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Novato de la literatura y de la vida...

September 16, 2014

El Pelotón de Fusilamiento (Parte #6)


El viaje de regreso fue un duro tormento para el Alcalde de San Petunio, iba con el pequeño contingente militar comandado por un tal Sargento llamado Marcos, un tipo duro, despreciable y cruel, su mirada era de desprecio para todos, como si odiara a toda la raza humana en general, pero sentía un rencor  profundo hacia la clase campesina en especial, pero la ironía de la vida era que el Sargento Marcos también venía de ésa misma clase campesina, su madre había emigrado hace muchos años a la Capital del país, quien trabajó como sirvienta o servidumbre hasta el último día de su muerte, trabajaba en la mansión de un explotador, que la trataba como esclava y mujerzuela, un buen día salió embarazada al que le llamaba Patrón, la despidieron de la casa y anduvo deambulando por las calles de la Capital, hasta que encontró otro Patrón, quien le dio alojamiento en su casa en la parte trasera de su vivienda, que trabajaba para él como doméstica pero no recibía ni un centavo de su nuevo Patrón, su madre no podía darse el lujo de negarse ya que estaba embarazada y apunto de dar a luz; fue así como llegó al mundo Marcos que en su adolescencia se metió al cuartel y con duro trabajo se formó lo que hoy era, un Sargento de su país, pero el desprecio a la clase campesina iba fuera de toda lógica y razonamiento.
 Mientras tanto en el trayecto el Sr. Alcalde iba más preocupado que nunca, todos sabían que los campesinos no habían recibido educación alguna en todo el territorio nacional, no tenían ni una acta de nacimiento, no sabían leer ni escribir, mucho menos tendría una escritura de propiedad haciendo constar que la tierra que habían heredado por generaciones eran suyas; el Alcalde sabía muy bien que esas tierras eran de ellos, que eran el único sustento y garantía de una vida digna, por eso cuando el Alcalde decidió robar terrenos de la comuna, tenía mucho cuidado que estuvieran deshabitados, pero las nuevas políticas sucias eran completamente distintas, no quedaba dudas que la pequeña élite social que tenía dominado a todo el país, se había convertido en más ambiciosa, cruel e inhumana, había apostado a nivel nacional sacar todo el lucro posible a los recursos naturales de su país para el beneficio de esa pequeña élite social, que el Alcalde ya era parte de ella, más por miedo que por convicción. El Alcalde tenía ya muy claro que porque estos gobiernos de siempre se rehusaban en darles una educación por medio de las escuelas y salud a todas las clase campesina del país, no era otra cosa que la nueva clase de esclavitud, ellos ignoraban que tenían derechos como seres humanos libres, pero todo eso le saldría caro para ambos bandos. El Alcalde diviso adentro de su carruaje el paisaje de San Petunio, había llegado a su pueblo y dijo entre dientes: "Pueblo chico, Infierno grande" el emisario de la muerte y la injusticia había llegado a la puerta de San Petunio.
 Todo el pueblo dejó de hacer lo cotidiano cuando vio al Alcalde que había llegado con una brigada de militares, lo primero que pensaron que el país quizás estaba en guerra con algún país vecino y venían como héroes a salvaguardar el pueblo de San Petunio, hasta el mismo secretario se sorprendió al verlos. De inmediato el Alcalde le dijo a su secretario las nueva disposición de su gobierno, Rafael al contrario del Alcalde se puso feliz, era un hombre ambicioso, no le importaba lo más mínimo la integridad del pueblo, él sabía que los habitantes del pueblo eran personas pacíficas y que todo saldría bien para sus propios intereses mezquinos, pero el Alcalde sabia que no meterse con ellos no había necesidad de autoridades, pero cuando se metieran con sus terrenos y viviendas era otra cosa muy diferente. Los días siguientes los soldados pasaron fabricando su propia guarnición y cárceles que ellos le llamaban barracas, a la par del edificio de la Alcaldía, hasta que todo quedó terminado.
