A pesar que un día ella fue todo para mí, después nada; después de todo supe que todo no era más que nada.
Grito: ¡Todo!
Y el Eco me responde: ¡Nada!
Ahora sé que la nada lo era todo para mí, y todo era la ceniza de la nada. No queda nada de lo que fue ¡Nada! Era una ilusión que creía que lo era todo; y definitivamente era nada.
Que más da que la nada fuera nada, después de todo, después de tanto todo para nada.
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