About Me: I was born in the most beautiful place in the Universe "Planet Earth" I love Literature in

My photo
Novato de la literatura y de la vida...

September 20, 2014

El Pelotón de Fusilamiento (Parte #10, Último Capítulo)

  

Al Sargento Marcos le llegaron rumor de un levantamiento armado campesino en el pueblo de San Petunio y actuó rápido, tenía en prision al barbero del pueblo don Roque y al cura también el padre Pedro por agitar las masas y oponerse al régimen constitucional; el Sargento sabía muy bien que tenía que ejecutarlos con rapidez porque entre más días estuvieran vivos la agitación nacional iría creciendo cada día más, debería fusilarlos sin demoras, porque sembrar el terror en la población era su mejor arma, la represión estaba a flor de piel. Había buscado las armas que había metido por contrabando en el pueblo pero no las pudo encontrar, entró en sospecha con el barbero porque se daba cuenta que muchos hombres entraban ahí y no se cortaban el cabello ni se hacía las barbas, pero le dio vuelta a su casa y derribando paredes y no encontró ni un arma, pero igual lo iba a ejecutar, solo se le pudo escapar Pascual que hoy era prófugo de la justicia.
  Humberto había seguido siendo participe de las ejecuciones, antes de disparar cerraba sus ojos y solo escuchaba los rugidos de los cañones y el desplome de los cuerpos inertes; creía que ya no tenía conciencia alguna ni redención en el cielo, pero los nuevos prisioneros le hizo cambiar de actitud, era don Ronque un gran amigo intimo de su padre y ni hablar del padre Pedro, quien lo bautizó cuando era aun un bebe; Humberto no podía creer que a ellos dos los tenía que fusilar el día de mañana a muy tempranas hora, Humberto llegó a su celda a dejarle el último plato de comida, el padre Pedro al verlo se levantó de su camastro y lo saludo: Hola Humberto, cómo has estado hijo? pero no obtuvo respuesta de él, solo agachó su cabeza y le entregó el plato con comida - Sabes Humberto se muy bien que tú me ejecutaras con tus compañeros el día de mañana, y solo quiero decirte que te perdono, porque tú no sabes lo que haces, otra cosa Humberto me duele mucho lo que están pasando todos ustedes, yo desde antes que tú nacieras los he bautizados, casado y darles cristiana sepultura como tiene que ser, con dignidad, y verlos así en esta situación, la verdad me rompen el corazón; Humberto levantó un poco su vista y el padre Pedro lo vio que estaba llorando, ten fortaleza hijo y el padre retiró su plato de comida, sentado en su camastro, comió y bebió con resignación.
 Por la madrugada iban a caballo el pelotón de fusilamiento con los dos prisioneros, el Padre Pedro y don Roque, amarrados arrastrados por el caballo del Sargento Marcos, el sol todavía no había salido cuando ya estaban en formación para la ejecución, el primer rayo de sol era la indicación para el fusilamiento, el pelotón ya estaba en formación de línea recta y enfrente de ellos los sentenciados a muerte, el Sargento estaba a la par de la línea de fuego, les dijo a los sentenciados: Alguna última petición? el Padre Pedro fue el que respondió: Ya acaben con nosotros de una buena vez. El Sargento sonrió de satisfacción y dijo: Pelotón: Carguen!! Todos cargaron sus fusiles, Apunten!! El Pelotón apuntó a los objetivos, en ésos momentos a Humberto se le vinieron todos sus recuerdos felices junto a su pueblo y su familia, dijo: Al diablo con esto!! Se salió de la fila con rapidez y disparó a sus cuatro compañeros por las espalda con su fusil, el Sargento estaba desorientado por lo que estaba pasando y cuando quiso reaccionar ya estaba Humberto enfrente de él con su fusil apuntándole en medio de los ojos al Sargento, Marcos tenía su mano en el cinto de su cartuchera tomando su revólver pero no tuvo lugar de sacarlo, Humberto fue más rápido, se le dibujó una sonrisa de ironía y le dijo a Humberto: te ordeno que bajes el arma muchacho ya no te metas en más problemas- Humberto le contestó: Vaya se a la mierda maldito bastardo!!! Y soltó el disparo directo en el rostro del Sargento, cayendo éste fulminado por el impacto de su muerte. El Padre y don Roque no podía creer lo que estaba