Veinte años después.... Como era de esperar el pequeño vástago, el único hijo de Ismael y hoy todo un hombre de veinte años cumplidos, lo llamaron Maximiliano; nació y creció en la pobreza al igual que su padre y madre; pero su padre puso todo el esfuerzo y empeño en que su hijo tuviera mejores oportunidades que él. No lo llenó con lujos u objetos con mucho valor, se empeño en sus estudios; lo matriculaba en escuelas privadas, cubrir esas colegiaturas era sumamente difícil para Ismael, se astenia de casi todo, era evidente que puso todas las esperanzas en su hijo Maximiliano, pero no porque simplemente fuera su único hijo, sino que desde pequeño demostró su inteligencia y agudeza mental; Ismael así como su madre Marta creía que su hijo era algo así como un niño prodigio o como de esos seres que nacen adelantados a su tiempo; no se equivocaban pero era algo muy diferente, el espíritu que estaba reposado en ese gorrión y hoy era Maximiliano, había vivido, visto y escuchado, casi todo lo que hoy estaba viviendo con un cuerpo humano, pero desde su nacimiento Maximiliano se le borró de su memoria que un día estuvo en el cuerpo de un pequeño gorrión, pero recordaba y sabía muchas cosas que ni él mismo podría dar explicación, simplemente lo sabía y lo interpretaba a su razonamiento, mucha veces mística.
Hoy Maximiliano con su mayoría de edad se iba a la escuela de cadetes, quería pertenecer al ejército nacional, pero como un profesional en armas y logística castrense; Maximiliano y su padre Ismael, tuvieron que trabajar muy duro para reunir el dinero para ese propósito, que al final consiguieron una parte del dinero y otra parte a un crédito a largo plazo; pero había llegado el momento de partir a la Capital de su país, a formarse y aprender de la vida Castrense, con la esperanza que a regresar donde sus padres ya fuera todo un cadete del ejército nacional.
Tomó el tren rumbo a su destino que él mismo había elegido y luchado con la ayuda de su padre y madre; como en todas las despedidas familiares fue muy emotiva, con bendiciones y un hasta pronto, Maximiliano no pudo evitar sus lágrimas en sus ojos, ya que sus padres también derramaban lágrimas por él, pero como todo hijo comprensivo les dijo: Todo estará bien... Ya a bordo del tren, Maximiliano se percataba como el tren se iba alejando de su tierra pobre y llena de muchas miseria, pero a diferencia de muchos que emigran a otras partes, nunca más regresaban y sentían vergüenza de solo mencionar el nombre de su barrio donde habían nacido; pero el caso de Maximiliano era totalmente diferente, él tenía un propósito en la vida, antes de nacer, no era que tuviera un destino determinado en esta vida, era decisión que el mismo Maximiliano había tomado cuando estaba adentro del cuerpo del gorrión.....
El espíritu que estaba depositado en el pequeño gorrión lo tenía inquieto y ansioso, lo tenia ir y venir revoloteando en la habitación donde alquilaba Ismael, sólo comía, bebía y dormía lo necesario, era algo así como almas gemelas, lo que sentía una la sentía la otra alma. Aunque en decir verdad, la vida de Ismael había dado un giro de 360° su ánimo de vivir y luchar por ello, había menguado enormemente, hasta tal punto que su espíritu había sufrido esa conmoción tan abrupta, porque primero viene lo mental y después lo espiritual; cuando el espíritu sufre esa clase de traumas, inevitablemente cambia también, se deprime y su luz divina apenas es un rastro de ella, y se nota en los ojos de las personas, porque son las ventanas del alma, solo hay que saber leerlas para entender.
Ismael se sentía en sosiego y ansiedad, por sus actos cometido, se quedaba sentado en su silla vieja y descolorida por horas, con su mente en blanco y su mirada perdida en cosas sin sentido, era como estar muerto en vida; en sus momentos de lucidez, que eran muy pocas, culpaba a la miseria por los actos irracionales de las personas que vivían a diario esa cruel realidad; sin dudas que el ladrón de Josefo, hoy difunto, al nacer ya todo tenía dueño, como todos que vivían el azote de la miseria, como somos de injustos, unos inmensamente ricos y otros inmensamente pobres, la buena educación para algunos y la ignorancia para otros, la buena salud para algunos y los brujos o hechiceros para otros, porque cuando un miserable muere, le culpan a los espíritus o al mal de ojo, porque en esos lugares nunca llega la ciencia....
