Mirad el río, mirad el mar, y recordad el tiempo del otro río; saber que nos perdemos como el río, y que los rostros pasan como el agua.
Sentir que la vigilia es otro sueño, y que la muerte que teme nuestra carne, es la muerte, la de los sueños.
Cada noche que se llama sueño, ver en el día símbolos. Porque se recorre los senderos de Ítaca, y recordando de su tierra ¡Hace ya tanto años! Ulises lloró de amor por Penelope.
Ahora Ulises sólo piensa en la tierra heredada, en el arado nuevo y en el hijo feliz que es ahora.
Porque en el tiempo del otro río, en el confín del Orbes, Yo Ulises descendí a la casa de Hades; y ví la sombra de Tebano Tiresias, que desligó el amor de las serpientes; y la sombra de Heracles que mata sombras de Leones valientes sobre las praderas, y así mismo está en el Olimpo. ¡Oh! De mi desdicha pasada siento, yo Ulises, que muero por volver a vivir.
Alguien más estará visitando a Circe, la noble diosa de los hermosos cabellos, pero: ¿Quien podrá culparlo?
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