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Novato de la literatura y de la vida...

April 21, 2015

Lazos de Sangre (Segunda Parte)

 
Como suele pasar en muchos de los matrimonios, sus dos primeros años fueron de paz y mucho amor, aunque tenían dificultades en la toma de decisiones de Felipe y Pamela, pero ambos la afrontaba con madurez, si no cedía Pamela lo hacía Felipe o viceversa; a todo esto Ulises se mantenía al margen de los problemas habituales entre su hermano mayor y su cuñada Pamela, él sabía que era mejor no meterse en discusiones entre pareja, pero también sabía que ellos resolvían sus indiferencia de la mejor manera.
 Al tercer año del matrimonio, hay muchas parejas que en verdad empiezan a tener serios problemas, el problema de todo es que se trata de dos personas, no solo de una para que todo siga con la normalidad posible. Pero Pamela sin saber ni ellas mismas, era de ésas personas que necesitan como un ingrediente más en su vida, algo peligroso y prohibido para darle un cierto sentido a su vida pecaminosa, ruin y miserable; al tercer año de matrimonio, la rutina y el bajo ritmo sexual, era uno de los detonantes para que le diera rienda suelta a sus bajos instintos; es en éste punto que muchos de los matrimonios terminan realmente mal, porque lo normal es buscar una solución o ayuda en su matrimonio cuando las cosas en verdad se esta poniendo fea o mal; pero algunas parejas optan y se comportan de forma egoísta, a la hora de querer resolver su estado anímico o como querer vivir una vida más plena y se olvidan completamente de su pareja; éste fue el caso de Pamela, sentía que le faltaba algo más a su vida, no quería hijos todavía, eso ya lo había hablado con su esposo Felipe antes de casarse, si no hasta después de cuatro años y Felipe aceptó.
 Pamela conoció su amante en el mismo Restaurante de su esposo, no era un cliente habitual, pero lo suficiente para que Pamela se sintiera atraída físicamente por él, ya era un hombre maduro de mas de treinta años, pero no mayor de cuarenta; su nombre era Carlos, muy fornido y varonil, siempre se le miraba sólo o con su hermano menor llamado Duglas de la misma complexión que su hermano mayor. Pamela cuando no estaba su esposo Felipe no disimulaba la atracción que tenía con Carlos, él lo noto de inmediato, la mirada de Pamela y su coqueteo lo decía todo, aunque Carlos sabía que era una mujer casada no le importaba en absoluto, lo que no sabía Pamela era que Carlos era un ex- convicto, su récord criminal iba de asaltos a mano armada, desdé automóviles, joyas, droga y todo lo que él le pudiera dar dinero fácil, pero lo más peligroso como si eso no fuera suficiente era que sus dos ex- novias lo habían demandado hace un tiempo atrás por acoso, porque era un hombre extremadamente posesivo, era de ésos hombres que piensan que si la mujer que se acostaba con él, sino iba ser suya para siempre no iba ser de nadie mas; pero su hermano menor Duglas lo conocía bastante bien, era un secreto muy bien guardado, le aconsejó que se fuera lejos a otra ciudad para que su hermano ya no siguiera metiéndose más en problemas, fue así que fueron a parar donde vivían actualmente. La mesera anotó lo que iba a comer Carlos, pero cuando le iba a llevar el platillo de lo pedido, Pamela obligó a la mesera que ella se lo llevaría, llegó a la mesa dónde estaba Carlos y con mucho coqueteo le deseó buen provecho, le dejó el plato de comida con un papel pequeño doblado a la par del plato, Carlos con disimulo abrió el pequeño papel y estaba anotado un número telefónico con la siguiente frase: llama me... La mesera no le quitó la vista a ambos y se dio cuenta de lo sucedido, pero decidió callar, aunque le tenía un gran estima a su patrón Felipe, pero como en éstos casos de problemas entre parejas era mejor no meterse, solo pensó en sus adentros: está mujer es una verdadera bruja.
 Los amantes siempre se llamaban y se veían a escondidas en algún motel fijado por los dos, para Pamela sentía que eso era lo que necesitaba en su vida, andar de escondidas y haciendo lo prohibido sentía como si le inyectaran adrenalina a su cuerpo, era como una droga que cada vez necesitaba de eso, algo así como el cleptómano que roba tan sólo para sentir esa subida de adrenalina, era eso lo que excitaba mucho a Pamela, en la cama o dónde fuera, hacía con Carlos lo que nunca hizo con su esposo Felipe; ella iba descubriendo poco a poco que era una mujer ardiente, con Carlos hacía todas sus fantasías sexuales que ni ella misma se imaginaba haberlo hecho algún día con su esposo, pero como suele pasar en ésas relaciones fortuitas, eran el alto riesgo que conlleva todo eso, no es otra que jugar con fuego.

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