Rosario

    

En lo más abrupto y alto de un gran peñón de basalto, detuvo un águila su vuelo; miro hacia abajo, muy abajo, el águila se quedó pensativo al ver a Rosario colgada en un árbol, su rostro color morado y una soga al rededor de su cuello, marcadas en trenzas.

 El siniestro peñón hizo abrir un portal del pasado de Rosario, allí estaba ella; mientras el águila con su ojo vivo y redondo miraba inquietamente adentro del portal. 

Rosario alzando su rostro al cielo escrutó la inmensidad del firmamento, sintió cansancio en sus dos manos, tal vez no fue una buena idea, pensando ella cuando se quedaba sin respiración.

Allí está Rosario en el umbral de su pasado, mirando fijamente el águila; ella narraba dificultosamente con hipos de agonía y derrota, exhalando alcohol; residuo de mujer sin vigor ni decoro, era ella la única dueña de su singular tesoro, y vio en su mano torpe tal como una serpiente con escamas, tomó sus cabellos dorados; y miró su reliquia romántica como se hacía añicos.

Y ese mismo día se colgó de una rama, en cada una de las almas hay tan sólo una fiesta, pensó ella; se huía el azul del cielo ¿Como aplacar su tristeza? asco sintió del mundo; con intensa amargura sintió cansancio en sus manos y cedía…epílogo de su drama.