pasando, de inmediato se les acercó Humberto para desatarlos, diciéndoles: vaya se que la guerra acaba de comenzar, el padre le respondió: si mi pueblo está en guerra, yo también. Los tres vieron a lo lejos como hacía explosión la guarnición militar y todo volaba por los aire, se escuchaban disparos y miraban como salía fuego de la Alcaldía, en unos minutos escucharon que venían a caballo a todo galope, era Pascual con sus revolucionarios, enfrente de ellos relinchaban sus caballos y los jinetes sedientos de justicia, Pascual enfrente de ellos les gritaba con euforia: Vencer o Morir muchachos!!! Todos montaron sus caballos y el padre Pedro también, para dónde vamos pueblo? Preguntaba uno, en busca del Alcalde que está en su lujosa hacienda!! Les gritó Pascual.
 Arriba de un cerro estaba la hacienda del Alcalde, estaban dos militares custodiando la entrada, vieron a lo lejos que el Padre Pedro venía caminando muy tranquilo con su tradicional sotana, se acercó a la verja dónde estaban los custodios, ellos no le abrieron y del otro lado de la verja le preguntaron al Padre: Porque anda libre Padre? El Padre les contestó: La misericordia me dejó en libertad - es mejor que se retire Padre, no queremos problemas- solo quiero hablar con el Alcalde, les dijo el Padre- la respuesta de los custodios fue negativa, bueno les dijo el Padre, solo déjenme que les lea un versículo y me iré, el Padre Pedro abrió su sotana y con ambas manos sacó dos revólver Colt 45 y los disparó en el pecho de cada custodio cayendo ellos fulminados por el impacto, con rapidez los guardó adentro de su sotana y tomó dentro de ella su fusil Winchester apuntando al candado de la verja haciéndola abrir, saliendo de los matorrales los jinetes entrando con rapidez en la casa de la hacienda, rodeándola por completo, el primero en desmontar fue Humberto, se dirigió a la puerta principal, le hizo dos disparos al cerrojo con su Colt Dragoon, todos entraron y el primero en salir a la sala de la casa fue el Secretario de la Alcaldía, muy sorprendido le gritó a Humberto: tú solo te has sentenciado a muerte!!! Humberto le apuntó con su rifle Henry Transition, y le respondió: tú también Secretario de mierda vete al infierno!! Disparándole en su pecho, cayendo sobre el piso con herida de muerte. El Padre se fue directo al despacho del Alcalde y ahí estaba él fumando su habano, no se sorprendió al verlo, y le dijo: así como trata a sus hijos Padre? - Tú no eres mi hijo y le apuntó en su rostro con su fusil Winchester, vete al infierno maldito demonio!!!! El Alcalde se quedó perplejo mirando el orificio del cañón y vio que de el salió fuego con una bala que le puso fin a su vida.
  NOTA; La guerra civil duro más de una década, abarcando tres países del Istmo, los Sacerdotes de la Iglesia jugaron un papel importante y fundamental en la lucha por las libertades civiles, algunos de ellos tomaron las armas junto a su pueblo, otros gritaban desde su púlpito en las misas el fin de la represión y el respeto a sus vidas, pero como era de esperar, muchos de ellos fueron torturados y brutalmente asesinados por la Ultra-derecha; solo en el país de Humberto fueron mas 70,000 muertes por las guerra civil abarcando todo el territorio nacional, pero es importante aclarar que esos momentos históricos es muy difícil juzgar las acciones en esos tiempos duros, aunque se hable de guerras, porque quienes somos nosotros para juzgar sus sufrimientos, víctima  del racismo y la esclavitud. El propósito de estas publicaciones "El Pelotón de Fusilamiento" son para que las nuevas generaciones tomen conciencia de sus acciones, y como a muchos jóvenes en la actualidad son víctimas de sus políticos, de ese odios y rencor sobre las clases sociales del pasado, para dividir su mismo pueblo y poder polarizar todas sus políticas mezquinas para sus propios beneficios. Recuerden que los hechos históricos son necesarios recordarlos y decirlo tal y como sucedieron, con el único propósito de no repetir los mismos errores, no para seguir practicando ese odio vicioso que no pareciera tener fin, porque un pueblo con odio y rencor, están condenados al fracaso....
















