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Novato de la literatura y de la vida...

June 17, 2016

La Comedia del Pobre (Segunda Parte)

   
 En esos momentos tan cruciales y determinantes para la vida e integridad de Jerónimo, se le venían a su mente en una fracción de segundo como salvar su pellejo y a la vez no salir tan humillado en esa situación tan peligrosa; su corazón latía tan rápido y fuerte que sentía esa sensación en su garganta, sus ojos estaban abierto hasta donde lo permitía sus párpados, sus pulmones trabajaban fuertes y rápido también, entrando y saliendo bocanadas de aire en su garganta, pero Jerónimo no le quitaba la vista a las macanas de los miembros de la policía anti-disturbios; la primera opción que se le vino a su mente y por cierto la más lógica, era salir corriendo a toda velocidad, pero su orgullo de adolescente no se lo permitía pues estaba a pocos pasos de convertirse en un hombre de verdad y salir corriendo como un cobarde no era una buena opción para Jerónimo, sólo tenía que esperar unos años y convencer a Raquel su actual novia que consumaran el noviazgo y así sería un hombre de verdad; cuando se lo propuso por primera vez a Raquel, ella con mucha duda le pregunto: pero acaso lo que hay que consumar es el matrimonio y no el noviazgo? Jerónimo puso cara de idiota atrevido y con una risa nerviosa le respondió: pues así ya no tenemos ese requisito cuando nos casemos... en esos instante Raquel le dio una cachetada a Jerónimo que hasta un perro callejero que estaba al lado salio corriendo con el rabo entre las patas mirando hacia atrás con miedo ante ese acto irrespetuoso. Otra opción era enfrentarse con ellos que sonaba más sensato para la mente rebelde de Jerónimo, pero no tenia con que enfrentarse, miraba al piso y solo miraba piedras demasiado pequeñas para hacerle algún daño o intimidar a los agente anti-disturbios; de un momento a otro los ánimos caldearon y sus demás compañeros de lucha empezaron a enfrentarse con lo que tuvieran a mano contra los agentes del orden público, Jerónimo sintió una subida de adrenalina y también se unió al frenesí; su respiración era más alocadamente endemoniada, el sudor de su frente caía en sus ojos y sentía otra vez ese ardor en sus ojos de los mil demonios, trataba de limpiarse con sus dedos pero sólo hacía alborotar más su propio sudor, su visión era limitada por el pañuelo color rojo que cubría una parte de su rostro, era como si mirara con unos binoculares pero de corto alcance y visión borrosa, dentro del pañuelo escuchaba su mismo respirar agitado por el momento, decía entre dientes con furia pero sin que nadie lo escuchara tan sólo él mismo: hijos de puta.....!!!! Luego escuchó unas detonaciones todos sus compañeros de lucha corrían despavoridos alejándose de la policía anti-disturbios, Jerónimo titubeó por unos instantes pero la razón le dio la respuesta que necesitaba, salió corriendo también como loco empedernido, su respiración dentro del pañuelo era más alocada, quería tragar saliva pero tenía su boca seca por el miedo, se sentía tan cobarde que sentía rabia de él mismo, luego escuchó más explosiones y un sonido agudo que venía detrás de él hasta que impactó en su espalda, arqueó todo su cuerpo y alzó sus brazos al cielo en señal de derrota, cayó sobre el suelo y se revolcaba como hacen los canes cuando se dan un baño de tierra, pero sin alegría tan sólo un dolor fuerte en la espalda, recordó en las noticias unos meses atrás que la policía anti-disturbios había adquirido balas de goma para apaciguar a los revoltosos, aunque de mala gana las compró el gobierno, ya que para ellos eran más efectivas las balas de plomo, usaban aquel lema que decía: muerto el perro se acaba la rabia... pero la comunidad internacional ya había tomado cartas en el asunto y había amenazado al gobierno de fuertes sanciones si andaban de nuevo matando a la población civil a diestras y siniestras, así que las compraron a regañadientes, como fuera, pero Jerónimo ya había experimentado el nuevo apaciguador, en cuestión de segundos un grupo de los agentes del orden muy bien protegidos, le caían al pobre Jerónimo a garrotazos limpio, sin piedad, Jerónimo sólo alcanzó a ver las macanas en todo lo alto y con desesperación les gritaba: No!!! No!!! No!!!.. y cuando lo estaban apaciguando con las macanas, Jerónimo gritaba: hay!!! hay!!! hay!!! Después todo fue oscuridad para el pobre Jerónimo....

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