Me encanta la poesía y de andar caminando conmigo mismo, me encanta lo que me pasa; aunque no tenga importancia andar diciendo todas las cosas que me pasan.
Mi causa y efecto es perfecto así como lo es el Universo y como nuestro Dios, porque Él se mueve entre las estrellas, y a veces se le suelta un rizo, que no es más que un cometa con los rojos cabellos incendiarios.
Ando sólo por la vida en tono dominante, modestamente poeta, sin pretensión de enseñar; porque si el mundo es redondo, no se que seguirá más adelante.
No vine a dar explicaciones a esté mundo, sólo vine a poetizar.
No quiero juzgar al hombre, ni mucho menos a la mujer; porqué mi condición es la vida y mi caminar es la poesía.
Un día de tanto andar me encontré a un anciano, le pregunté si conocía a Dios, él trajo un espejo, y se reflejó mi rostro; allí mismo conocí a Dios, porque yo bailo con mi canción y no con la que me canten.
Yo no soy la libertad, pero sí el que la provoca; ya conozco el camino, si me gusta la libertad, para que voy andar de esclavo, porque prefiero andar caminando a pie, que andar en caballo prestado.
Siempre llega primero el que va con menos carga, el día que yo me muera no hay que usar la balanza, pues para velar a un poeta con una vida basta.
Perdón si me propasé y te di un consejo, nadie puede dar consejos, no hay hombre en el mundo que sea tan viejo.
Nada está terminado, todo está por comenzar, siempre podemos empezar de nuevo; todo momento es buen momento, porque algún momento bajo el calor del cielo el sol fecunda y se estremece mi alma, es tan bueno el gran astro que la aurora sale a decirme: buenos días.
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