September 19, 2014

El Pelotón de Fusilamiento (Parte #9)


Pascual el veterinario de San Petunio era uno de los que más estaban afectados de una manera emocional, al punto que sufría de ansiedad e insomnio; por las noches lloraba como niño, Pascual había crecido como huérfano en el pueblo, tras la muerte de su padre y madre de un virus mortal que azotó al pueblo hace muchos años, pero Pascual nunca se sintió solo, todos los habitantes cuidaron de él, nunca le falto  calor ni cariño de un hogar, porque los habitante de San Petunio era su familia, así de simple. Para Pascual ver todas esas atrocidades era como si estuvieran matando a toda su familia, una por una. Pero había tomado una decisión trascendental, no sólo para él, también para todos los habitantes de San Petunio; Pascual tenía unos ahorros y empezó a organizar núcleos subversivos en forma clandestina, al principio con los más de confianza para que no se sospechara ni se filtrara información, su mejor aliado era don Roque el barbero del pueblo, en sus barbería entraban y salían los encargados de efectuar las acciones subversivas para derrocar el régimen en el pueblo de San Petunio; habían reunido un poco de dinero con la ayuda de simpatizantes, aunque faltaba más pero era un buen comienzo; tenían un buen contacto de un hombre que decía que traficaba con armas de guerra a muy buen precio, algunos meses llegó a San Petunio pero sólo se estuvo tres días, uno de esos días llegó a la barbería de don Roque y con disimulo le ofreció armas de guerra en muy buen estado traído del Norte, por si quería comenzar alguna insurrección dentro del pueblo, ya que los rumores de una guerra civil a nivel nacional andaban en boca de su todos los ciudadanos, tanto campesinos como el proletariado. Pascual ya lo había contactado con él, pero necesitaba un buen lugar dónde esconder las armas y municiones; era un Día Domingo cuando Pascual y don Roque decidieron ir a misa por la mañana, para pedirle al todo creador su bendición y sabiduría, para comenzar una insurrección armada en San Petunio, como decía Pascual: si la fuerza armada tiene su capellán quien le da su bendición, porque nosotros no? Aunque seamos subversivos pero también tenemos derecho de un pedazo de cielo.
 Estaba dando la misa el padre Pedro como siempre, había leído el evangelio dónde se nombra las bienes a venturanzas; tenía que dar el sermón, pero algo en el alma del padre Pedro no encajaba, su mente le ordenaba que les siguiera dando palabra de aliento a su pueblo, que era la lucha eterna del bien y el mal, pero que al final de los tiempos iba a prevalecer el bien y se hará justicia con el pueblo de Dios, todas esas palabras o sermones la sentía vacía y fuera de toda realidad; por lo contrario su alma le ordenaba otra cosa muy distinta a los tradicionales sermones. El padre Pedro estaba en su púlpito, miraba que la Iglesia rebalsaba de personas congregadas allí, había también muchas personas que estaban afuera y solo miraba como subían sus humildes cabezas para ver y escuchar aunque sea un poco a su padre Pedro, se hizo la señal de la cruz y dijo: hoy mi sermón se tratará de las injusticia de nuestro pueblo San Petunio, no puedo callar a mi conciencia y mucho menos en hacerme el indiferente ante tal abominación de la cual a sido castigada la clase campesina, no les puedo decir que sean sumisos ante tanta crueldad y despojo que están sufriendo por la codicia de unos pocos hombres que se creen dioses terrenales y tener esclavizados a quienes se les antoje, porque esto es un abuso y robo ante la ignorancia que se cierne ante la clase campesina, la Oligarquía siente