Bitácora Del Virus (Parte #3)

  

A los dos días de estar mi esposa en el hospital, le dieron de alta, salimos como entramos, frustrados, desanimados, con incertidumbre, y mi esposa mas infectada del virus que nunca. Seria injusto echarle la culpa a todos los trabajadores de salud, para ser justo fue al doctor que le dio el aval a mi esposa que podía salir del hospital, supuestamente "sin correo riesgo de muerte" o mas bien quedaría como una pregunta; pero a ciegas confiamos en el profesionalismo de esa persona, una mala idea por cierto, mas aun cuando se rata de jugársela entre la vida y la muerte; pero confiamos también que el virus tenia mas de una año entre nosotros (los seres humanos) pensábamos que los médicos tenia una idea bastante clara cual era el comportamiento del virus en el organismo humano, una mala conclusión por cierto.

 La segunda noche después de haber salido del hospital mi esposa ya no pudo respirar, otra mala decisión, yo por no haber tenido el carácter de obligar a mi esposa llevarla la primera noche al hospital, porque ella me persuadía diciéndome "Ya me pasara" pero también estaba bastante perturbado por el constante deterioro de la salud de mi esposa, entrando y saliendo de la habitación donde se mantenía aislada del resto de la familia; cada vez que ella me llamaba para auxiliarla y yo entraba en contacto con ella, sabia muy bien el peligro en lo que estaba expuesto, sabia que me estaba arriesgando demasiado, aunque la verdad nunca le he tenido miedo a la muerte, pero pensaba en mis dos hijos pequeños, ellos no tienen a nadie mas que a su mamá y papá; así que me tenia que cuidar por ellos, pero a la vez no podía dejar morir a mi esposa, ni a la madre de mis hijos, era una encrucijada demoniaca, pero en esos momentos no le podía fallar a ella, aunque eso me costara la vida, así es que me expuse ante el virus innumerable veces.

 Llame a emergencia, era cuestión de vida o muerte, se la llevaron al hospital mas cercano, yo iba detrás de ellos, rogando al cielo que todavía no me la fueran arrebatar de mi lado ni de mis hijos, fue la peor desesperación que he tenido en mi vida, pero ni cuando estuve en la guerra civil estaba tan desesperado, todo era incertidumbre, desaliento, confusión y desolación.