Sólo el silencio queda mi querido amigo, quisiera tomar el aire con mis puños y ofrendártelo; nuestras vidas se plegó en este mundo, los dos corrimos sin timón ni guía.
Divórciate de tú cuerpo y que tú alma suba a las alturas, así como las almas dichosas; duermen tranquilo y en paz mi querido amigo.
Tú libro de vida quedará marcado en nuestras memorias ¡si mi querido amigo! aquellos que siempre te han de recordar, y no encierres más ese dolor que tanto daño te hizo en vida. Y nosotros acá pasándola en un rincón del fuego, asando unas castañas, hablando de vinos, hablando alegres cuentos cuando estuvisteis entre nosotros; bebiendo en grandes copas con buenos quesos, y doy fe que de esté modo nos importa un bledo esta vida efímera, ya que aquí mi amigo, enloquecemos todos.
¿Que hay amigo, al otro lado del silencio?
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