que tiene las leyes de la República a su favor, pero no es así, ellos son unos delincuentes que les a venido a despojar de sus tierras y no les basta ese delito que también están ejecutando a personas inocentes que se oponen ante ese despojo voraz y cruel, les han arrebatado hasta su dignidad de la cual todos tienen el derecho de hacer respetar y más aún este gobierno déspota, que tendría que velar por la paz e integridad de todos sus ciudadanos por igual, porque déjenme decirles que ustedes tienen derechos como ciudadanos legítimos, a la vida, a una familia, a que le respeten su integridad y seguridad, tienen derecho a una vida digna, a la educación, salud y bienestar social, y el gobierno tienen el deber de velar y hacer cumplir sus derechos como seres humanos que son, no solo a una minoría privilegiada, sino a todos con igualdad; si han cometido un delito grave este gobierno tiene el deber de darle una defensa apropiada para que vele por su integridad, nadie puede ser condenado a prisión o a pena de muerte si antes no se le vence en un jurado con un juez y su respectiva defensa, tiene el deber moral todos ustedes por exigir sus derechos como personas libres y pensantes; recuerden siempre la aventuranza que nuestro señor Jesús nos enseñó: dichosos aquellos que tienen sed de justicia, porque ellos serán llamado hijos de Dios.....
 Toda la multitud allí presente estalló de jubileo, Pascual y don Roque que estaba sentado a la par del uno al otro se miraron y se quedaron perplejos, Pascual le dijo a don Roque: éste es nuestro hombre.... ellos fueron a reunirse en privado con el Padre Pedro después que finalizó la misa, cuando el Padre estaba consagrando las Ostias le temblaba en pulso, el mismo sabía que había abierto mucho la boca y que su sentencia a muerte seria muy pronto, pero cerró los ojos y le pidió fuerza al todoPoderoso, desde ese día todas sus Homilías se trataría por la luchas de los derechos civiles de la clase más desposeída, señalar los abusos constantes que son sometido y el despojo de su único sustento, las tierras. Pascual y don Roque le pidieron casi de rodilla al padre Pedro que les diera un lugar a dentro de la Iglesia para guardar las armas de fuego y dar comienzo a una subversion armada, pero el padre lo rechazó tajante y les dijo que ese no era el camino, al cual Pascual le respondió: con todo respeto que usted se merece padre, pero usted sabe que ellos no entienden con palabras, están ejecutando a nuestra gente casi a diario, ya son dueños de todas las tierras de cultivo y hasta el único rió ya tiene dueño, ustedes cree que ellos entregaran todo eso y su fortuna acumulada por el crimen, así por así? No padre, eso está como decirle a la zorra que devuelva a todos los pollitos. El padre no era un hombre insensato y tenía los pies muy bien plantados en la tierra, el sabia que Pascual tenía toda la razón del mundo y dijo: que se haga lo que Dios quiera; el padre les dio permiso que guardaran todo el arsenal en su Iglesia el sabia que era el lugar seguro por si algún soplón llegara a descubrir el complot.
 Una noche llegaron como ladrón a medianoche, en una compuerta de atrás de la Iglesia está esperando el Padre Pedro, entraron con todas las armas para esconderlas en un lugar secreto de la Iglesia, movieron una loza atrás del del Santísimo y depositaron: 50 fusiles Winchester, 20 rifles Henry transition, 30 rifles Henry steel. 25 rifles Henry chorcoal blue finish, 30 revolver Colt Dragoon, 40 revolver Shofiled (Smith & Wesson) , 60 revolver Colt 45, dinamita y suficiente municiones para hacer una guerra de cien días.


