 El día en que todo cambio en San Petunio, fue en una mañana poco calurosa cuando el Alcalde, su secretario, el Sargento Marcos y doce de sus soldados llegaron a la humilde vivienda de un campesino llamado Antonio, el tenia tres hijo barones y su esposa llamada Maria; don Antonio recibió muy cordial a los visitantes porque ignoraba todo lo que pretendían, les insistió que pasaran a su humilde casa pero el Sargento de inmediato les dijo que no, porque el mismo sabía que si se desataba un altercado tenían muy poca ventaja de actuar adentro de una vivienda, el Alcalde mirando con desconfianza al Sargento se dirigió con don Antonio: Perdone el atrevimiento don Antonio, pero todo el pueblo sabe muy bien que he venido de la capital con la entrevista del Sr. Presidente de la República, que me a informado de la nuevas políticas del país, que estas tierra en la que usted habita y donde tiene sus parcelas tienen dueño de un Señor llamado Henry Pasadena Ibarra, la primera reacción de Antonio fue de una sonrisa nerviosa, pensaba que todo esto era una mala broma, y Antonio le contesto: me perdona Sr. Alcalde pero yo jamas he escuchado ese nombre en mi vida, lo único que se, es que estas tierras eran de mis bisabuelos que en paz descanses, y ellos fueron que han trabajado estas tierras por siempre y a sido heredada por mi padre y hoy por mi, así que no entiendo a que va todo esto - El Alcalde estaba muy nerviosos pero fingió no estarlo, y le dijo; don Antonio no quiero perjudicarlo pero aquí están las escrituras de esta propiedad a nombre de ese Sr. y el secretario Roberto lo saco apresurado de su portafolio, mostrandoselo a don Antonio- don Antonio con una sonrisa de vergüenza le contestó: usted sabe muy bien Alcalde que nosotros no sabemos leer ni escribir, así que no le veo la diferencia- El Alcalde le continuó diciendo: don Antonio si usted me muestra las escrituras legales de su propiedad lo dejaremos en paz se lo prometo- Y si no las tengo? le contestó Antonio- El Alcalde miró al Sargento que ya estaba impaciente en actuar, miró de nuevo al campesino y le respondió: tiene dos opciones don Antonio, puede quedarse en estas mismas tierras como "Colonos" pero sus cosechas ya no serán de ustedes, sino del verdadero dueño, en cambio ustedes recibirán un salario mensualmente por su trabajo, estipulado por el nuevo Patrón. la otra opción es desalojar estas tierras con toda su familia, para darle oportunidad a otras familias con las nuevas disposiciones del gobierno. En esos momentos a don Antonio se le puso la mirada de mil demonio, el Sargento lo midió muy bien y ya tenía su revólver listo, don Antonio desenfundo su machete que lo tenía en el cinto para matar al Alcalde, pero el Sargento fue más rápido y le hizo tres disparó al campesino que impactaron en su cuerpo haciéndolo derribar, sus tres hijo con su esposa salieron corriendo al encuentro de su padre y esposo caído, llorando viendo como Antonio agonizaba, los soldados ya tenían sus rifles para disparar, solo esperaban la orden de su Sargento; Antonio le salía un poco de sangre en su boca, sentía que ya dejaba este mundo, sus fuerzas lo estaban abandonando, tomo de la mano a su hijo mayor y le dijo con una voz de agonía: no se dejen quitar estas tierra por estos mal nacidos... y Antonio dio su último aliento, derramando su sangre por la injusticia y la codicia de unos pocos, una lucha social que apenas comenzaba. El Sargento de inmediato le dio las órdenes a sus soldados que arrestaran a los tres hijos del campesino y lo metieran a las barracas, también la ordenó desalojar a su madre y quemar la humilde vivienda; el Alcalde no salia de su asombro todavía, que lo querían matar, después el asesinato , el arresto de los hijos y hoy todo eso, era mucho para soportar y se fue directo con el Sargento a exigirle que dejara en libertad a esos jóvenes, el Sargento lo miró con desprecio y le dijo con voz de autoridad: Escúcheme bien Sr. Alcalde pongamos las cosas claras desde hoy, yo me encargo de las leyes aquí en este pueblo para que todo salga según lo acordado y usted encarguese de sus papeleos y entregas, no se vuelva a meterse en mi trabajo y yo no me meteré en sus asuntos, le quedo claro? Esta claro, le contestó el Alcalde, se dio cuenta de inmediato que ese tipo era un verdadero asesino,y se dijo para así mismo: en que diablos me he metido......

















