La Comedia del Pobre (Quinta Parte)

 

Jerónimo y su padre Gregorio, con empujones, tirones de ir y venir, pudieron salir del transporte público; siempre era la misma locura de siempre y sumado al estrés producido por el transporte público, era motivo suficiente para terminar el día con mal humor; así es que llegaron a su humilde hogar sin decir una palabra, tan sólo saludar a su querida madre y ella muy acongojada le daba gracias al altísimo por haber permitido sacar de la cárcel a su hijo, sano y salvo.
 Eran las diez de la noche y Jerónimo no podía conciliar el sueño tanto por el calor de la noche húmeda como también por lo que le había tocado vivir desde que decidió unirse a la protesta pacífica, que al final no terminó tan pacífica como él lo había pensado, pero como sea iba aprendiendo la cruda realidad de la política de su país, que después de todo era sólo una caricatura de lo que se suponía fuera una política para el pueblo y por el pueblo. Jerónimo se levantó de su cama y divisó sobre la ventana de su habitación descolorida la silueta de su padre que estaba fumando un cigarrillo en el pequeño patio de su humilde casa; Jerónimo salió al patio donde estaba su padre, él de reojo miró a su hijo dándole una calada a su cigarrillo - No puedes dormir? Preguntaba el padre - No papá, pienso en muchas cosas a la vez, decía el hijo - Como que? Preguntaba el padre mirando el cielo estrellado y de fondo los cantos de los grillos - lo bendecido que me siento tenerte a mi lado, decía el hijo, siempre me salvas de mis infortunios - su padre se le dibujó una sonrisa sarcástica en sus labios, es hora que pienses bien lo que haces con tú vida, yo no estaré siempre aquí para protegerte, es el ciclo de la vida, ya tú sabes - Lo sé, es que se me hace muy pesada esto de la pobreza, yo se que siempre nos dice que no hay que renegar lo que la vida nos da, pero esto de la pobreza se me hace una broma de mal gusto, decía Jerónimo - su padre dándole otra calada a su cigarrillo y mirando el horizonte nocturno le dijo: no te preocupes cada quien puede pensar lo que quiera, siempre y cuando tengas un corazón noble - gracias papá, pero estos políticos son unos farsantes, decía Jerónimo con resentimiento - ellos son unos delincuentes vestidos de políticos, al igual que nuestra policía, sólo se disfrazan para hacer sus fechorías - crees que esto alguna vez cambie? Preguntaba Jerónimo, mirando el cielo nocturno también - eso es como decirle a la zorra que devuelvan a los pollitos, a ellos no les conviene terminar con la pobreza y la ignorancia que han tenido sumergido a su mismo pueblo, por eso el que nace pobre, pobre se muere, decía el padre desanimado - Por que regresaste a este país cuando vivías en el extranjero? Preguntaba el hijo - Fueron muchas cosas, pero lo principal fue que me hacían mucha falta, tu madre, tus hermanos y tú, respondía el padre - pero haya te iba muy bien económicamente hablando, decía el hijo, por que no nos llevaste contigo? - su padre lo miró con mucho cariño a su hijo, y le respondió: no es tan fácil como parece, ser un extraño en un país extranjero, no lo miran con agrado algunos políticos de esos países también, y decidí que si tengo que sufrir pero que sea en mí país junto con mí familia - fue por el maldito racismo, verdad? decía el hijo - No hijo, la discriminación de no tener documentos, aunque admito que tienen un poco de razón, ya que sin documentos es fácil para los forajidos esconderse y hacer sus fechorías, pero todo es la culpa de nosotros mismos los seres humanos porque así decidimos quien es quien y cual es cual, osea la divisiones sociales; pero ya es hora de dormir hijo, mañana será otros dia para empezar.
  Al día siguiente Jerónimo llegó a su lugar de trabajo donde trabajaba de mil usos por un sueldo de hambre, pero lo que vio no le gustó para nada, vio a sus compañeros de trabajos que lo miraban como un bicho extraño, lo esquivaban lo más que podía, eso solo significaba una cosa, el despido laboral, el muy bien lo sabia ya que tambien el mismo se comportaba de esa manera cuando iban a despedir un compañero de trabajo, pero como fuera iba a enfrentar su cruda realidad, entró a la oficina donde la secretaria le ofreció una mirada de desprecio y altanería, diciéndole: tome asiento Jerónimo, el Licenciado quiere hablar con usted, se lo decía en un tono de repugnancia como si nunca hubieran sido compañeros de trabajo, aquel tono amable y aquella sonrisa sincera había desaparecido del rostro de la secretaría para con Jerónimo; a los pocos minutos timbro el teléfono de la secretaria y ella con un tono agradable decía: diga Licenciado, que se le ofrece? cuando la secretaria termino la llamada, se puso seria y con desprecio le dijo a Jerónimo que fuera a la oficina del Licenciado, que él lo estaba esperando, Jerónimo se levantó con mucha vergüenza, iba directo a su futuro incierto, susurrando para si mismo "maldito servilismo". Entró a la oficina del Licenciado y recibió de parte de él más de lo mismo, menosprecio, repugnancia e indiferencia; se iba entre las ramas, explicando el motivo de su despido, que una persona que había estado en prision para la compañía era un mal precedente y era un peligro para su reputación de la empresa, ya que todos sus trabajadores eran personas dignas y honorables.... Jerónimo miraba por la ventana de la oficina del Licenciado, como hipnotizado, la voz de él la escuchaba muy lejos de sus pensamientos que divagaban por aquel mundo de las injusticias sociales....