September 18, 2014

El Pelotón de Fusilamiento (Parte #8)


La muerte llegó al hogar de Humberto, su padre Antonio había fallecido, nunca supieron el motivo de su fallecimiento y menos aún si su enfermedad tiene cura; los supersticiosos decían que era el mismo demonio que hoy los estaba matando a balazos y enfermedades a los habitantes de San Petunio, otros que se había dejado vencer por la decepción de haberlo perdido todo de la noche a la mañana, pero lo cierto que quizás era una mezcla de todo a la vez y sumando la falta de salud pública. Humberto le dio santa sepultura a su padre en una tarde lluviosa junto con su Madre y su hermana; a Humberto no le quedó otra de sacar la producción agrícola exigida por su Patrón, pero era algo imposible eran muchas hectáreas de cultivo para un sólo hombre y sin maquinaria adecuada.
 Después de cinco meses de la muerte de su padre pasó lo que tenía que pasar, desalojaron a Humberto y su familia del cerro que lo vio nacer, todo estaba perdido para Humberto, pero por si fuera poco su madre también enfermó a causa de su desdicha. Humberto tuvo que alquilar una pequeña pensión en el Centro del pueblo, pero no podía conseguir un trabajo estable; su hermana Julia decidió emigrar a la Capital de país, como decía ella: "A probar suerte" pero el racismo tan arraigado y la no educación, hicieron de Julia una víctima más de las injusticias sociales en la Capital. Julia no podía aspirar más que de sirvienta doméstica, fue su único empleo, entró a trabajar en la casa que ella los llamaba "Los Patrones" desde el primer día de trabajo le pusieron uniforme de servidumbre, que jamás se tenia que quitar, salvo en su fin de semana libre, que era una vez por mes, no tenía una hora específica cuando empezaba su trabajo y menos cuando terminaba, dormía en cuartucho del patio de la casa con las demás servidumbres, cuando salía de compras o de paseo con sus "Patrones" tenía que ir siempre con el uniforme de servidumbre, para que la sociedad distinguiera muy bien quienes eran los "Patrones" y quienes la "Servidumbre", así terminó sus años de juventud, madurez pero menos de vejez, porque cuando Julia era vieja y con muchas enfermedades a consecuencia de su edad, la despidieron de la casa de los " Patrones" y contrataron una mujer joven, terminando sus últimos años en la calle de la Capital y viviendo de la caridad de los buenos samaritanos.
 Humberto estaba desesperado porque le habían dado solo algunas semanas para desocupar la habitación en la pensión donde vivía con su madre enferma, por falta de pago en el alquiler;un día pasó enfrente de la guarnición y vio boletín pegado en la pared, dónde decía con ironía: " Es hora de defender la soberanía de tú país, se parte de nuestra fuerza armada, hoy más que nunca tu patria te necesita". Humberto decidió ir adentro a preguntar ya que no tenia nada que perder, lo pasaron con el Sargento Marcos que era el amo y señor de San Petunio; Humberto se sorprendió que el Sargento era muy amable y que ofrecía muy buen salario por trabajar en las cárceles del pueblo, el trabajo no ameritaba salir al campo a cuidar los cultivos, ni hacer arrestos a los campesinos, así es que de inmediato Humberto tomó el trabajo que tanto necesitaba, lo adiestraron unas semanas con el uso del fusil y todas las precauciones sobre los presos para evitar amotinamientos.
 Pasaron dos semanas y un día le habían dicho a Humberto que se presentará a tempranas horas, él ignoraba lo que iba a pasar; al llegar a la guarnición Humberto con otros tres compañeros más fueron a sacar de la cárcel a seis campesinos,en un previo al aire libre, detrás de un cerco de púas en linea
mirando al frente del pelotón de fusilamiento, todos los soldados tomaron sus rifles, Humberto se percató ya muy tarde de lo que iban hacer y entró en pánico, el Sargento estaba ahí y sacó su revólver poniéndose detrás de Humberto y le colocó el cañón detrás de su cabeza diciéndole: esto incluye tu trabajo también, si no disparas te abriré un agujero en tú cráneo; a Humberto le temblaba todo su cuerpo y decidió hacer caso a las órdenes del Sargento, porque sabía que él le dispararía sin ninguna misericordia, el Sargento sin apartarse de Humberto dio la orden: Preparen!! Todos cargaron sus rifles, Apunten!! Los cañones apuntaron a los seis campesinos a Humberto le temblaba el pulso y sudó como nunca, Fuego!!! Todos dispararon al mismo tiempo, Humberto miró como las balas impactaron en los cuerpos de los pobres hombres cayendo fulminado sobre el pasto, vio a tónico como derramaban su sangre en el pasto, una imagen que jamás se borraría de su mente juvenil; posteriormente el Sargento se dirigió a los cuerpos inertes a darles el tiro de gracia en sus cabezas, por cada impacto de bala el cuerpo de Humberto daba un salto de espanto y horror.
 Dos días pasaron de aquella trágica realidad que hoy había desolado el alma de Humberto, se le miraba decaído, fuera de sí, callado y desorientado. Su mente estaba en blanco, sentía que estaba viviendo algo surreal, todavía no podía digerir que había matado a personas de su misma clase campesina que tanto habían sufrido las injusticia de ese gobierno y hoy los tenía que fusilar por si fuera poco. Uno de sus compañeros del pelotón de fusilamiento se le acercó a Humberto para darle un poco de ánimo - Hey Humberto, todos nosotros somos de clase campesina y también hemos pasado por lo mismo que tu estas pasando, yo se que es algo horrible, pero cuando entras aquí ya no hay regreso ni arrepentimientos, porque si tú huyes de aquí te tratan de desertor y te manda a buscar hasta debajo de las piedras y si te encuentra te asesinan en el acto como un animal, sin contemplaciones, nosotros hemos superado todo esto y que más da? nuestros corazones se han convertido en rocas y nuestra sangre fría, estamos feliz que nosotros mismos asesinemos a nuestro pueblo y no unos desconocidos ya que sería humillante, Y tu que opinas?- En esos momentos Humberto tenía su cabeza agachada con su mirada perdida, solo escuchando a su compañero, que eran las declaraciones de un desquiciado, levantó su vista y miró a quien le estaba hablando, en los ojos de Humberto se miraba un odio profundo, unas ganas de matar pero de una manera diferente y de motivos diferente también, no se necesitaba que Humberto hablara para saber sus intenciones asesinas y el odio que había cambiado su corazón para siempre; su compañero al ver la expresión de Humberto le dio un miedo de terror, se iba alejando despacio y sorprendido pero sin darle la espalda a Humberto, porque sentía que de un momento a otro le iba a dar un tiro.....














September 17, 2014

El Pelotón de Fusilamiento (Parte #7)


