¡Tengo sed, sed ardiente! Me dijo ella ofreciéndome su néctar
Eso no me empalaga, le afirme a ella
Luego una extraña y exótica fruta me ofreció, con sus cuidadosos dedos la exprimió, era clara como una estrella
Su cuerpo de copa yo probé ¡Es tan dulce! Tanta miel yo probé
Hay días que tanto tú me alagas, ella me respondía
Vi en sus ojos centellas
Por un pequeño valle perfumado yo pasé, llevándome hasta la vertiente de tú manantial
¡Bebe! Me decía, y sus pechos ardían como fragua
Bebí, bebí, bebí, ¡Oh pureza! ¡Oh sensación divina!
Gracias, gracias, gracias, me decía ella, uniendo su alma con la mía.
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