Sobre la pared de mi casa, miré ayer mi ataúd, dónde otras flores muertas de mí juventud.
Perdida toda la fuerza física, la vi en mis brazos expirar, como una alma tísica, reposando en mi cuerpo Otoñal, sobre recuerdos y quimerias; a la que no pude amar.
Para no ver mí rostro de amargura, tendí un pañuelo sobre mí faz. Y exclamé en lágrimas bañadas: ¡Mi Juventud! ¡Descansa en Paz!
Lenta lluvia descendía desde el cielo, las golondrinas iban a partir, y hasta la brisa parecía entre los árboles gemir.
Hasta los viejos amores de este servidor, en un crepúsculo Otoñal, vieron partir el fulgor, en ese funeral.
Alma sedienta de ideales, que tanto amó mí juventud, ¡Deshojar rosas 🌹 en su ataúd!
Y ¡Yo! Incansable peregrino, que el mundo cruza sin cesar, si vez otro entierro en el camino, ponte a rezar; porque habrá otro ataúd, dónde caerán flores muertas, sobre su juventud.
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