Las semanas transcurrieron en un ambiente de horror y zozobra para todos los habitantes de San Petunio, el Sargento Marcos sabía muy bien como someter a la clase campesina, por medio de asesinatos y torturas. Los primeros fusilados fueron los tres hijos varones del difunto don Antonio, su esposa María salió huyendo del pueblo y jamás se supo de ella, fue un fuerte impacto ver como habían asesinado a su esposo y para colmo fusilaron en plena luz del día a sus tres hijos varones, el Sargento ordenaba que las ejecuciones fueran públicas, para que las personas sufrieran un terrible impacto de cómo podrían terminar sus últimos días si se oponían al nuevo régimen. muchos campesinos aceptaron su nueva realidad como Colonos, pero también fueron muchos los que se opusieron, llenando las cárceles y el cementerio de San Petunio. El padre de Humberto también llamado Antonio cuando se enteró de lo sucedido a su tocayo, reflexionó ante su situación actual, llevaba consigo una extraña enfermedad que ningún curandero del pueblo lo había aliviado, el pensó que ésa enfermedad lo llevaría a la tumba, habló con su hijo Humberto que ya era todo un adolescente, le aconsejó no poner resistencia ante las autoridades, pues él apenas trabajaba la tierra y no quería exponer a ningún miembro de su familia que terminara sus días enfrente de un pelotón de fusilamiento, así es que se acordó en aceptar su nueva realidad, ser Colonos de sus propias tierras.
 El Sargento había pedido refuerzo de soldados a la Capital del país, pero la respuesta fue que reclutar voluntarios para defender la soberanía del país, sería muy bien remunerado por los Terratenientes; la nueva realidad del Sargento era aceptar esa propuesta, ya que no daba abasto en que su pequeño contingente de cuidar los cultivos de los nuevos desconocidos propietarios, tener soldados para custodiar las cárceles y ejecutar la pena Capital, así es que decidió reclutar nuevos aspirantes, para ejecutar el trabajo sucio, fusilar a su mismo pueblo.
 Mientras los meses amargos pasaban en San Petunio para la gran mayoría de la población honrada y trabajadora, para unos pocos eran de festejos, como el caso del Alcalde que después de tanto miedo y dejando que el Sargento Marcos sembrara su reino de terror y represión en San Petunio, dejó de sentir miedo, bueno la verdad ningún tipo de sentimiento bueno ante su sufrido pueblo; cuándo puso a producir sus terrenos comprado con base de corrupción y vio la grandes ganancia que venían hacia sus manos, su corazón endureció y su codicia creció, ya no le importaba nada, él y su secretario que también tenía propiedades ilegales, se decían uno al otro que se merecían disfrutar todo lo que la vida les podía ofrecer; mandaban a traer licor importado, finas ropas, habanos del extranjeros, mueblería importadas, etc. Y le pagaban a sus Colonos un sueldo de hambre, que no alcanzaba para vivir con dignidad una persona soltera, ni hablar si tenía compromiso de familia. La extrema pobreza había alcanzado a la clase campesina en todo el territorio nacional, muchas familias desterradas de sus hogares se miraban deambulando por las calles pidiendo limosna y llegó al fondo de lo imaginable, se les miraba hurgando entre la basura para poder alimentar a sus hijos, había perdido lo mas preciado, su propia dignidad, la clase campesina después de esos destierros jamás fue la misma de antaño.
 El padre Pedro no se podía quedar callado ante tal acto abominable que estaban haciendo contra su querido y devoto pueblo, rezaba día y noche para que pararán a tanta represión, pero él sentía que su fe estaba flaqueando, disminuía día con día, así es que tomó valor y fue hablar con el Sr. Alcalde para que terminaran con tanta locura. El padre Pedro estaba en la sala de espera de la Alcaldía para tener una audiencia con el Alcalde, como a la hora de esa larga espera salió de su oficina el Alcalde lustroso y con una pinta de soberbio, se le acercó al padre estrechándole la mano y le dijo: Hola Padre, pase a mi despacho por favor, el padre se levantó y fue directo al despacho del Alcalde  - y diga padre, a que debo su presencia en mi humilde oficina, le dijo el Alcalde- el padre vio que su oficina no tenía nada de humilde solo sus palabras, pero lo pasó por alto y le contestó: sé exactamente lo que está pasando en el pueblo Sr. Alcalde, es un acto inhumano los encarcelamientos y las ejecuciones, usted sabe que en éste pueblo siempre hubo paz, pero hoy con las expropiaciones de las tierras de nuestros campesinos, todo se ha convertido en un verdadero infierno aquí en la tierra, por el amor a Dios le pido que cese a la represión y a tanta injusticia - al Alcalde se le puso roja su cara y su rostro se le transformó en un ser despreciable, él le respondió con tono agresivo: escúcheme padre con todo el respeto que usted se merece, no se inmiscuya en la política, usted preocúpese por los problemas del alma y déjenos a nosotros los problemas  terrenales, es por su bien- esto es una amenaza Sr. Alcalde? Le respondió el padre Pedro- tómelo como a usted le dé la gana, y por favor le pido que salga de mi despacho, le contestó el Alcalde- no me diga que me meterá en la cárcel del pueblo? Le preguntó el padre- el Alcalde se levantó de su asiento y tomó un habano de su caja importada, lo encendió y prosiguió dándole la espalda al padre: esto no es asunto suyo ni mío, yo sólo obedezco órdenes, así como usted de su vaticano, nosotros solo somos un instrumento de todo estos sistemas ya sea político o religioso, así que hágame el favor de retirarse, le respondió el Alcalde; el Alcalde miró de reojo tras sus espalda y cedió cuenta que el padre Pedro se había ido de sus despacho.
 El padre Pedro iba de regreso a su Iglesia, como buscando el cobijo de su hogar materno, tenía su mirada perdida y su mente divagaba en conclusiones sin sentido, en esos momentos deseo no llevar una sotana y mucho menos ser el pastor de la Iglesia, en su corazón que era el mismo corazón de su pueblo amado iba creciendo un odio por la clase dominante de su país. Entró a su Iglesia casi llorando y se arrodillo ante el altar a pedir perdón por su sentimiento de odio, aunque el padre era un ser humanos como todos, pero no podía permitir albergar odio en su corazón, mas si era el pastor de su pueblo San Petunio.
 Antes terminar el año, llegaron a San Petunio los famosos desconocidos Terratenientes, con sus carruajes de lujo, todos lustrosos, finas ropas y fumando sus habanos importados, miraban a los campesinos con desprecio y no les dirigía la palabra a nadie del pueblo, excepto a los que velaban por sus tierras y las autoridades que lo hacía prevalecer; su prepotencia y orgullo de los terratenientes estaban más inflados que nunca, pero los pobladores de San Petunio ya no se dejaban engañar, esas personas no eran más que unos vulgares ladrones.....



























