Durante mi primer sueño entre a lo que llamo: mansión de los deseos; es el Amenti egipcio, el Hades griego, el purgatorio cristiano, el mundo astral, llamado así por el ocultismo; o estado psíquico, llamado por ellos: esfera de la permeabilidad. Caos, sombrío y nebuloso; hay toda clase animales, serpientes y bestias feroses.
Mí alma lúcida comprendió que aquellos eran mis bajas pasiones de vidas precedentes, exteriorizadas, y vitalizadas todavía en el fondo de mí alma. Bajo el escudo de la voluntad, a medida que iba avanzando se iban disipando el recinto, podía visualizar en el camino a mis antepasados familiares; lleno de amor me lancé sobre ellos para abrazarlos, pero aquel momento desvaneció; las almas de los muertos sumergidos todavía en las pasiones de la Tierra.
Pude ver unas almas que se persiguian unas a otras, no se lograban entrelazar, que creo que eso era su objetivo; aún lado de mi camino había un hueco, que creo que era una especie de abismo, escuchando gritos sordos de almas afligidas; envueltas en ráfagas de vientos que las desgarraban, rodando en un abismo sin fondo; miraba como torturaban a criminales, por el suplico qué les habían infligido, sufrir de nuevo indefinidamente, hasta que el horror de hecho, mata la voluntad del culpable; hasta que las lagrimas de los asesinos lavan la sangre de sus víctimas. Esta lúgubre región era verdaderamente un infierno, agitandose sobre una hoguera de un deseo imposible; todas las almas allí, angustiadas de un vacío helado. Pude ver el príncipe de aquel recinto, era el dios de deseo; iba cubierto de cenizas, sosteniendo un cráneo, era el dios de la Muerte.
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