September 15, 2014

El Pelotón de Fusilamiento (Parte #5)

   

El Alcalde Patricio estaba en la sala de la casa presidencial, sentado y tomando por las orillas su sombrero de ala ancha, haciéndolo girar como manecillas de reloj, tal vez quería apresurar su angustiada posición política, el mismo Alcalde sabía que una mala maniobra lo podían poner afuera de la política y como Alcalde, su Partido político Conservador no eran personas de fiar y el mismo lo sabia, tenia todo su poder en todo el territorio nacional, era un gobierno totalitario, las leyes ellos la hacían a su antojo y conveniencia, lo peor si alguien le estorbaba con sus intereses mezquinos lo desaparecen de la faz de la tierra, después era un vago recuerdo, si es que se acordaban. Al Alcalde le había tomado seis días de viaje en llegar hasta la Capital del país, hoy estaba en la espera de que el presidente lo recibiera, no podía dar el lujo de perder su Alcaldía, el tenia muchas etarias de muy buenos terrenos y si quería ni pensar si otra persona que ocupara su puesto como Alcalde de San Petunio, descubriría todas esas anormalidades y sería el fin de todas esas adquisiciones ilícitas.
 Se abrió una puerta grande y pesada de cedro con muy hermosos detalles y en el centro el escudo de la República, salió de ella un hombre delgado, con mirada fría y unos anteojos que le daba aspecto de sabio - Sr. Alcalde de San Petunio, puede pasar, dijo el hombre con mucha educación, pero con un tono mas frió que un témpano- El Alcalde se levantó de un brinco junto con su sombrero de ala ancha y se dirigió a la oficina Presidencial - El Presidente estaba fumando un puro como era habitual y dando la espalda al Sr, Alcalde, el Presidente estaba mirando por su palco presidencial como se bañaban los gorriones llenos de felicidad en una pila hecha especial para esos bellos cantores- Excelentísimo Sr. Presidente es un enorme honor tener el privilegio de que usted me haya llamado a tan importante asunto, dijo Sr. Alcalde con su sombrero en mano apretándole con mucho nerviosismo- El Presidente lo vio de reojo y con su puro en sus dedos de la mano derecha le dio otra calada y se puso enfrente del Alcalde Patricio, se le dibujó un gran sonrisa y se dirigió donde estaba el Alcalde , pero antes le dijo al secretario que cerrara la puerta y no quería que nadie lo molestara, tomó su caja de habano importada y le ofreció uno al Sr. Alcalde, el presidente podía ver en los ojos del Alcalde que se moría por fumar un habano, pero el Alcalde con mucho respeto no lo aceptó; El Sr. Presidente le dio una palmadas en sus hombros y le hizo una pregunta que sonaba como un susurro: ¿Rechazara un regalo de su Presidente? el Alcalde miró con miedo al Sr. Presidente y se apresuró a tomar el habano y el presidente le ofreció un fósforo encendido para su habano y el Alcalde le dio varias calada hasta que lo encendió con una enorme brasa, el Presidente se reía a carcajadas y le dio otras palmadas al Sr. Alcalde como si fueran viejos amigos, diciéndole: vamos dejemos de tanta formalidad Alcalde que al final somo colegas, nuestro fin, es el crecimiento y la prosperidad de nuestra República, pero tome asiento Alcalde y póngase cómodo.
  El motivo por el cual lo llame a usted Alcalde, que para hacerle sincero a sido a todos los Alcaldes del país, que día con día vienen cada Alcalde de todos los rincones del país, porque estamos en pocos días de hacer historia y por eso estoy feliz, porque es hora que seamos un país próspero y ya no un país pobre y mediocre; en mi gestión Presidencial hemos hechos enormes esfuerzos porque nos den un lugar en la prosperidad de los países que están en villa de desarrollo, y les quería anunciar que lo hemos logrado, bueno al menos el primer paso, pero falta mucho por hacer, pero con esfuerzo, dedicación y mucho sacrificio lograremos nuestra metas de tener un mejor país y competitivo ante la nueva realidad mundial - Estoy en su disposición Sr. Presidente, le dijo el