Hablando Con El Diablo (Celos)

El Diablo

   Hoy nos escribe nuestro amigo Daniel desde su granja en Iowa USA, que tiene la siguiente inquietud: mi nombre es Daniel, soy un hombre rudo, tal cual como me criaron mis progenitores, como un hombre de verdad, nada de medias tintas. Desde que tengo uso de razón me gusto una vida solitaria, alejado de toda inmundicia, osea, alejado de las gentuzas, hasta el día que me enamore de mi Penelope, una hermosa doncella de alta casta... o al menos para mi, pero si lo que nadie puede negar es que es bella de pie a cabeza, no tuve mas opción que volver a socializarme con la gentuza; cosa que no me agrada, pero lo hago por agradar a mi Penelope, como decía mi querido padre: dos tetas jalan mas que un tren de carga. Mi Penelope es muy ingenua, amigable y sociable, de eso se valen los hombres inescrupulosos para querer seducir a mi Penelope; aunque ella insiste que no le tome importancia, que tan solo son cortejos de machos en bramas; así lo tome desde un principio hasta que un vez mi Penelope se ausento por tres día de nuestro hogar, lo primero que hice fue tomar mi escopeta e ir a la búsqueda de ella, por referencias de algunos testigos que ya le conocían los pasos  mi Penelope, pero con mucha vergüenza y con aquel viejo pretexto que dicen los hombres de hogar: te lo diré donde esta tu mujer, pero no por que sea chismoso, sino mas bien yo quisiera que si algún día mi mujer hace algo igual, alguien tuviera la amabilidad de decírmelo, porque nadie quiere cuernos sobre sus cabezas. Mi gran sorpresa fue que encontré a mi Penelope en esa casa, desnuda amándose con dos hombres a la vez, les tomaba sus miembros masculinos con sus bellas manos, aquellas manos que tanto me acariciaba; con tanto frenesí, que hasta se la acomodaba esos miembros viriles, con tanto afán que mi cólera explotó de ver tanta cochinada; en esos instantes quería llenar de plomo a los tres, pero para mi sorpresa mi Penelope se arrojo a mis pies

dándome gracias con lagrimas sobre su bello rostro, por haberla salvado de esos dos hombres lujuriosos, me decía que la habían llevado con mentiras a esa casa, que sólo irían a ver películas 🍿 en Netflix, y después la habían drogado con cervezas 🍺 y Whisky 🥃 por tres días, después hicieron  con ella lo que le vinieran en gana, o mas bien a lo que sus mentes lujuriosas tuvieran imaginación; como era de esperar toda mi sangre subió a mi cabeza, y ya no era yo, sino una especie de demonio enloquecido, llene de plomo a esos dos hombres mal nacidos lujuriosos, y salve a mi Penelope de esos desalmados, así como un príncipe salva a su princesa de un castillo encantado por monstruos. Con el tiempo vinieron mas hombres lujuriosos en nuestras vidas, pero a cada uno les di sus merecidos con mi escopeta; yo le insisto a mi Penelope que mejor nos vayamos lejos de la civilización donde solo estemos los dos, pero ella se niega hacerlo, dice que ella esta dispuesta a sacrificarse por los dos en esta civilización tan cruel e inhumana; pero la verdad estoy confundido señor Diablo, no se si me iré al infierno por asesinar a tantos hombres lujuriosos que se aprovechan de mi ingenua Penelope; pero mi Penelope solo es mía y de nadie mas! Que hago señor Diablo? Att. Daniel.
 Respuesta del Diablo: Si algo que no entiendo todavía entre los humanos, es ese sentimiento del amor entre parejas; tal vez tengan razón aquella afirmación que dicen ellos mismos: El Amor es Ciego. Pero si hablamos de ingenuidad, creo que tu mi amigo Daniel no estas muy lejos de serlo, y tu mujer Penelope esta muy lejos de serlo heeeeee..... pero por aquellos hombres que has asesinado por el honor de tu bella doncella, si a merita un castigo eterno, pero no precisamente en tu persona, porque en toda confabulación amorosa siempre hay una mente maestra y calculadora, los demás solo son instrumentos desechables; y vaya si nosotros lo sabemos, ya que hasta aquí en el infierno se te miran los cuernos, que eres la envidia de mis demonios y hasta de mi mismo. Att. El Diablo.