... Mis pensamientos se sumergia ansiosamente en una infinita espiral, de mi mundo interior; en el día trataba de comprender sobre supremo significado de la vida, y por las noches trataba de comprender el origen del mal. Trataba de explicarme a mi mismo el fatal encantamiento de los diversos destinos humanos, usando razonamientos agudos, cerrados y despiadados; surgían más dudas, más lagunas, y un montón de abismos desunidos.
Una noche me abandoné en el océano desconocido de mis sueños, a la deriva, para comprender el curso de mis pensamientos; poco a poco el sueño se iba despejando, cada vez más transparente. Era como una serie de velos superpuestos, descubrí mundos tras mundos. Al principio veía proyectarse mí vida pasada, inversamente en imágenes sucesivas; luego me reconocí a mismo bajo distintas figuras, con otras pasiones, en un pasado existencial. Y tras esos velos tenue, aparecieron otros semblantes desconocidos, extraños, enigmáticos, que parecían llamarme de nuevo.
¡Oh, Iluminación! ¡Reino de Ilusiones! ¿Son los sueños la cima del mundo, que tienen las fuentes secretas? ¿Eres el reservario de los poderes ignotos, que entremezclan los hilos que tejen todas las cosas, y todos los seres? Forman el vivido cuadro, de este vasto Universo. Sin lograr unirse entre sí, las corrientes de aquel caos uniforme.