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Novato de la literatura y de la vida...

May 14, 2015

El Año de los Funerales (Segunda Parte)

   
Los días pasaron como es normal después de la muerte de don Rómulo, en el lugar del trabajo siempre se le extrañaba, aunque por la presión del trabajo teníamos que hacer un paréntesis, en esta alocada vida, y como siempre miraba a Paco que metías sus narices donde no le correspondía para ir con el chisme a los jefes superiores, era como se ganaba su salario (también salario de hambre heee...) tan mezquinamente, por los chismes de Paco muchos empleados fueron despedido, en los muchos años que él laboró en esa empresa, era una persona tan desagradable y repulsiva que ni en su propio hogar lo querían, su mujer decía que no se divorciaba de Paco porque no iba a encontrar otro mamarracho como él, osea que aparte que le entregaba todo el cheque a su mujer, tenía que hacer los quehaceres del hogar, su mujer era la que administraba las finanzas del hogar, y lo insólito era que ella nunca trabajo ni aportó nada al hogar, lo único que no hacía Paco era parir los hijos, pero como decía su esposa: todavía la ciencia no a llegado tan lejos...
  Cada vez que miraba a Paco en el trabajo me acordaba lo que me había dicho mi abuela, así es que me dije a mismo: Porque no hacer el intento de corroborar lo dicho por mi abuela, como sea nada tenía que perder, es más tal vez algún día mis compañeros de trabajo me darían las gracias; fue así que empecé en desearle todo los bueno y hasta bendiciones incluidas a Paco, lo hacía en voz alta para que no quedara ninguna duda, trataba de fingir lo más que podía para que todo eso diera resultado, al principio Paco se sentía muy halagado y agradecido con migo, mis compañeros de trabajo me miraban extraño y aveces como un loco, pero como les decía anteriormente, soy de las personas que no pueden fingir y con los días se me escuchaba con un tono sarcástico, por más que me esmeraba en darle todas las buenas intenciones del mundo y hacía mi máximo esfuerzo para fingir más, pero lo único que conseguía eran las explosiones de carcajadas de mis compañeros de trabajo, Paco se dio cuenta que sólo era un embuste y sólo conseguí que se enojara conmigo, él lo tomó tan personal que empezó hablar mal de mí con mis jefes del trabajo, pero eso me tenía sin cuidado, porque con el salario de hambre que me pagaban no sentiría la diferencia en estar desempleado.
 Pero en menos de un mes y en un día muy soleado, cuando llegué a mi empleo como de costumbre me dieron la mala noticia de que Paco había muerto, se encontró en un fuego cruzado entre el ejército y la guerrilla, fue de esas personas que se encuentran en el sitio y en la hora equivocada, había una gran congoja en el lugar del trabajo por la muerte de Paco, su familia como ya era costumbre de los dolientes, dejaron una nota en el lugar y la hora de su sepelio, era el mismo funeral dónde le dimos el último adiós a don Rómulo; pero yo no quería ir, sería como una hipocresía de mi parte asistir dónde la persona nunca me agrado, pero tenía sentimientos encontrados o mas bien mi conciencia no me dejaba en paz, me sentía culpable por lo que le había pasado a Paco, volví a pensar en las palabras de mi abuela y todo había salido cierto, pero a la vez me negaba a mi mismo, pues pensé que a lo mejor ya le había llegado la hora de rendir cuentas a nuestro creador.
  Ésa misma noche no podía conciliar el sueño, era de nuevo mi conciencia que no me dejaba en paz, así es que me levanté de mi cama y dispuse ir al sepelio de Paco, lo único que tenía que perder era una noche de sueño y tal vez mi conciencia encontrara de nuevo la paz que tanto necesitaba.
  Llegué un poco después de las nueve de la noche, estaban sus familiares más cercanas, ósea su esposa y sus hijos e hijas, ningún otro familiar de Paco o de su querida esposa, me pareció bastante extraño ya que Paco siempre se jactaba que tenía una familia números tanto de su linaje como el de su esposa, los vecinos de su barrio si eran más numerosos, con los compañeros de trabajo no  pasábamos de diez personas y eso que habíamos más de quinientos empleados (Y todos ganando el salario de hambre por igual heee...) me senté cerca de mis compañeros de trabajo, ellos empezaron hablar de los otros familiares de Paco y su esposa, que llamaron por teléfono para disculparse que no irían al sepelio de Paco, la gran mayoría habían dicho que estaban enfermo y postrado en la cama; era extraño porque casi todos se habían enfermado el mismo día, como si se pusieron de acuerdo, a muchos de ellos se les vio buenos y sanos un día anterior, otros que estaban de viajes en otros países con nombres de países que jamás nadie había escuchado. En esos momentos me embargó la duda, pues escuché hablar bondades de Paco en bocas de sus vecinos, lo describían como un buen vecino y persona extraordinaria; me acordé que no había visto a Paco adentro del ataúd, me levanté con mucho disimulo dónde me encontraba sentado, me acerqué al ataúd y pude ver que efectivamente era Paco, por un momento pensé que me había equivocado de difunto; se mirada con una gran serenidad y una paz que nunca se había visto ni en sus mejores momentos, me pregunté a mi mismo: Como puede éste tipo descansar en paz y con tanta tranquilidad, después de todo lo que a hecho en vida?- pero bueno me fui a sentar de nuevo en las innumerables sillas vacías; en menos de cinco minutos su esposa empezó a llorar y hablar tantas cosas buenas y maravillosas de su difunto esposo, que me tuve que levantar de nuevo de mi asiento para cerciorarme que no estaba con el difunto equivocado; mejor me fui a sentar dónde estaban mis compañeros de trabajo, y sucedió lo insólito, ellos empezaron hablar que tan buen compañero de trabajo era, un tipo simpático a más no poder y que se le iba hasta extrañar?!!! Yo miraba a todas partes y a todas las personas, recuerdo que me levante muy preocupado y con mucha ansias, sentía que me estaba volviendo loco o algo así, luego pensé que quizás era una maldita pesadilla. Ya muy nervioso decidí que lo mejor era retirarme del sepelio de Paco, me despedí de su esposa y ella me invito al entierro de su esposo que sería el día siguiente, me dijo el lugar y la hora.
  Como todavía mi conciencia no estaba en paz por la muerte de Paco, pedí permiso en mi trabajo para ir al entierro de él; llegué al cementerio se llamaba "Cementerio de los Ilustres" vaya!!! me dije, que ironía la de la vida, pero como era de esperar ya eran menos las personas que asistieron; los enterradores hacían su trabajo despacio y con mucho respeto, como si pensaran que algún día ellos mismos iban hacer enterrados y desearan que con el mismo respeto lo hicieran; cada vez que hundían su pala en la tierra era un lamento de la viuda, pensando que jamás lo iba a ver, cuando terminaron de hacer la zanja introdujeron el ataúd con Paco adentro, pero pasó algo insólito, no alcanzó la tierra para rellenar la zanja donde estaba Paco, en ésos momentos me acordé de nuevo de mi abuela, ella me decía que las malas personas o los miserables nunca les alcanzaba la tierra para ser sepultado, tienen que traer tierra de otra sepultura dónde están los restos de una persona buena y bondadosa, porque ellos tienen tierra hasta de sobra. Los enterradores se miraron uno al otro cuando vieron que la tierra no alcanzó, murmuraron algo entre ellos mismos y luego salieron con una carretilla en busca de más tierra, a los pocos minutos venían con su carretilla repleta de tierra, vaya!!! me dije, ésa es la tierra de una alma buena.

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