Yo el clarividente me sentía abrumado de angustia, invoque al omnipotente, el omnisciente, el omnipresente; pero no había percibido la revelación del arcano de la felicidad y el reposo eterno.
Vi nuevamente la terrible rueda existencial, como un círculo de sombras poblado de almas humanas; la rueda infatigable que da vueltas de aquí y allá, algunos valientes luchadores ascetas sublimes, pasaban del círculo sombrío al halo luminoso que le rodeaban; eran los sabios ascetas, los Bodisatvas los que le habían precedido. Pero ninguno de ellos habían logrado la salvación eterna, el reposo definitivo; todos habían caído de nuevo al círculo sombrío, a todos los sujetaba la rueda fatal para volver a reencarnar.
Entonces experimenté el mayor de sus dolores, el quebrantamiento de todo su ser, al desquiciarse del mundo de las apariencias.
A este desgarramiento supremo, me sucedió, una inefable felicidad, sintiéndome sumergido en un mar de profunda quietud y de paz. Allí no existe forma, ni luz, ni rumores de vida; el ser fundiendose deliciosamente en la durmiente alma, en el mundo que ningún soplo agita; y la conciencia se desvanece en aquella inmensidad dichosa; había alcanzado el Nirvana.
Tuve la voluntad de ir más allá, y la fuerza para elevarme por encima del sueño cósmico, escuchar, ver, sentir algo más todavía; escuchar el sonido primordial, la divina palabra que crea la luz, aquella música de las esferas que impulsa a los Astros y a los mundos; llevando por las ondas de esa armonía, contemplando el renacer del Sol espiritual, del verbo creador. Allí el supremo deseo del amor que se identifica con el ardiente gozo del sacrificio; allí donde uno se encuentra por encima de todo; porque allí se ostenta el manntial del tiempo, brotando de la eternidad y volviendo a ella. Allí todos los sufrimientos se funde en una felicidad única, como los colores del prisma en el rayo solar; allí se alcanza el reposo de la acción y la personalidad suprema del absoluto. Allí no se condena la vida, porque se bebe la vida esencia del manantial; libre, infrangible; se vuelve a la vida para crear más hermosura. Esta es la esfera de la Resurrecciónl, de la sabiduría egipcia, los misterios de Eleusis, que deben decender del Cristo.