September 16, 2014

El Pelotón de Fusilamiento (Parte #6)


El viaje de regreso fue un duro tormento para el Alcalde de San Petunio, iba con el pequeño contingente militar comandado por un tal Sargento llamado Marcos, un tipo duro, despreciable y cruel, su mirada era de desprecio para todos, como si odiara a toda la raza humana en general, pero sentía un rencor  profundo hacia la clase campesina en especial, pero la ironía de la vida era que el Sargento Marcos también venía de ésa misma clase campesina, su madre había emigrado hace muchos años a la Capital del país, quien trabajó como sirvienta o servidumbre hasta el último día de su muerte, trabajaba en la mansión de un explotador, que la trataba como esclava y mujerzuela, un buen día salió embarazada al que le llamaba Patrón, la despidieron de la casa y anduvo deambulando por las calles de la Capital, hasta que encontró otro Patrón, quien le dio alojamiento en su casa en la parte trasera de su vivienda, que trabajaba para él como doméstica pero no recibía ni un centavo de su nuevo Patrón, su madre no podía darse el lujo de negarse ya que estaba embarazada y apunto de dar a luz; fue así como llegó al mundo Marcos que en su adolescencia se metió al cuartel y con duro trabajo se formó lo que hoy era, un Sargento de su país, pero el desprecio a la clase campesina iba fuera de toda lógica y razonamiento.
 Mientras tanto en el trayecto el Sr. Alcalde iba más preocupado que nunca, todos sabían que los campesinos no habían recibido educación alguna en todo el territorio nacional, no tenían ni una acta de nacimiento, no sabían leer ni escribir, mucho menos tendría una escritura de propiedad haciendo constar que la tierra que habían heredado por generaciones eran suyas; el Alcalde sabía muy bien que esas tierras eran de ellos, que eran el único sustento y garantía de una vida digna, por eso cuando el Alcalde decidió robar terrenos de la comuna, tenía mucho cuidado que estuvieran deshabitados, pero las nuevas políticas sucias eran completamente distintas, no quedaba dudas que la pequeña élite social que tenía dominado a todo el país, se había convertido en más ambiciosa, cruel e inhumana, había apostado a nivel nacional sacar todo el lucro posible a los recursos naturales de su país para el beneficio de esa pequeña élite social, que el Alcalde ya era parte de ella, más por miedo que por convicción. El Alcalde tenía ya muy claro que porque estos gobiernos de siempre se rehusaban en darles una educación por medio de las escuelas y salud a todas las clase campesina del país, no era otra cosa que la nueva clase de esclavitud, ellos ignoraban que tenían derechos como seres humanos libres, pero todo eso le saldría caro para ambos bandos. El Alcalde diviso adentro de su carruaje el paisaje de San Petunio, había llegado a su pueblo y dijo entre dientes: "Pueblo chico, Infierno grande" el emisario de la muerte y la injusticia había llegado a la puerta de San Petunio.
 Todo el pueblo dejó de hacer lo cotidiano cuando vio al Alcalde que había llegado con una brigada de militares, lo primero que pensaron que el país quizás estaba en guerra con algún país vecino y venían como héroes a salvaguardar el pueblo de San Petunio, hasta el mismo secretario se sorprendió al verlos. De inmediato el Alcalde le dijo a su secretario las nueva disposición de su gobierno, Rafael al contrario del Alcalde se puso feliz, era un hombre ambicioso, no le importaba lo más mínimo la integridad del pueblo, él sabía que los habitantes del pueblo eran personas pacíficas y que todo saldría bien para sus propios intereses mezquinos, pero el Alcalde sabia que no meterse con ellos no había necesidad de autoridades, pero cuando se metieran con sus terrenos y viviendas era otra cosa muy diferente. Los días siguientes los soldados pasaron fabricando su propia guarnición y cárceles que ellos le llamaban barracas, a la par del edificio de la Alcaldía, hasta que todo quedó terminado.