Alcalde- Al Sr. Presidente se le dibujó una enorme sonrisa de oreja a oreja, y continuo sin rodeo: Hemos hechos negocios con otros países extranjeros para exportar nuestros productos agrícolas a muy buen precio, eso haría que nuestro país sea productivo y lograremos un gran avance tecnológico en nuestra maquinaria, así en nuestra vida, lograremos una gran prosperidad para nuestra Nación en muy poco de tiempo - Pero perdone Sr. Presidente sigo sin entender, que tengo que ver yo en todo esto, le dijo el Alcalde- El Sr. Presidente le dio una profunda calada a su puro y vio el techo de su oficina, le dirigió la mirada fría al Sr. Alcalde, diciéndole: quiero que haga producir todas sus tierra de su comuna, que tengo entendido son muy fértiles, todo lo que produzca esos cultivos sin excepción, hoy serán únicos y exclusivos de la República y de nadie más, nosotros las haremos producir al 100%  estará controlado y supervisado por su persona y otra persona que es de mi confianza que vive aquí en la Capital, usted lo mantendrá informado de todo lo producido y nosotros nos encargaremos de exportar a su destino final, a ellos se les llama Terratenientes aquí en la Capital, Estamos Sr. Alcalde? - Al Alcalde se le puso la carne de gallina, sudaba más que nunca, sentía que estaba viviendo una maldita pesadilla, pero con valor le preguntó al Presidente: Pero la mayor parte de esos terrenos pertenecen a los campesinos, ellos los han cultivado por muchas generaciones, ¿como les diré que ya no soy de ellos? - El Presidente se levantó de su silla Presidencial muy molesto pero tranquilo, con mirada fría miro al Alcalde y le dijo: nosotros somos respetuosos de las leyes de la República y a eso nos debemos, así es que el dueño tiene que tener escrituras en reglas, haciendo constar que el es el verdadero dueño de esa propiedad, sino es así, seremos compasivo con ellos, se convertirán en lo que se le llamaran "Colonos" son personas sin tierra propia, se les dará la oportunidad que vivan y hacer producir la tierra  por un salario ósea serán un asalariado, pero si esa familia no tiene a nadie que produzca la tierra, deberá de desalojar, voluntaria o a la fuerza -Al Alcalde sentía que se le mojaba los pantalones, el Sr. Presidente observó que el Alcalde titubeaba, miraba a todos lados pero menos a los ojos del Presidente, y le dijo: Perdón Sr. Presidente, pero usted no conoce a esa personas, son capaces de todo si quiero despojarlos de sus tierras- No te preocupes Alcalde que he pensado en todo, y déjame decirte que nuestro gobierno no deja solo a nuestros propios correligionarios, así es que te iras con un contingente de 25 soldados comandado por un Sargento, que será el encargado de imponer el orden y si es necesario utilizar la fuerza, que esperamos que eso no suceda, pero por si acaso se vuelve insoportable, el Sargento está autorizado en imponer la pena capital a todo aquel que atente con los intereses de nuestro gobierno - El Alcalde se quedo callado y ya no quiso hablar, el Presidente le dijo: escuche bien Sr. Alcalde, nosotros estamos muy bien enterado de todos sus movimientos chuecas en su comuna, de cómo a adquirido terrenos ilegal y lo a puesto a su nombre y su secretario, también como a alterado las votaciones municipales a su conveniencia, el Alcalde se quedó helado y muy asustado, pero el Presidente le ofreció una gran sonrisa y le dijo: Pero eso no nos interesa Alcalde, se puede quedar con esos tierra y lo ofrezco que ustedes sea un Terrateniente más de sus propias tierras, vera que le conviene más estarlas haciéndolas producir que tenerlas ahí intacta haber que es lo que pasa en el futuro, le ofrezco hacer parte de nuestra propia República, Esta de acuerdo? El Alcalde tenía todas las de perder y él mismo lo sabía, si su respuesta era negativa, hasta podía perder la vida, por todo lo que acababa de escuchar del presidente, así que no le quedó de otra de decir con un rotundo, ¡Sí acepto Sr. Presidente!













