¡Oh, Raquel!
¡Oh, quien te amará dulce vida mía, como mereces que yo te ame! ¡Pero infinito amor! ¿Donde te hallarás? A tú infinito ser yo corresponderé; cuando nuestras almas se junten, profanaremos nuestros ser con un infinito amor
¡Pero que fe tan rara! Sin conocerte yo, sin saber si en verdad te llamas Raquel, sin saber nada de ti, tengo fe que existes; porque esa fe por ti me reconforta, tu me das vida y moriré de amor por ti.
Más ¿Quien habrá en esa distancia? Pues tanto como yo nadie te querrá, y nadie como yo, te olvidara.
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