 El día en que todo cambio en San Petunio, fue en una mañana poco calurosa cuando el Alcalde, su secretario, el Sargento Marcos y doce de sus soldados llegaron a la humilde vivienda de un campesino llamado Antonio, el tenia tres hijo barones y su esposa llamada Maria; don Antonio recibió muy cordial a los visitantes porque ignoraba todo lo que pretendían, les insistió que pasaran a su humilde casa pero el Sargento de inmediato les dijo que no, porque el mismo sabía que si se desataba un altercado tenían muy poca ventaja de actuar adentro de una vivienda, el Alcalde mirando con desconfianza al Sargento se dirigió con don Antonio: Perdone el atrevimiento don Antonio, pero todo el pueblo sabe muy bien que he venido de la capital con la entrevista del Sr. Presidente de la República, que me a informado de la nuevas políticas del país, que estas tierra en la que usted habita y donde tiene sus parcelas tienen dueño de un Señor llamado Henry Pasadena Ibarra, la primera reacción de Antonio fue de una sonrisa nerviosa, pensaba que todo esto era una mala broma, y Antonio le contesto: me perdona Sr. Alcalde pero yo jamas he escuchado ese nombre en mi vida, lo único que se, es que estas tierras eran de mis bisabuelos que en paz descanses, y ellos fueron que han trabajado estas tierras por siempre y a sido heredada por mi padre y hoy por mi, así que no entiendo a que va todo esto - El Alcalde estaba muy nerviosos pero fingió no estarlo, y le dijo; don Antonio no quiero perjudicarlo pero aquí están las escrituras de esta propiedad a nombre de ese Sr. y el secretario Roberto lo saco apresurado de su portafolio, mostrandoselo a don Antonio- don Antonio con una sonrisa de vergüenza le contestó: usted sabe muy bien Alcalde que nosotros no sabemos leer ni escribir, así que no le veo la diferencia- El Alcalde le continuó diciendo: don Antonio si usted me muestra las escrituras legales de su propiedad lo dejaremos en paz se lo prometo- Y si no las tengo? le contestó Antonio- El Alcalde miró al Sargento que ya estaba impaciente en actuar, miró de nuevo al campesino y le respondió: tiene dos opciones don Antonio, puede quedarse en estas mismas tierras como "Colonos" pero sus cosechas ya no serán de ustedes, sino del verdadero dueño, en cambio ustedes recibirán un salario mensualmente por su trabajo, estipulado por el nuevo Patrón. la otra opción es desalojar estas tierras con toda su familia, para darle oportunidad a otras familias con las nuevas disposiciones del gobierno. En esos momentos a don Antonio se le puso la mirada de mil demonio, el Sargento lo midió muy bien y ya tenía su revólver listo, don Antonio desenfundo su machete que lo tenía en el cinto para matar al Alcalde, pero el Sargento fue más rápido y le hizo tres disparó al campesino que impactaron en su cuerpo haciéndolo derribar, sus tres hijo con su esposa salieron corriendo al encuentro de su padre y esposo caído, llorando viendo como Antonio agonizaba, los soldados ya tenían sus rifles para disparar, solo esperaban la orden de su Sargento; Antonio le salía un poco de sangre en su boca, sentía que ya dejaba este mundo, sus fuerzas lo estaban abandonando, tomo de la mano a su hijo mayor y le dijo con una voz de agonía: no se dejen quitar estas tierra por estos mal nacidos... y Antonio dio su último aliento, derramando su sangre por la injusticia y la codicia de unos pocos, una lucha social que apenas comenzaba. El Sargento de inmediato le dio las órdenes a sus soldados que arrestaran a los tres hijos del campesino y lo metieran a las barracas, también la ordenó desalojar a su madre y quemar la humilde vivienda; el Alcalde no salia de su asombro todavía, que lo querían matar, después el asesinato , el arresto de los hijos y hoy todo eso, era mucho para soportar y se fue directo con el Sargento a exigirle que dejara en libertad a esos jóvenes, el Sargento lo miró con desprecio y le dijo con voz de autoridad: Escúcheme bien Sr. Alcalde pongamos las cosas claras desde hoy, yo me encargo de las leyes aquí en este pueblo para que todo salga según lo acordado y usted encarguese de sus papeleos y entregas, no se vuelva a meterse en mi trabajo y yo no me meteré en sus asuntos, le quedo claro? Esta claro, le contestó el Alcalde, se dio cuenta de inmediato que ese tipo era un verdadero asesino,y se dijo para así mismo: en que diablos me he metido......