Pero no todo estaba perdido para Ismael, aunque en decir verdad, ni él mismo lo sabía por su estado de embrutecimiento; tenía una vecina, que por cierto era inquilina también, joven, atractiva y un poco atrevida, que sintió misericordia por Ismael, su nombre era Marta, iba por las mañana a compartir su desayuno con Ismael, ya que sabía que estaba deprimido por lo sucedido y hablaba trivialidades con Ismael, aunque él contestaba más por necesidad que por cordialidad. Pero Marta era un poco frívola, era de esas mujeres que tienen el concepto que el amor entra primero por el estómago, así es con los días transcurrían le fue tomando más aprecio y cariño a Ismael; un buen día llegó a la habitación de Ismael con un juego de barajas para entretener un poco a él, empezaron a jugar el viejo truco, que el que perdía una partida, se tenía que quitar una prenda de vestir, y como era de esperar Marta siempre perdía todas las partidas sin mostrarle el juego de baraja a Ismael, decía que había perdido de nuevo con una expresión de disgusto, que por cierto era bastante fingida, dejaba el juego de baraja sobre una caja de cartón que servía como mesa, las cartas al revés para que Ismael no supiera a ciencia cierta si había perdido o no, tenía que creer en la palabra de Marta fielmente, se empezaba a quitar sus zapatos, cinturón, blusa, falda, sostén, etc. Hasta que quedó en pelotas enfrente de Ismael; en esos momentos el alma de Ismael recobró vida de nuevo, fue como si le encendieran el interruptor, Ismael se apresuró a desnudarse él también, abrazó a Marta y empezaron amarse.. El gorrión estaba viéndolos por la ventana empañada muy atentamente, en esos momentos Ismael sentía como un temblor en todo su cuerpo y en el cuerpo de Marta concibió un hijo en esos mismos instantes; el embrión se formó un diminuto corazón que empezó a latir con fuerza de vida... El gorrión no se dio cuenta que un gato ya estaba al acecho, lo atrapó con sus afilados dientes, el gorrión sintió que su pequeño cuerpo lo estrangulaban y en su interior todo dejaba de existir; el espíritu que estaba depositado en el gorrión fue a posarse al nuevo ser que Marta llevaba en su vientre, el alma se vio en el interior de la matriz de Marta y se miraba como en un sueño, tenía un cuerpo humano todavía con sus alas, medio sumergido en el mar y con un atardecer maravilloso....
El gorrión llegó al barrio pobre donde vivía Ismael, se posó en la única ventana sucia y poco visible de la habitación; pero lo que miraba el gorrión lo dejaba consternado, en la esquina de la habitación estaba Ismael sentado sobre el piso con sus dos manos ensangrentadas tomándose el cabello y gritando como un loco, lo maté, lo maté!!! decía Ismael, llorando del remordimiento, ya que él nunca había matado a ninguna persona, por la otra esquina esta un sujeto tirado sobre el piso y estaba todo cubierto de su misma sangre, en su mano derecha estaba una sortija de oro, la única posesión de valor monetario de Ismael, un recuerdo de su madre. Al parecer ese sujeto era el ladrón, que no tuvo tiempo de reaccionar a la embestida que le propinó Ismael, con un puñal de considerable tamaño y hoja de metal que no dejaba nada a su paso cuando se trataba de rebanar hasta los huesos.