September 13, 2014

El Pelotón de Fusilamiento (Parte #4)


Pasaron los años en el pueblo de San Petunio, para ser exacto 17 años después del bautismo de Humberto. El Alcalde Patricio pareciera que perpetuara la Alcaldía hasta sus últimos días aquí en la tierra, los habitantes de San Petunio todavía no se explicaban que en todas las elecciones municipales él siempre salía victorioso; pues ya a nadie del pueblo le simpatizaba, al principio de su mandato municipal tenía una gran popularidad y aceptación en todo el pueblo, pues era joven, dinámico y siempre se prestaba para ayudar a su pueblo querido, pero conforme pasaban los años en San Petunio, se volvió viejo, amargado e indiferente ante la problemática o necesidades de su pueblo. Perteneciente al partido Conservador, su labor en la Alcaldía municipal se resumía a robar a lo descarado y lo legalizaba con su secuaz secretario Rafael, que también llevaba una parte de la tajada; estaban comprando terrenos municipales que estaban deshabitados por precios risibles, su secretario emitía la compra y venta de esos terrenos y todo tenía escrituras de propiedad conforme a la ley; ambos tenían unos hermosos ranchos en el centro del pueblo de todo ésa corrupción que nadie se daba cuenta y los otros terrenos abarcaban grandes hectáreas de muy buenas tierra, pero al Alcalde no le interesaba hacerlas producir, él le estaba apostando al futuro, al crecimiento plusvalía que con suerte la población de San Petunio iba creciendo año con año; nunca le interesó habilitar agua potable al pueblo, pues decía que para eso había pozos, jamás tuvo la tentativa de instalar luz eléctrica habitacionales, pues decía que para eso existía los candiles y para colmo nunca se interesó en hacer actas de nacimiento a ningún habitante de San Petunio, pues decía que con la acta de bautismo que emitía el padre Pedro era suficiente, era algo así como un pueblo fantasma. El correo llegaba al pueblo de San Petunio a caballo cada dos semanas, el recorrido lo hacían a dos días a caballo desde la cabecera departamental a San Petunio, por lo general llevaba y traía informes al Sr. Alcalde de los pormenores de su gestión hacia la capital del país, quien en esos momentos estaba gobernado con el mismo partido político de los Conservadores, casi toda la correspondencia era para la Alcaldía ya que la gran mayoría de los habitantes del pueblo no sabían leer ni escribir; pero había llegado una carta muy especial al Sr. Alcalde, de la Presidencia de la República, el Alcalde se sorprendió ya que jamás en lo que llevaba de gestión municipal había recibido una carta del  Excelentísimo Sr. Presidente, la abrió y la leyó, decía sin muchos detalles que era urgente que se presentará en la Capital de la República, en la casa Presidencial la fecha y la hora detallada en la carta con firma y el sello de la Presidencia. El Alcalde tenía muchas interrogantes, Por que él? Que era eso tan urgente? Que querría el Excelentísimo Sr. Presidente de él? salió al palco de edificio de la Alcaldía a respirar aire puro y disipar un poco su mente, y miro en el horizonte de la campiña de San Petunio que se avecinaba una gran tormenta.
 Humberto ya era todo un adolescente con sus 17 años cumplidos, a temprana edad de los 10 años ya le ayudaba a su padre en la faena de sus cultivos de maíz, frijoles y hortalizas, se había convertido en un joven fuerte y resistente, ante cualquier inclemencias, calor, lluvia, fatiga, mosquitos y todo el trabajo duro que conlleva su estirpe de campesino, trabajador y honesto. Su niñez fue la mejor de toda su corta vida, le gustaba ir al río de aguas cristalinas con sus amigos, pescar y sumergirse en ese bello río, sacar agua del pozo, recoger leña y treparse en los árboles frutales para comer sus manjares, le encantaba la leche de cabra y el queso que hacía su madre; corría los cerros con sus amigos de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba, se sentía felizmente agotado, se tiraba en la grama de los cerros y sentir esa suave brisa mirando al cielo con una sonrisa de ángel, no le pedía más a la vida con lo que tenia era feliz.














