Himnos contaron todos los países de América por su heroísmo, más aquel maldito día un crudo engendro se incubo en cada patria, en cada sociedad, germinó! Unos más tempranos que otros, en lo que no se tiene que admirar ni envidiar está tierra, tan sólo la ira de Dios.
Ahora es un mundo siervo, aquello que al orbe aterra. Ambición de pocos hasta el cielo aterra; en ellos otro Luzbel de alta osadía. Pero a nacido una pequeña luz en América, libre e indomable es su templo, inmensa su alma libertadora de pasmo y ufanía. Ardiente, esplendorosa; el mayor hijo de la altiva Diosa.