La policía fielmente había llegado a la escena del crimen, pero cuando vieron al sujeto, hoy difunto, tirado sobre el piso de la habitación de Ismael, los dos policías se quitaron sus gorros distintivos de la única autoridad allí, pero no lo hicieron por respeto al difunto, sino más bien para rascarse sus cabelleras, y una expresión de desánimo, diciendo: Ah Caray!! Si es el ladrón de Josefo, mira como terminó sus días de pillajes, le decía un oficial al otro; ambas autoridades vieron a Ismael llorando inconsolable en una esquina de su habitación, con sus manos ensangrentadas y el puñal a la par de él, los curiosos ya se habían reunido fiel mente para saber los últimos pormenores de lo que sería la gran noticia del mes, aunque los asesinatos en esos barrios pobres eran de 8 a 10 por día; pero lo normal era que el hampón matara a su víctima y no al revés, eso lo que hacía inverosímil lo del hecho ya conjugado. Los dos oficiales de la ley al cerciorarse de la típica identificación que Ismael les había proporcionado, con una fotografía huraña, como quien debe dinero prestado, domicilio impreciso, una ocupación que alguna vez obtuvo por cuestión de suerte y sus características física que hoy ni era la sombra del hombre joven y varonil que fue, los oficiales le dijeron que no tenia porque preocuparse, ya que el asesinato fue en defensa propia, que hasta tenía testigos, gracias a los mirones que siempre estaban al tanto de las vidas ajenas; así es que los oficiales de la ley, prosiguieron a levantar el cuerpo del difunto, con todo el protocolo que ameritaba en esos casos fatales: tomar unas fotografía de muy mala resolución, tomar nota de los testigos que nunca atinaba a los hechos con objetividad y veracidad, pero a los oficiales no les importaba ya que eso era irrelevante y común en todos los hechos mundanos; se llevaron el cuerpo metido en una bolsa plástica de color negro, para que la sangre no fuera de mayor impacto para mirones, lo bajaron por las gradas del domicilio impreciso, como un saco de patatas y se lo llevaron en un camión en un rumbo desconocido sin pena ni gloria.
Ismael prosiguió a lavarse sus manos y miraba como la sangre de ése hampón se mezclaba con el agua, era para él una escena dantesca y empezó a llorar como un niño, los que estaban allí presente, que eran muchos, le daban ánimos, diciéndole que era su vida o la del hampón, que ellos en su lugar hubieran hecho lo mismo. Pero algo era seguro, la vida de Ismael ya no iba hacer la misma, porque la vida en la miseria es una cosa, pero llevar una vida arrebatada en su espalda era otra, aunque el sujeto no valiera la misericordia de nadie....
La hora llegó, y los que salían de ése teatro parecía de una misma clase social, una aristocracia ortodoxa, desafiante, egoísta y soberbia; el presidente al ver salir a toda esas personas se bajó de su enorme y lujoso carruaje y los invitó a entrar allí, pero ésas personas antes de entrar al carruaje empezaron a discutir con el presidente - como creés que el carruaje se moverá con ésas yegua vieja y enferma? Éstas loco? No sabes que esa yegua no se moverá ni un apéndice, con nosotros adentro? No se preocupen, ustedes tomen asientos adentro del carruaje, lo de la yegua solo es de mi incumbencia; todavía dudando uno a uno iba tomando asiento en ése lujoso carruaje, cuando todos los invitados por el presidente ya estaban adentro y aguardando para tomar camino, el presidente tomó el asiento del conductor y arrió la yegua para que se moviera el carruaje, pero fue en vano, la vieja yegua relinchaba tras la exigencia del presidente, hacia todo su esfuerzo por mover ese enorme carruaje, la yegua se paraba con sus dos patas traseras para darse impulso, pero tan solo conseguía la indignación y la furia del mandatario, se bajó del carruaje muy enfurecido en dirección de la vieja yegua, y empezó a darle latigazos con todas sus fuerzas para que la yegua emprendiera el camino; pero la yegua ya había consumido la poca energía que le quedaba de tantas luchas de ser animal de carga y sumado a los años que pasa factura para cualquier ser viviente. Se bajaron dos hombres a gritarle al presidente, Ya deja de golpear al pobre animal, que no te has dado cuenta que la puedes matar? El presidente le contestaba muy irritado: Ya les dije que no es de su incumbencia, yo soy el dueño de esta yegua, así es que puedo hacer con ella lo que me de la gana; no fue suficiente el castigo propiciado por él, sino que fue por varilla de acero de unos tres centímetros de diámetro por uno y medio metro de largo, que tenía muy bien guardado en el carruaje; sus ocupantes se indignaron profundamente al ver tan horrendo acto de crueldad, que se bajaban uno a uno del carruaje y entre dientes decían y concordaban: éste tipo esta loco!!! El presidente al ver que todos los ocupantes se bajaron del carruaje, lo segó la ira y arremetió con la vieja yegua, dándole con la varilla en su cabeza y cuello, la pobre yegua al sentir los golpes de muerte, quiso huir, pero estaba muy bien sujeta las riendas en el carruaje, al verse impotente el animal cayó agonizante sobre la calle empedrada, sus últimos alientos eran de agonía mezclado con su propia sangre.... los de allí presente horrorizados se retiraron a toda prisa del lugar, otros no podían creer lo que miraban sus ojos y se les doblaban sus rodillas sobre el piso y con sus dos manos sosteniendo su propio cuerpo vomitaban sin parar. El pecho del presidente se agitaba con frenesí de tanto coraje mezclado con adrenalina, con la varilla de acero en su mano derecha y con postura de lunático empedernido, gritaba con sus pulmones inflados: Esta es mi yegua y puedo hacer con ella lo que me venga en gana!!!! Y la yegua tirada sobre el piso de piedra, ya sin respiración con sus ojos abierto entraba torrentes de su misma sangre, su mirada perdida iba dirigida al cielo azul....
