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Novato de la literatura y de la vida...

May 13, 2017

El Purgatorio (Capítulo 2)

  Dos meses después... Emilio estaba en el turno de noche patrullando como de costumbre, su superior le había dicho que trabajara en la oficina de la comisaría en los tedioso papeleos mientras pasaba su duelo por la muerte de su abuelo, Emilio se lo agradeció pero lo rechazó, ya que en la calle se sentía más útil y era su mejor terapia para no pensar tanto en su querido abuelo. Tenía estacionado su patrulla abajo de un puente que arriba pasaba la interestatal, era un lugar aislado de las​ grandes urbes, solitario con muy poca luz; Emilio le gustaba está clase de lugares rurales fuera de la zona metropolitana, pero por una razón, era el lugar perfecto que prefería los mentes torcidas, donde pueden esconder sus víctimas, violarla y hasta asesinar a sangre fría; era de esas clases de personas si se pudiera llamar de esa manera, que prefería Emilio atrapar, le daba mucha satisfacción sacar de circulación a los malhechores para que ya no puedan hacerle más daño a personas indefensas. El motor encendido con las luces apagadas era lo ideal para camuflaje nocturno, el motor del vehículo era casi audible, en la oscuridad de su patrulla miró su reloj de pulsera, eran 12:55 AM. Casi la una de la madrugada, recordó a su abuelo, era inevitable, siempre le decía que en las horas de las madrugadas eran cuando los espíritus deambulan, aunque él nunca lo tomó en serio lo que le decía sobre espíritu; para Emilio todo era blanco o negro, no existía nada sobrenatural; pero como sea, para él todos eran libres de creer en lo que quisieran, siempre y cuando respeten a las demás creencias o no creencias; de un momento a otro paso arriba de él, por la Interestatal un automóvil a toda velocidad que Emilio pudo ver tan sólo su sombra; movía su cabeza de desaprobación, pensó que mejor se hubiera puesto sobre la carretera para medir la velocidad de los motoristas locos, ya que eran tan peligrosos como cualquier psicópata; a su lado izquierdo sintió una mirada, aquellas vibraciones que no necesitas mirar para saber que alguien te está observando; miró de reojo despacio entre la maleza oscura, para su sorpresa miró que era una niña cómo de unos ocho años de edad que lo observaba fijamente; a Emilio se le puso la carne de gallina, ni pensó en sacar su arma de fuego; su mente trabajaba a toda velocidad en fracciones de segundos, tenía más preguntas que respuestas; no cabía en su mente como una niña estuviera sola en un lugar oscuro, entre malezas y lo peor que no había ninguna vivienda a muchas millas a la redonda de ese lugar inhóspito; lo primero que se le vino a la mente de Emilio fue que quizás era una niña raptada, que su verdugo la había llevado a ese lugar, pero de alguna forma se la había arreglado para huir; Emilio encendió las luces de su patrulla para ir donde estaba la niña cómo a unos veinte metros donde se encontraba él, pero se dió cuenta que la niña se introdujo sobre la maleza perdiéndose allí; Emilio llegó lo más cerca donde estaba la niña púes no podía seguir en automóvil por que no existía caminos más allá; se bajó de la patrulla inmediatamente con linterna en mano y gritando que era policía, que no tuviera miedo ya que estaba para ayudarle, pensó que quizás la niña se había confundido pensando que era la persona que la tenía cautiva, por eso Emilio gritaba a todo pulmón y corría entre la oscuridad con su linterna hasta que resbaló dando vueltas sin control a lo que parecer era una hondonada, no paraba de dar vuelta cuando cayó sobre un piso de tablas de madera; se levantó algo avergonzado pero para suerte de él no había nadie que se riera de el; buscó la linterna afanosamente hasta que la encontró a unos pocos metros donde él se encontraba, la había soltado sin darse cuenta cuando rodaba en ese extraño lugar, quiso encender la linterna pero no funcionaba, le daba golpes con sus manos pero nada de eso funcionaba; pensó que en la caída de había estropeado; se le vino a la mente que lo mejor era llamar por radio para pedir apoyo, pero se daba cuenta que la radio había perdido su alcance de cobertura; será mejor así pensó, como podría dar explicaciones a sus compañeros policía sobre lo sucedido, lo podrían tomar como un loco porque ahora no estaba tan seguro de ver visto a esa niña de vestido blanco, tal vez fue una alucinación por la muerte de su abuelo pensó. Observó más detenidamente el lugar donde se encontraba, era un camino largo y ancho, hecho con tablas de madera, Emilio jamás había visto ese camino, no tenía idea dónde se encontraba; al inspeccionar mejor el lugar, miró al otro extremo del ese camino a la niña de vestido blanco que lo estaba observando enfrente del camino; Emilio pensó que era un juego de mala broma, quiso regresar a su patrulla, pero ahora no estaba seguro de nada; decidió ir al final del camino y darle una lección a esa mocosa... Cuando iba cruzando ese camino vino una espesa niebla y nubes oscuras como si el cielo se quisiera caer, empezó hacer más frío de lo habitual; Emilio se ajustó más su chaqueta, en medio del camino ya no se miraba el otro extremo por la espesura del lugar, de entre las nubes oscuras salía una bandadas de pájaros negros, Emilio sin darse cuenta ya no iba vestido con el uniforme de policía, era un civil más...

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