Porque era válido buscar el amor en alta mar, detuvimos el barco en el ocaso, llamado por los cantares, la isla abierta aguardaba nuestra llegada, su vaivén entre la bruma. El Sol deshecho del día atravesado por las hermosas melodías; como quién alimenta el esplendor de una tempestad oculta. Casa viviente de la isla ¡Sirenas fantásticas! Esperando su alimento de frutos silvestres sus navegantes. El tiempo detiene las velas y llegue náufrago a sus brazos, solemne pasar del tiempo, haremos el amor con los peces femeninos.
¡Circe, diosa venerable! He seguido puntualmente tus avisos, más no me hice amarar al mástil cuando divisamos la isla de las sirenas, porque iba resuelto a perderme. En medio Del Mar silencioso estaba la pradera fatal.
¡Circe, noble diosa de los hermosos cabellos! Mi destino es cruel. Como estaba resuelto a perderme, las sirenas cantaron para mí una y otra vez, nada puedes hacer cuando te derriba el último sueño....