El presidente despertó de su cama muy agitado y con un nudo en su garganta, sentía su lengua como una lija por la resequedad, se levantó de su cama como pudo, directo a un jarrón de cristal que contenía agua fresca, tomó el vaso que estaba situado a la par del jarrón y bebió bocanadas de agua repitiéndose de nuevo.
El gorrión se retiró al jardín sin saber el significado del sueño del presidente, como fuera el gorrión ya había decidido vivir en esas colinas, pero lo que no contaba era que sus deseos ya no eran suyos, ya que en él estaba depositado un espíritu, que era el que decidía a dónde ir. Sintió ése espíritu acongojado, que quería ir de nuevo dónde Ismael, algo estaba conectado entre ambos, aunque no le gusto al gorrión ésa idea, de ir de nuevo a ese lugar feo, sucio y maloliente, pero emprendió el vuelo otra vez dónde vivía Ismael....
Al llegar a esas colinas vio que todo allí era hermoso y olía a verdadera naturaleza, el gorrión nunca se hubiera imaginado que existiera un lugar tan bello como ése, árboles frondosos y con muchos frutos, insectos pululaban en todo ése valle verde y virgen, arroyos cristalinos de agua fresca y purificada por las filtraciones de las grandes rocas, que se imponían en lugares estratégicos de esa hermosas colinas; el gorrión miró esas enormes casas que estaban bastantes separadas unas de las otras, con hermosos jardines, limpias y pulcras, tan bien pintadas que se podía reflejar la luz del día en ellas, sus diseños hacían juego con su entorno primaveral. El gorrión voló rápidamente a una de esas bellas casas, se posó en el inmenso jardín de una de ellas y había un pequeño árbol dónde tenían semillas en depósitos haciendo contraste con el lugar, el gorrión alzó vuelo nuevamente hasta llegar a esos depósitos que pululaban de otras aves de diferentes especies migratorias y no, pero todas con la misma finalidad, saciar sus pequeños estómagos y porque no? También sus gargantas silbadoras. El gorrión se estaba dando un festín de reyes y dioses, el gorrión vio a lo alto de una casa enorme un hermoso ventanal, imponente y pulcra, alzó vuelo hacia esa ventana en particular, ya que habían muchas en diferentes lugares estratégicos de ese hogar, cuando llegó a esa ventana vio que un hombre, estaba durmiendo en una enorme cama, limpia, llena de lujo y buen gusto, toda su habitación que era enorme de bellos contrastes, todo lucía nuevo y de gran inversión monetaria; el gorrión apostado sobre la ventana, se le quedó mirando con uno de sus ojos girando su pequeña cabeza para agudizar su visión interna, aunque el gorrión no sabía que ése sujeto allí dormido era el presidente de ése país, en esos momentos; pero el gorrión con su psiquis pudo entrar en el sueño del presidente.... Estaba soñando que el presidente era el chofer de un enorme, robusto y lujoso, carruaje, que solo tenia para movilizar una vieja y desnutrida yegua (la yegua, representa a su pueblo), que si lo viéramos con lógica, no le encontraríamos por ninguna parte, ya que sería impensable imaginar que esa yegua llevaría o traería ése pesado carruaje aunque estuviera vacío, pero el presidente estaba subido en ése carruaje como conductor, bastantes paciente y juicioso, como si alguien se lo hubiera encomendado hacerlo.....