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Novato de la literatura y de la vida...

October 23, 2015

Goliat (Sexta Parte)

 
Ravi, Shauri y Goliat, habían hecho una estrecha amistad como los amigos del infortunio, como todos los niños esclavizados tenían el mismo anhelo de libertad e independencia, una realidad ajenas a todos ellos, muchas veces trataron de razonar con sus captores sobre el trato inhumano al cual eran sometidos, exigiendo sus libertades más fundamentales como lo que eran, seres humanos, pero a cambio de ello recibieron más discriminación y represión de parte de sus captores, que el resultado final fueron el asesinato de dos niños como una advertencia si seguían con sus exigencias; habían agotado una conversación sana y digna, no les quedaba de otra de empuñar las armas y hacer una guerra sin cuartel.
  Goliat y sus dos amigos se iban deslizándose dentro de unos ductos que servía de ventilación para el inmenso mesón donde se alojaban los niños después de una jornada agotadora, eran pequeños orificios que terminaban sobre las paredes a unos cinco metros a nivel del suelo, pero para el pequeño contingente era suficiente con sus pequeños cuerpos delgados; se entrenaban todas las noches en secreto de los centinelas, desde resistencia hasta luchas de cuerpo a cuerpo. Goliat, Ravi, Sha'uri se deslizaba poco a poco, tratando de hacer lo menos ruido posible para no alertar a los centinelas que sólo eran dos hombres por noche, que regularmente se dormían en su turno, todo eso lo sabían muy bien los niños por eso optaron dar el golpe a ésa hora de la noche, los tres amigos iban con sus pequeños corazones acelerados, deslizándose con sus respectivas dagas hechizas cada uno, hecha de hierro forjado, de materiales clandestinos que niños había acaparado con ése propósito; al filo de la noche el primero por asomarse al final del ducto, fue Goliat, salió como una mariposa cuando sale de su capullo después de terminar su metamorfosis; con sus dos pequeñas manos pero fuerte, balanceaba todo el peso de su cuerpo en el vacío, calculando caer de la mejor manera para no romperse una pierna, su daga la había afianzado con sus dientes como un verdadero pirata, mientras se lanzaba al vacío; amortiguando su peso corporal flexiono sus rodillas, después continuaron sus otros dos amigos de lucha, ya sobre el piso se hacían señas con sus manos y dedos anteriormente estudiado para evitar hablar y no ser delatados por ellos mismos, se posicionaron sigilosamente en el filo de la esquina y miraban con medio rostro al descubierto sobre la esquina de la pared, tal y cuál había concluido ambos centinelas estaban dormidos sentado en unas viejas y descoloridas sillas de madera, uno se encontraba al pie de la única entrada del mesón y el otro a unos ocho metros de distancia de la siguiente esquina, Goliat le hacía señas a sus dos amigos que dieran la vuelta a todo el inmueble para acercarse al centinela de la esquina y él se encargaría del centinela que estaba en la entrada; Goliat vio partir a sus dos amigos que iban armados con sus respectivas dagas, caminando como si estuvieran flotando por los aires, esperó que cruzara la otra esquina y los vio perderse en la oscuridad, la luna llena era la único testigo de lo que se llevaría a cabo en ésa noche fría, a Goliat no le quedaba otra que calcular que sus amigos llegarán por la otra esquina, cuando cálculo que ellos estaban próximo a llegar, él emprendió el viaje con daga en mano deslizándose sobre la pared a paso lento pero seguro, ya estando muy cerca del centinela vio que sus amigos se asomaban en la otra esquina, se vieron por unos segundos y Goliat les hizo la seña con su cabeza dando la orden de afirmativo; emprendieron el ataque feroz a los centinelas al mismo tiempo, las primeras estocadas eran en su gargantas como lo había planeado con anterioridad con una rapidez enloquecedora por cada apuñalada, los centinelas se quería defender con sus manos para evitar sus heridas de muerte pero no les dieron ninguna ventaja, eran tan rápidos y fuertes las embestidas que no les dio ninguna oportunidad de defenderse, quería gritar pero sólo le salían borgoñones de sangre por sus bocas, cayeron sobre el suelo sucio y frío tratando de respirar, pero siguieron arremetiendo hasta que ya no los vieron mover; prosiguieron a quitarles las llaves para abrir la puerta de la entrada y cada centinela tenía una copia de la bodega donde se encontraba el arsenal.

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