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Novato de la literatura y de la vida...

June 4, 2014

Una Noche En Penumbras

 
 Fue una noche épica como muy pocas los hay en una ciudad convulsionada por el pillaje, era alrededor de 11:00 pm, cuando sentimos un gran fuerte temblor que sacudió todos los cimientos de nuestros hogares y viviendas, estimado en 6.7 a escala de Richter una magnitud considerable para un simple temblor. Todos salimos de nuestros hogares como íbamos vestidos, los hombres en calzoncillos y las mujeres en batas, a excepción de don Toribio que salió como Dios lo trajo al mundo, pero era un viejo muy agradable a sus 60 años era más jovial que cualquier joven de esa época, siempre fue un viejo muy servicial con todos los vecinos y vecinas de nuestro barrio y hoy más que nunca que necesitábamos estar unidos y ayudarnos unos con otros, porque sencillamente en esos tiempo y creo que hasta hoy en día las autoridades brillan por su ausencia, osea les importa un carajo lo que a ti te suceda. Pero bueno continuando se armó un caos descomunal y el más valiente del todo el barrio un tal Ramiro se desmayó junto a la par de una anciana como de unos 70 años, que también cayó sobre el piso desmayada,  pero solo levantamos a la anciana del suelo para ponerla en resguardo para que no fuera aplastada por la multitud, a Ramiro lo dejamos tirados sobre el suelo como pensábamos que era el más macho del barrio dijimos que se podía cuidar de él mismo.
 Quedamos sin energía eléctrica esa noche y pudimos escuchar las noticias local por medio de radios con baterías, decían que era necesario que improvisáramos carpas para dormir a la intemperie porque era muy peligroso dormir en nuestras viviendas por las réplicas que continuaban muy frecuentemente y tenían que evaluar en los próximos días si las viviendas sería nuevamente habitadas por los daños causados por los temblores, así que nos pusimos manos a la obra ayudarnos unos con otros para improvisar dormitorios a la intemperie, un trabajo agotador pero reconfortante para todos aquellos que son solidarios con los demás.
  Era un barrio muy grande más de mil viviendas, los ladrones empezaron hacer de las suyas, como vieron las casas deshabitadas y habían muchas cosas de valor, aprovechando así la oscuridad de la noche a despojar por cuanto pudieron, entre los hombres y jóvenes empezamos a tomar medidas para vigilar el barrio en todo el perímetro posible, nos fuimos en grupos de seis algunos con armas de fuego, otros machetes y bates de béisbol. El grupo que yo iba teníamos el deber de vigilar un gran perímetro pero juntos como íbamos era imposible, decidimos dividirlo a la mitad, yo me quedé con don Toribio y Ramiro, que por cada réplica se desmayaba y teníamos que cargarlo hasta que reaccionara, vaya valiente grupo, pero lo peor que solo llevamos un machete y nuestro valentía que tal vez nos servía de algo, fuimos los tres con lámparas para alumbrar esas penumbras, cuando habíamos caminado algunos metros se vino otra réplica Ramiro como siempre se desmayó con todo y machete, don Toribio y yo nos quedamos quietos hasta que pasara el temblor y así fue, luego escuchamos unos ruidos dentro de una vivienda, don Toribio me dijo que entraramos para inspeccionar, le dije que si, entramos el viejo y el joven bobo sin el mache, con mucha cautela nos dirigimos con nuestras lámparas de mano donde provenía el ruido y no tardamos de encontrar a los ladrones, eran tres cuando nos vieron que les Alumbramos los rostros salieron corriendo para afuera de la vivienda, pensaron que éramos más personas y veníamos armados, yo le dije a don Toribio que nos detuvieramos y dejar marchar a los ladrones , estaba claro que estábamos en una fatal desventaja, pero don Toribio fue más allá y corriendo detrás de ellos les gritó: Mal nacidos!!! No huyan cobardes!!!  Hijos de cien padres cada uno de ustedes y todos bastardos!! Todos nos paramos en seco hasta los ladrones, los rostros de los ladrones voltearon hacia nosotros, observando muy bien que solo éramos dos, un viejo decrépito y un tonto joven, yo estaba parado a la par de don Toribio y sin quitarle las miradas a los ladrones le dije en voz baja a don Toribio: Por que les dijo eso? acaso no ve que estamos en una clara desventaja? Don Toribio encogiéndose los hombros, como no dando tanta importancia al asunto, me dijo: No se, toda la vida siempre le quise decir eso a alguien y solo se me ocurrió que este era un buen momento. Yo quería desaparecer en esos instantes porque ya sabía lo que venía, los tres ladrones formaron una sonrisa de desquiciados y sacaron sus afiladas cuchillas que resplandecían con la luz de nuestras lámparas, fue el momento que ahora nosotros nos tocó correr por nuestras vidas, ya casi dándonos alcance los ladrones cuando escuche un golpe contundente y un grito ensordecedor, a voltear para ver y era mi amigo Ramiro!! ( Ahora si era mi amigo heee...) le había dado a uno de los ladrones con la palma del machete, no con el filo sino con todo lo ancho del machete y se escucho ese sonido peculiar del pellejo cuando es estrellado con un objeto de metal, se revolcaba sobre el suelo del dolor y no dejaba de gemir, al otro ladrón Ramiro le dio con el filo en un brazo suficiente para que soltara la navaja y también quedó revolcándose del dolor, en esos instantes le rece a Dios y a todos los Santos habido y por haber, para que en esos instantes no volviera a temblar la tierra, porque sino caería desmayado Rafael otra vez, el otro ladrón muy nervioso se quería batir a duelo con Rafael dándome la espalda, allí aproveche en darle un gancho con toda mi fuerza en el lado de su oreja derecha, quedando desmayado para no levantarse más. Las noticias se expandió como pólvora y todos los vecinos hombres llegaron al lugar, tomando a los ladrones para darles un buen escarmiento, bueno para ser sinceros era más que todo diversión, que consistía en amarrarlos con un lazo de los pies en la parte trasera de una camioneta y conduciendolos en una calle polvorienta, todos hacían dos líneas recta en cada extremo donde la camioneta pasaban a toda velocidad junto con los ladrones amarrados en la parte trasera de la camioneta, y todos les daban puntapié a los ladrones a velocidades extremas, reían a carcajadas, gritaban jubilosamente, eran como niños con juguete nuevo. Pero a don Toribio y a mi era más que suficiente el susto que habíamos llevado y decidimos regresar a los toldos donde se encontraban los demás vecinos, don Toribio se fumó esa noche una cajetilla de cigarrillos, yo solo lo acompañe con tres cigarrillos y se notaba como nos temblaban las manos todavía del miedo. De un momento a otro salió el sol con todo su resplandor, a don Toribio se le salieron las lágrimas, era de esos hombres tan sentimentales que cada día que sale el sol se ponen a llorar, o tal vez fue porque no creía que volviera a ver otra vez los rayos del sol.
 Se entregaron a los ladrones medios muertos a las autoridades policiales, que no sirven de mucho; con los días llegó todo a la normalidad, pudimos entrar a nuestras casas sin problemas, casi siempre nos burlamos de nuestro amigo Ramiro, le decíamos con pánico: Está Temblando!! Él se tomaba con las manos su corazón, se ponía pálido y se le doblaba las rodillas, nos poníamos a reír de él, le decíamos que solo era una broma, Ramiro se incorporaba y nos decía: Hijos De Pu....!!!
  






















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