El matrimonio será para siempre, te lo prometo; hoy mí querida esposa te acompañaré desdé tú perdida de memoria. ¡Mira!es el atardecer que se acerca y con ella viene la silencio Luna, que en tus vagos ojos quiero descifrar el jardín del Edén que construimos juntos ¡Para Siempre! Yo se que algún día podrás decirme mí nombre y recordarme. Ahora me apuesto en aquel rincón, frío y triste; escuchándote como divaga tú mente y tus palabras; tal vez este hospital de demencia ya no tenga cura.
Esta noche alzas tú rostro y tú mirada al cielo estrellado, pero no vuelves a ver con claridad la Luna, has agotado ya lo inalterable. Vaya destino! inútil abrir todas las ventanas en un mundo de oscuridad. Tal vez tú alma se asustó mi querida esposa, y ya no más regresó.
Ya no más tú corazón danzò, y mí corazón sólo sollozó; pero tus labios mi querida esposa siempre los veo como lirios, siempre seré tú eterno novio, y tú mi eterna prometida.
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