como hombre siendo mujer - eso también lo se, aunque creo que los humanos ya superaron ese punto, decía Nicolás - fui un soldado de Dios, pero ellos mismos me asesinaron, creyendo que eran voces demoníacas, me acusaron de herejía, por eso estoy suspendida entre el reino de Dios y el reino del diablo, aseguraba la doncella - Y todavía escuchas esas voces? Preguntaba Nicolás - ya no, todos me han abandonado, decía eso muy

tristemente la doncella - las religiones siempre te abandonan en los momentos decisivos de la vida, y los guías que se dicen espirituales sino te hacen vivir tu propio infierno cuando eres humano, lo hacen cuando eres espíritu. Si no mírate a ti, todavía eres esclava de tu propia mente adoctrinada, que se te inculcó cuando eras una niña, sumado a tu delicada salud mental, tan solo fuistes un instrumentos de ellos, cuando ya no le sirves te sacrifican como cordero, pero no por el interés de Dios, sino por los intereses mundanos, el poder de seducir almas, sumado a las riquezas terrenales es el ingrediente perfecto que embriaga a cualquier mortal, poniéndose como un semidiós antes los mismos de su misma condición, pero hay que tener más cuidado lo que usan el bajo perfil, aduciendo que solo son un profeta y que Dios habla por ellos, son los más mortíferos e inhumanos - Crees en Dios? le preguntaba la bella doncella, sorprendida de tal declaración del Ángel - No lo conozco y no puedo hablar de alguien a quien no conozco, pero me gustaria conocerlo, Y tu? preguntaba Nicolás - Yo fui soldado de Dios, acaso no merezco conocerlo? respondía con otra pregunta la bella doncella - Nunca fuistes soldado de Dios, fuisteis soldado pero no exactamente de Dios, respondía Nicolás - Pero tú portas una espada y tienes alas como han asegurado algunas religiones, decía la bella doncella - Es muy difícil de entender todo esto bella doncella, confinada a esa pequeña y oscura habitación, tienes que liberar tu mente para salir de ese hueco; si tengo alas, espada, viajó por el tiempo y tengo potestad de todo esto, fue por mi propia decisión, no soy soldado porque no obedezco a nadie y estoy en esto solo como tu, pero todo esto descubrí parte de la gran verdad - Y cual es? preguntaba la bella doncella con mucha atención - Si lo quieres conocer, dame tu mano y salí de ese agujero, le decía Nicolás extendiendo su mano derecha, la doncella se atrevió extendiendo su suave y delicada mano, tomando la mano de Nicolás, el espíritu de la doncella podía tocar a ese ángel misterioso, algo que ningun espiritu lo puede hacer con otro espíritu en ese plano existencial - Es increíble, es como sentir a un ser humano de nuevo, aseguraba la bella doncella - Soy todo lo contrario a un ser humano, soy carne y espíritu, pero soy más espíritu que carne, le decía Nicolás - La bella doncella en esos momento su espíritu se llenó de una gran dicha y de una paz que jamás experimentó en su corta vida humana, por culpa de las guerras y las traiciones humanas; salió de ese confinamiento, de su espíritu se creó una energía pura que iba creciendo mas y mas, hasta que salió de ese portal como una especie de rayo.