September 12, 2014

El Pelotón de Fusilamiento (Parte #3)


El día del bautismo había llegado para el pequeño Humberto, su padre Antonio y su Madre Marta estaban muy nervioso por el festejo, pero habían planeado desde hace muchas semanas de anterioridad éste gran evento; habían sacrificado una vaca, dos cabras, siete gallinas y dos cerdos, ya que la celebración por lo general duraban dos o tres días. Aunque los campesinos no vivían uno cerca del otro, se ayudaban mutuamente para esos eventos, con más ahínco las mujeres, que eran la encargadas de cocinar y servir a todos sus invitados, por suerte Marta tenía mucha ayudas de sus amigas y se repartían las faenas; el papel de los hombres en esos eventos eran sacrificar a los animales y destazar, sin faltar la fabricación de el aguardiente hecho en casa, o como decían ellos: hecho en el monte. Fermentaban cáscaras de piña y manzanas, haciendo agujeros en la tierra quedando sepultados por días hasta que el ciclo de fermentación terminaba, después lo destilaban, quedando una bebida embriagante digna de dioses.
 Bajando los cerros a tempranas horas de la mañana iba Antonio con su familia en la carreta con su yunta de bueyes, con su pequeño hijo Humberto vestido todo de blanco para la ceremonia del bautismo, su esposa iba muy inquieta y le dijo a su esposo: sabes Antonio lo que no me gusta es que la fiesta la haremos en nuestra casa - ¿Y que? le respondió Antonio - pues es el cerro más alto de San Petunio dónde vivimos y será una tortura para nuestros invitados subir, hubieras buscado otro lugar dónde vivir -   Le reprochaba su esposa con frustración - Antonio un poco enfadado le contestó: son tierras fértiles para nuestras cosechas y animales, recuerda que nos fueron heredadas por mi bisabuelo, son tres generaciones y con nuestros hijos serán cuatros generaciones, es bello nuestro cerro y si lo piensas bien tiene otra ventaja, si Dios manda otro diluvio seremos nosotros los primeros sobrevivientes - Marta se le quedó mirando con fastidio pero pensó que era mejor quedarse callada, pues a su marido no se le podía presionar mucho. Llegaron al claro donde se divisaba el centro del pueblo y la imponente Iglesia colonial de San Petunio.
 El padre Pedro comenzó la homilía solemne, leía algunos pasajes de la biblia dónde hacia énfasis en
la importancia del bautismo; su sermón trataba de lo mismo, que todos sin excepción éramos llamado hacer hijos de Dios todopoderoso, que como las fuerzas del mal se cernía en el pueblo de Dios pero teníamos que ser fieles a la Iglesia y sus dogmas, para poder encontrar la redención, y al final de los tiempos el bien iba a prevalecer contra el mal. Cuando terminó la homilía el padre Pedro se dispuso a bautizar al pequeño Humberto, su padre Antonio y su esposa Marta con su hijo se pusieron enfrente de la pila bautismal, inclinaron a su pequeño hijo desnudo de su diminuta cabeza y el padre Pedro tomó una pequeña