El Éxito (Capitulo #9)

 

 Cuando Iñigo le contó sobre la muerte de su padre y madre, Humberto se sintió el hombre mas miserable y ruin de toda la faz de la tierra; lloraba como un niño inconsolable enfrente de su compatriota, que Iñigo sentía lastima por los padres de Humberto; estar separada la familia por una pobreza cruel y que no discrimina a nadie, era algo inhumano. 
 Humberto se sobre puso rápido de la muerte de sus progenitores, aunque la realidad de la vida era cruel, lo cierto era que el estaba aquí y sus padres ya habían partidos, tenia una vida por el que vivir y trabajar duro. Los dos primeros años como terrateniente fue un buen patrón para todos aquellos que el mismo empleaba para su siembra de caña de azúcar, algo muy mal visto para los otros de su nuevo circulo social, ya que todos los trabajadores querían irse a trabajar en las siembras de Humberto; los otros terratenientes tenían dos opciones, bueno la verdad tres, pero la tercera era de uso extremo, cuando las dos primeras no funcionan. La primera era hablar con Humberto para que no le pagara tanto salarios a sus empleados, porque les estaba arruinando sus negocios, o mas aun sus dividendos que cada vez eran insaciables; la segunda, era aumentar los salarios a todos sus trabajadores, pero era un riesgo que no querían correr, por dos buenas razones; la primera era repartir mas sus ganancias con sus trabajadores; en pocas palabras, la misma producción por menos dinero, el común denominador: La Avaricia. el segundo era mas peligroso, los empleados obtendrían mas dinero y poder adquisitivo, algo muy perjudicial para ellos, porque se cansarían de ese trabajo y poco a poco convertirse en sus mismos empresarios, los mismo que paso con Humberto; les guste o no, los empresarios siempre necesitaran de los pobres, por la triste realidad de sus vidas que fueron hechas a propósito por el mismo hombre "La Necesidad".
  Humberto se miraba en cuerpo entero en su enorme espejo de su sala, de la casa de campo como el lo llamaba; estaba con un traje de gala de su tiempo, listo para la cena de su nuevo circulo social, compacto pero poderoso; pensaba que solo era una cena nada mas como en las otras que había asistido desde que se convirtió en terrateniente; pero era todo lo contrario, porque hablar o negociar con personas de poder, es un simple juego pero a la vez mortal; ponen las cartas sobre la mesa, lo tomas o lo dejas, estas adentro o afuera de su circulo; no existe para ellos medias tintas; porque solo hay un solo propósito para ellos, su propia coexistencia.
  La cena estuvo estupenda y deliciosa ni hablar; el anfitrión Don Romulo saco de su caja de abanos Cubanos y les ofreció a sus invitados , uno a uno tomaba de esos abanos que tan codiciados son alrededor del mundo; sin faltar el vino tinto de los mejores manjares de España; hacían bromas riéndose a carcajadas, cada uno presumiendo de sus negocios rentables y sus bellas conquistas, las hermosas Cubanas, con sus enormes y bellas mulatas, que valían su peso en oro. De un momento a otro Don Romulo miraba fijamente a Humberto, media cada expresión de su rostro, sin que Humberto se percatara de eso; Para Don Romulo era el momento de hablar seriamente con Humberto...