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Novato de la literatura y de la vida...

February 10, 2017

El Teorema (Capitulo 11)

  Flavio miró como esa espada letal iba en dirección vertical a su frente a toda velocidad, exactamente en medio de sus dos ojos, como queriendo dividir su rostro en partes iguales; pero fue tan rápido en sus reflejos para quitarse ese golpe mortal que ni él mismo se lo podía creer; Flavio todavía sobre el suelo pero luchando por su vida, le dió una patada en la rodilla de su oponente donde tenía el pie de apoyo, haciendo que perdiera el equilibrio corporal, lo suficiente para desenvainar su otra espada de su costado; con rapidez y furia lo llevó hacia la garganta de su oponente, cortándole el habla junto con su vida. Al parecer la guerra había terminado, un escenario desalentador para ambos bandos; Flavio volvía a tener esos episodio de lagunas mentales, creyó que lo vivido anteriormente quizás era producto de sus pesadillas como todo guerrero lo sabe tener; caminaba con su herida en su costado, tapado con su mano izquierda y en la otra mano iba empuñando hacia abajo su mortífera espada; iba camino entre los cadáveres, recordaba algunos compañeros de lucha y unos cuantos enemigos; su dolor era inmenso que casi no podía caminar, llevó su mirada hacia su costado donde le había infringido la mortal herida, al mismo tiempo abría su mano izquierda donde tenía presionado su costado; era de espanto, profunda y letal, un corte limpio sin dudas; Flavio podía ver partes de sus intestinos, sentía náuseas creía que de un momento a otro desmayaría, pero sí quería sobrevivir tenía que sobreponerse; primero tenía que salir de esa carnicería, el fuerte olor a sangre era lo más desesperante para Flavio. Con las pocas fuerzas que le quedaba a Flavio, logró llegar a la orilla de un pequeño río, se arrodilló para beber agua y limpiarse la herida de batalla, cayó de rodillas estrepitosamente con las últimas fuerzas que le quedaba, soltó su espada de su mano derecha para beber agua, cuando quiso meter su mano en el manantial se llevó una desagradable sorpresa, el agua estaba rojiza mezclada con la sangre de todos aquellos que habían entregado sus vidas en esa batalla, miró su rostro en el reflejo de aquella agua sangrienta; su rostro era de un hombre asiático con vestimenta de samurai y recordó todo de ésa vida que hoy tenía, en su memoria recordó el último hombre que había asesinado, era el espíritu maligno que había matado a su único hijo, le había dado seguimiento por muchos años, se hizo samurai no por las luchas feudales ni por el honor que todo samurai profesaba y del cual se sentían orgullosos, era porque no tenía otra alternativa para llegar a su objetivo, vengar la muerte de su hijo; de sus labios salieron las palabras: fue mi decisión!! En esos momentos del cielo cayeron una lluvia de flechas que algunas impactaron el cuerpo de Flavio, eran los arqueros de los samurais enemigos; Flavio sin mirar atrás para darse cuenta quien eran, no lo quiso hacer, pues ya sabía quienes eran, sus enemigos del infortunio; se inclinó más aceptando su muerte, apretando sus labios y sus ojos del dolor que mata, sólo quería que todo eso que sentía se terminará de una vez, el cielo se hizo rojizo como el manantial y una bandada de cuervos llegó arremeter con él, con las pocas fuerzas que le quedaba tomó su espada y se la incrustó en su abdomen, haciendo el ritual del Harakiri para no morir en deshonra en manos de sus enemigos....

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