charola de plata con agua bendita y dijo: Humberto es tú nombre y yo te bautizo en el nombre, del Padre, Hijo y Espíritu Santo. El bebé lloró cuando fue mojado su pequeña cabeza que hizo eco dentro de la Iglesia de San Petunio, las palomas que estaban afuera sobre el techo de la Iglesia volaron a plenitud. Salieron de la ceremonia bautismal, en frente de la Iglesia su bello parque, era todo tan mágico y hermoso, sus comerciantes artesanales esperaban que la multitud de los fieles salieron de misa para comprar sus productos, todas clases de comidas típicas y un buen conjunto de músicos con marimba; Humberto y su familia salieron directo a su cerro, pues no había tiempo que perder, los invitados ya estarían ansiosos.
 La fiesta del bautismo de Humberto ya había comenzado en lo alto del cerro, los invitados llegaban poco a poco, apareciendo en medio de la vegetación con sus sencillos pero bellos regalos, hecho con mucho amor y sinceridad. Las mujeres estaban en su dura faenas de servir y estar atenta que nada faltara, aunque algunas de ellas tomaban aguardiente a escondidas de sus esposos, porque decían que eso les daba mayor energía, pero como sea Marta se sentía feliz por tener tan buenas amigas.
 Todo era felicidad y dicha arriba de aquel cerro, ahí estaba el padre Pedro con su gente celebrando también, aunque el sabia que ellos tomaban aguardiente eran rudos y toscos, pero a Pedro eso no lo incomodaba y menos le daba importancia, pues estaba con su gente que él amaba y que daría su vida si fuera necesario por ellos: al padre Pedro le servían a plato lleno de todos los manjares que ahí habían, con frutas y refrescos, pues el era la voz divina encarnada en la tierra, el padre Pedro se sentía halagado pero le suplicaba a las mujeres que ya no le sirvieran mas comida, pues le decía que si seguía comiendo así, bajaría el cerro rodando; También estaba ahí Pascual el veterinario del pueblo, festejado en medio de todo los hombres, comiendo y bebiendo aguardiente, Pascual devorando con sus manos unas deliciosas costillas de cerdo asada con leña, les decía a todo ellos: esto es lo bueno de ser veterinario, te comes los animales que curas pero con la seguridad que están sanos, pues llevan mi firma de garantía y así todos somo felices; todos se reían a carcajadas, así pasaban las horas tomando y comiendo, disfrutando los frutos de su esfuerzo y la bondad de la madre tierra, los hombres se emborrachaban y hablando de sus buenas cosechas, y embriagado se echaban a la imaginación también, contado de las almas en penas que ellos miraban por la noche en el monte y como salía una mujer vestida de blanco que llamaba a los hombres para seducirlos, pero si no eras precavido te llevaba a los confines de la locura, los niños que estaban ahí presente temblaban de miedo por los cuentos de terror que los adultos contaban, fue así que la fiesta del bautismo de Humberto se prolongo por tres días.








September 11, 2014

El Pelotón de Fusilamiento (Parte #2)


San Petunio era un pueblo pequeño, pobre, olvidado por muchos, pero recordado por pocos; su población era un poco más de ochocientos habitantes, en el centro del pueblo había una Iglesia de tipo colonial con un hermoso campanario, que les recordaba a sus habitantes que era la hora de redimir sus faltas y así poder tener derecho a un lugar en el cielo; el párroco de la Iglesia era un hombre joven llamado Pedro, así como el nombre del apóstol; para las chicas del pueblo era un hombre apuesto e inteligente, se lamentaban que era cura y de no poder demostrar sus encantos femeninos; pero eso era una verdadera realidad, el padre Pedro así como lo llamaban su pueblo querido y amado, se hacía respetar y cumplir sus votos sacerdotales al pie de la letra, él decía que era el encargado de civilizar al pueblo, por medio del amor y la redención; el Padre Pedro era el puente entre lo divino y lo terrenal; sus sacramentos de mayores impacto en el pueblo de San Petunio eran: bautismo, casamiento y la extremaunción, que no era otra que darle la absolución de los pecados al moribundo, al fallecido o apunto de fallecer. También el pueblo de San Petunio tenía una barbería, su propietario era don Roque, un hombre gordito y simpático, entre los hombres era el más fanfarrón, don Roque le sabía la vida a todo el pueblo, revés y derecho, su negocio era propicio para eso, cuando llegaba un cliente, siempre que le cortaba el cabello o la barba, le empezaba a cuestionar, algo así como: queriendo pero a la vez como no queriendo saber. San Petunio no tenia escuela alguna, pero a cambio de eso tenía una alcaldía, que era la encargada de manejar las cuentas del pueblo, que al decir la verdad, al pueblo nunca le salían las cuentas, manejado por el déspota don Patricio y su secretario Rafael. El pueblo tenía un solo parque recreativo, que quedaba en el centro de todo y en el lugar de la nada, en un extremo estaba la Iglesia del padre Pedro y en el otro extremo la alcaldía de don Patricio, por un costado del parque estaba a la intemperie un pequeño mercado donde los campesinos comercializaban sus productos agrícolas de esas largas y fatigosas faenas.
 También había un veterinario que se llamaba Pascual, quien era el encargado de curar a todos los animales de San Petunio, las personas del pueblo quedaban muy agradecidos cuando le curaban sus animalitos, pero como la gran mayoría carecía de dinero le pagaban con gallinas, huevos, pavos, patos y algunas veces con cerdos; don Pascual no salía de su asombro y decía: que paradoja de la vida, yo curo los animales y después me los traen para que me los coma. En ocasiones la desesperación de las personas del pueblo, le llevaban sus familiares moribundos por falta de médicos, Pascual muy preocupado no los quería curar, pues decía que lo suyo eran los animales, los familiares muy enfadados le decían a Pascual: Y no la gente de la capital dicen que somos unos animales pues; pero Pascual se rehusaba, hasta que miraba que un familiar del moribundo desenfundaba su machete y lo amenazaba diciéndole: si se muere, también tú te vas con él!!! A Pascual no le quedaba otra opción que irse a lavar sus manos en una charola así como Pilato, y respondía: que conste, que si se me muere no es mi culpa!!!! Cuando decidía de curar al enfermo eran torrentes de sudor por todas parte de su cuerpo, que hasta le cegaba la visión por el sudor, pues él mismo decía: cuando es un animal no mucho me importa que se me muera, pues se que al final terminara en mi sartén.
 Alrededor del centro del pueblo, estaba rodeado por colinas y un rió hermoso, que es donde vivían y tenían sus siembras los campesinos, aunque pobres pero vivían felizmente, con el sudor de su frente trabajaban la tierra, pero a cambio la madre tierra les daba los buenos frutos de su duro trabajo,
criando animales de consumo humano, como: gallinas, patos, pavos, cerdos, cabras y vacas. Todos ellos eran autosuficiente, ellos no necesitaban de dinero para sobrevivir, cuando querían efectivo, iban al centro del pueblo con su yunta de bueyes, llevando el rico producto de su fuerte pero noble trabajo, los vendían a un buen precio, lo suficiente para suplir sus necesidades. Ellos eran muy unidos pero a la vez eran muy poco tolerantes, directo al grano sin rodeo era su modo de vivir, simple pero dura. En la colina más alta de San Petunio, era el hogar de don Antonio un hombre rudo pero de corazón noble, su familia se componía de su esposa Marta, su hija mayor Julia y su pequeño hijo que acababa de nacer le llamaron  Humberto. En pocas semanas cumpliría un año el pequeño Humberto y lo llevarían al centro del pueblo a que lo bautizara el padre Pedro, ya que sus creencias era que si no bautizaban a su bebé, el demonio tomaba posesión de ellos y los volvían rebeldes en algunos casos crueles, don Antonio ya tenía todo preparado para el bautismo de su hijo, su fiesta e invitados, la Iglesia con el padre Pedro también estaba preparada para recibir al futuro pequeño laico, Humberto....